Clarín

Escuchando a los Rolling Stones con el Presidente

- Jbellas@clarin.com

El verdadero terror es levantarse un día de la cama y ver que tus compañeros de colegio gobiernan el país”. Kurt Vonnegut Jr., el autor de la frase, un equivalent­e a Fontanarro­sa/Dolina de la contracult­ura estadounid­ense, fallecido en 2007, podría estar hablándole a varios de mis amigos. Ellos, egresados en la primera promoción mixta del Colegio Cardenal Copello de Villa Devoto (1988), tienen su nombre inscrito en una placa, igual que el de su compañero ahora presidente de todos los argentinos, Javier Milei.

Por una pirueta extraña, un amigo en común, conocí al actual presidente en la casa de mis padres, en la calle Camarones (Villa Santa Rita), en el verano del ‘89. El punto en común eran The Rolling Stones: él era un curioso neófito y yo, según mi amigo, un fan con discos que el joven Milei tenía que conocer. Sin recordar detalles, me queda la impresión de un muchacho extroverti­do y de buenos modales, al que volví a ver en dos ocasiones: sobre los parlantes de una disco de

San Martín imitando a Mick Jagger y en el campo de deportes del Copello en Martín Coronado, imitando a Fillol. Sí, un muy buen arquero. Arrojado y con personalid­ad.

No volví a saber de Milei hasta hace un lustro atrás, cuando comenzó su raid mediático. No puedo asegurar que sea la misma persona, y seguro que tampoco lo soy. No lo voté, aunque como todos necesito más que le vaya bien que tener razón.

La casa de mis viejos fue prácticame­nte rematada, corolario del lado oscuro de unos ‘90 que en realidad fueron casi todo sombra y sol para unos pocos. Los Stones, que ya entonces nos parecían unos veteranos, en realidad iban por menos de la mitad de su carrera. Exile on Main St, uno de los discos que escuchamos con el Presidente, no estaba reeditado y la copia, que aún conservo, era de industria nacional y muy bien editada. No había Spotify ni YouTube y la gente peregrinab­a por escucharla.

Curiosamen­te, en aquel mismo 1989, conocería al otro primer mandatario con el que me tocó interactua­r. Afectado al servicio militar, estuve en la Escuela de Suboficial­es Sargento Cabral. Allí, tan preso como un civil como yo pero con beneficios y libertades, estaba confinado Leopoldo Galtieri. Y uno, a quien habían asignado como soldado de la capellanía, hacía oficina a dos puertas de la suite en la que el ex dictador cumplía con su condena. Me tocaba, una vez por semana, golpear la puerta, pedir “parte para el General Galtieri” y avisarle que el sacerdote iba a dar misa. Por unos pocos meses (salió indultado hacia fines de año) presencié sus oficios religiosos. La gran diferencia entre el primer presidente en recibir a un Papa (Juan Pablo II, 1982, contexto Malvinas) y el último en entrevista­rse con un Sumo Pontífice (Milei con Francisco) será siempre sus posiciones antagonist­as frente a Margaret Thatcher. Guerra y admiración, esa curiosa y elíptica grieta entre los dos presidente­s que alguna vez me dirigieron la palabra.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina