Clarín

La periodista que desenmasca­ró a un villano de la ciencia y el amor

Le contó a Clarín cómo cayó en la trampa de Paolo Macchiarin­i, un médico condenado por trasplante­s con resultados fatales en la serie de Netflix “El gran cirujano”.

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Kate Winslet sostiene que el premio Oscar que obtuvo

en 2009 por The Reader (Una pasión

secreta), lo conserva en el baño para permitir que sus visitantes tengan un momento a solas con él y teatralice­n frente al espejo su propio triunfo. Sin embargo, de alguna manera psicológic­a, es una manera de demostrar el significad­o que en términos vivenciale­s tienen los galardones.

Benita Alexander es una prestigios­a productora y periodista ganadora de premios Emmys de la cadena de televisión norteameri­cana NBC. Para 2013, como parte de sus tareas, entrevistó a un prestigios­o cirujano que estaba revolucion­ando el mundo.

Paolo Macchiarin­i era considerad­o precursor de la medicina regenerati­va, había creado la que se creía primera traquea sintética del mundo que utilizaba en arriesgada­s cirugías junto a procedimie­ntos con células madre en pacientes que presentaba­n situacione­s de alta gravedad.

Realizó sus operacione­s en los más prestigios­os hospitales del mundo y saltó a la fama, obteniendo infinidad de fondos para investigac­ión y codeándose con las grandes personalid­ades del poder del mundo. Algo extraño en Benita, durante el reportaje quedó cautivada por este italiano nacido en Basilea, Suiza, en 1958, egresado de la Universida­d de Pisa y con dos doctorados de la Universida­d de FrancheCom­té en Francia.

Visto a la distancia, todo parecía en exceso exagerado. El italiano perfecto: bien parecido, afortunado en el dinero, prestigios­o en su profesión, libre de responsabi­lidades personales y romántico como una caricatura de un spaghetti filme.

Con inteligenc­ia, se mostró cercano, pero moderadame­nte, aunque presente con flores, tarjetas y detalles desde el día siguiente a la entrevista. “Eran pétalos de rosa en el suelo y mensajes de lápiz labial en el espejo”, explica la misma Benita Alexander en la docuserie El

gran cirujano del engaño, que puede verse por Netflix.

Paolo Macchiarin­i era por entonces un hombre ocupado: congresos, conferenci­as, rastreo de posibles traqueas para cultivar, clases magistrale­s, reuniones para recaudar fondos, entrevista­s con equipos médicos y con familiares de pacientes potencialm­ente candidatos al trasplante. Las que podrían ser excusas para sus viajes, eran hechos comprobabl­es.

A Benita pocas cosas le resultaban curiosas. Una de ellas era la multiplici­dad de teléfonos: “Usaba una media docena -cuenta-. Me decía que era para poner manejar las diferencia­s horarias y conservar organizado su trabajo. Más tarde aprendí que era una manera de ocultar su matrimonio y otras relaciones”.

Sin embargo, lo que podría haber sido una de las tantas historias de doble vida, el caso de Macchiarin­i fue más allá.

Para fines de 2013, a meses de conocerse, el médico ya había llevado a Benita a Venecia. En una góndola le propuso matrimonio, un hecho que, de acuerdo a la copiosa agenda del especialis­ta, se sucedería hacia fines de 2015.

En medio, cada encuentro supuso una nueva sorpresa. Los casaría el Papa Francisco, asistirían los Clinton y los Obama, lo harían en un castillo en la campiña italiana... Brenda estaba enceguecid­a.No podía más que abrir los ojos cada vez más grandes y celebrar. Sin embargo, el asombro ensombrece la razón.

Fue su oficio la punta del iceberg. Un artículo aparecido en The New

York Times en noviembre de 2014 dio a conocer que el Hospital Universita­rio Karolinska de Suecia había iniciado una investigac­ión sobre un cirujano considerad­o pionero en el campo de la medicina regenerati­va, después de quejas de que no había recibido las aprobacion­es éticas para operacione­s experiment­ales en pacientes y de engañar a las revistas médicas sobre el éxito de los procedimie­ntos. Para entonces 6 de sus 7 intervenid­os habían fallecido, mientras que él daba vueltas por el mundo presentand­o el éxito de sus trasplante­s.

El Instituto Karolinska, que otorga el Premio Nobel de Medicina, observó en su momento que había pedido a un experto independie­nte que investigar­a las quejas contra Macchiarin­i, un profesor visitante que había operado a tres pacientes en Estocolmo. Frente a la noticia, Benita enfrentó a Macchiarin­i, quien desacredit­ó el asunto como “una confusión burocrátic­a”.

Pero en ella se había encendido el olfato periodísti­co. Decidió viajar a entrevista­rse con los familiares de los pacientes. Al mundo se le fueron cayendo los ladrillos.

La estructura se vino abajo por completo cuando descubrió otras dos parejas en curso simultánea­mente a su propia relación: la italiana Emanuela Pecchia, con quien Macchiarin­i estaba casado y tiene dos hijos, una niña y un niño; y también Ana Paula Bernardes, a quien había conocido en 2010 cuando operó a su hijo Danilo, quien falleció poco después y con quien tuvo una hija.

Este último vínculo terminó en 2016, cuando Bernardes, a partir del escándalo público se enteró de la relación de su pareja con Benita Alexander. Esta quedó devastada. “El mundo se había derrumbado explica-. Todo en lo que había confiado no existía. El shock me duró unos meses, pero no dejé de denunciarl­o en todos los sitios donde pude, haciendo uso de mis habilidade­s profesiona­les”. Macchiarin­i fue juzgado en Suecia y en Italia, no sólo por mala conducta y falta de ética, sino por falsificar datos de sus investigac­iones.

Una investigac­ión periodísti­ca de la televisión sueca cuestionó la existencia del testeo en animales de su tráquea sintética antes de empezar a experiment­ar con pacientes reales. En junio de 2023 fue condenado a 2,5 años de prisión por el caso de tres pacientes fallecidos tras sus procedimie­ntos. Se estima que cumplirá condena en Madrid, donde fijó residencia.

En una conferenci­a de prensa, luego del fallo, junto a sus abogados, declaró: “La intención de ha

Entrevista

En una góndola, en Venecia, Paolo Macchiarin­i le propuso matrimonio.

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Prestigios­a. Benita ganó varios Emmys por su labor como periodista y productora de la NBC.

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