La Iglesia de Alemania desafía otra vez al Papa y reclama más cambios
Quieren crear un consejo de obispos y laicos para debatir los temas más divisivos. Es un cambio profundo. Ahora los laicos no pueden participar de estas decisiones.
Otra vez la cuerda está tan tensa que amenaza romperse en un cisma que alejaría a la Iglesia alemana de Roma y del resto del mundo católico, que obedece la autoridad del Papa.
A los planteos de abiertas reformas como el papel de las mujeres, el sacerdocio femenino, los cambios en la moral sexual y en la vía de los sacerdotes, la Iglesia alemana promueve ahora una cuestión aún más escandalosa de ruptura: la creación de un Consejo formado por obispos y laicos para discutir y decidir los temas más divisivos. La innovación es enorme ya que en la Iglesia los laicos no participan del ejercicio del poder eclesiástico y no pueden ser equiparados a los obispos.
La Conferencia Episcopal alemana, reunida esta semana en la ciudad de Augusta, debía aprobar los estatutos del nuevo organismo. El Papa había expresado ya en una carta dirigida a cuatro teólogas germanas su preocupación sobre la constitución del Comité Sinodal destinado a preparar la introducción de un Consejo Directivo. En las reuniones del camino sinodal que desde 2019 se reúne en asambleas, se han nombrado 27 obispos como integrantes, que deben sesionar también con laicos igualmente elegidos.
El discutido camino sinodal tiene en vilo a toda la Iglesia. En noviembre pasado, cuando se aprobó crear el organismo de obispos y laicos agrupados en el poderoso Comité Central de católicos alemanes, en su carta a las cuatro teólogas, el Papa escribió que el nuevo organismo “no puede ser armonizado con la estructura sacramental de la Iglesia”.
Francisco les recordó también que la Santa Sede había impedido la constitución del Comité “con una carta del 1 de enero de 2023, que aprobé en forma específica”.
Desde Roma voló otra carta, firmada el 16 de este mes y dirigida a los obispos que están reunidos en Augusta. La firman el Secretario de Estado (“primer ministro” del Papa) cardenal Pietro Parolin; el Prefecto para la Doctrina de la Fe, el cardenal argentino Víctor Fernández; y el cardenal Robert Prevost, Prefecto del Dicasterio para los obispos.
Además de reiterar la posición expresada por el Papa, la carta de las altas cumbres del Vaticano les pide a los obispos reunidos en Augusta que anulen la votación del Estatuto prevista para la semana próxima.
La agencia católica alemana KNA señala que la carta de los cardenales Parolin, Fernández y Prevost destaca que un Consejo como el que quieren aprobar “no es contemplado por el Derecho Canónico vigente”. Por tanto, "una decisión de la Conferencia Episcopal sería nula porque no tendría ninguna autoridad aprobar sus estatutos”.
El punto crítico es que en el Comité Sinodal que los alemanes quieren crear, obispos y laicos opinan y votan. Pero en la Iglesia los laicos están excluídos del esquema de poder, reservado a los sacerdotes varones y sus jerarquías.
Llevada la situación al borde de una ruptura, los obispos alemanes decidieron en Augusta cancelar esta vez la votación del Comité Sinodal de la plenaria, porque lo contrario hubiera puesto al orden del día una desastrosa decisión cismática. Gran importancia tuvo en la decisión del arzobispo de Viena, cardenal Schoenborn. El prestigioso purpurado progresista, muy escuchado por los obispos alemanes, dio una fuerte mano al Papa. En una entrevista repitió que los obispos alemanes no debían tomar decisiones “que puedan llevar a un cisma”. Y se declaró "impresionado por la paciencia con la que el Papa está buscando seguir el diálogo con los obispos alemanes y de mantener la unidad y la comunión”.▪