Clarín

Biden vs. Trump, ¿cuestión de edad o nuevo liderazgo?

- Diego Bernardini

Doctor en Medicina, Universida­d de Salamanca, España y profesor titular de Medicina, UNMdP, Argentina.

Hace meses que la discusión sobre el futuro de la elección presidenci­al de los Estados Unidos se centra en la edad de los candidatos. Sobre esto, hace unos días, se dio a conocer un informe del Departamen­to de Justicia estadounid­ense que mencionaba la evaluación del estado mental del presidente Biden, tratándolo casi como un anciano demente.

Palabras más, palabras menos, el Fiscal a cargo dijo que Biden tiene sus facultades mentales disminuida­s en referencia a su mala memoria. La situación merece cuanto menos poner sobre la mesa algunas cuestiones, sobre todo una mirada crítica de aspectos exclusivam­ente médicos.

El presidente Eisenhower en 1956, a sus 64 años, renunció a la posibilida­d de una reelección amparándos­e en su avanzada edad. En ese momento la expectativ­a de vida en Estados Unidos era de 66 años para los hombres, hoy es de 74. Cuando el presidente Trump asumió su cargo en 2017 fue la persona de mayor edad en hacerlo; récord que fue superado por el hoy presidente Biden en 2021. Hoy, Trump tiene 77 años y en caso de ganar tendrá 78, mientras que Biden si gana al finalizar su segundo periodo tendría 86 años contra los 82 del republican­o. Por otro lado, la edad promedio en 2023 de los senadores norteameri­canos fue de 64 años, mientras que el promedio de su Tribunal Supremo es de casi 70 años. El poder político es un tema claramente “mayor” en ese país.

Las investigac­iones muestran hoy que algunos atributos intelectua­les aumentan y hasta mejoran con la edad, pero cuando comienzan a declinar lo hacen rápidament­e. Por ejemplo, la memoria cristaliza­da, la que nos permite conectar ideas y analizar mejor situacione­s, puede mejorar inclusive pasados los 70.

¿Ahora, cómo podemos saber si una confusión o un lapsus de memoria puede ser el inicio de un deterioro cognitivo o no?

Lo primero es diferencia­r qué es normal y que no. No recordar detalles de una conversaci­ón o un evento que tuvo lugar tiempo atrás es razonable. No acordarse el nombre de un conocido u olvidar cosas u hechos puntuales, así como no encontrar la palabra correcta de manera ocasional son hechos lógicos.

Hoy el diagnóstic­o del deterioro cognitivo es clínico. No hay recurso de laboratori­o o de imágenes que nos dé un diagnóstic­o valido como en otras situacione­s médicas. Esto significa una serie de pruebas que se deben realizar a lo largo de un periodo de tiempo, en un ámbito médico, y donde la memoria o su pérdida es solo uno de los dominios evaluados; donde la longitudin­alidad en la valoración del paciente es fundamenta­l, sin mencionar por si acaso, la relevancia de que estos estudios deben realizarse en instalacio­nes médicas.

Los expertos en Estados Unidos que analizaron los antecedent­es de ambos candidatos mencionan que los dos vienen de familias longevas y buen estatus socioeconó­mico, pero cuando escarban en los perfiles de salud, las posibilida­des de que Biden finalice su segundo mandato son mayores que las de Trump, a quien su sobrepeso y la falta de actividad física le juegan en contra, cuestión importante a considerar porque un accidente cerebrovas­cular o un infarto pueden dejar incapacita­do a un presidente.

En medicina solemos decir que dos más dos no son cuatro; pero diagnóstic­os hechos sin formación médica, con solo un interrogat­orio en un ambiente no médico, como muestra el informe, deberían plantear serias dudas. La demencia tiene un patrón evolutivo muy claro y eso lo sabemos bien los médicos, mucho más que un fiscal. ¿Falta de recambio o nuevo liderazgo? Bien, gracias.▪

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