Desregulación de obras sociales: qué tener en cuenta para elegir
El DNU 70 habilita a derivar los aportes directamente a la prepaga. Podría significar una baja de la cuota, pero algunos beneficios se perderían.
Cuando el último fin de semana comenzó a circular el borrador de la reglamentación del DNU 70 sobre la desregulación del sistema de obras sociales, tanto desde el Gobierno como desde algunas prepagas destacaron que la eliminación de la intermediación de las obras sociales para derivar los aportes directamente a una prepaga podría significar un beneficio económico para la gente.
Así lo informó Clarín el último sábado. Pero ese argumento, con la aparición de nuevos elementos contenidos en la reglamentación, ingresó en un cono de sombra. Fue cuando desde las prepagas se puso de relieve otro elemento de la norma que les cargaría un nuevo costo: ahora tendrán que depositar el 20% del total del aporte recibido al Fondo Solidario de Redistribución, en vez de que el tributo afecte sólo a una parte.
Ese Fondo es el que, en teoría, se utiliza para los tratamientos y coberturas de drogas de mayor costo para el sistema. Pero en los últimos años el destino de ese dinero, según explican desde el sistema
privado de salud, fue absorbido en gran parte por la demanda de los gastos para discapacidad.
El dueño de una prepaga de mediano porte contó a Clarín la experiencia que tuvo Uruguay en otra época con este mismo problema: “Nunca pongan recursos en un fondo opaco que no tenga protocolos que digan en qué se van a gastar esos fondos”. El mismo empresario agregó: “Ese Fondo siempre se manejó de manera política y discrecional”.
Desde el Gobierno afirman que esta nueva responsabilidad que le asignan a las prepagas no es otra cosa que ponerlas en un pie de igualdad con las obras sociales. Esto es, que tributen al Fondo por todo el aporte que reciben y no sólo por una parte. Como sea, la cuestión es que ahora las prepagas están poniendo de relieve que en vez de que el beneficiario pueda ver reducida su cuota a partir de aportar directo al sistema privado, probablemente el costo de la cuota suba al surgir la nueva erogación.
En este contexto, ¿cuál será la motivación de los afiliados para dejar de triangular sus aportes? El DNU habilita esa posibilidad, que tendrá un período de adaptación para empezar a funcionar en un mes. “La prepaga va a tener más oferta de planes que pondrá a disposición del beneficiario. La idea es ésa, que haya más oferta. Sentar las bases para tener un sistema más equitativo, mas solidario y de mejor competencia”, dijeron a Clarín fuentes de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS).
La pregunta es quién va a poder elegir en un momento de inflación desatada. La fuente de la SSS admitió que en el actual contexto económico “mucha gente se caerá de la prepaga, pero cuando la situación se estabilice los argentinos tendrán más y mejor oferta”.
Desde el Gobierno hacen hincapié, también, en que el sistema “está hoy completamente desequilibrado” y se preguntan: “¿Cómo puede ser que la prepaga más cara sea también la que tiene la mayor cantidad de afiliados?” -en alusión a OSDE-.
Desde las prepagas no terminan de dilucidar si con esta reglamentación el Gobierno los beneficia o los perjudica. De hecho, tienden a estar más convencidos de lo segundo, mientras que desde el sector sindical creen lo mismo por el hecho de que los empleados argentinos ya no deberán estar cautivos de la obra social a la que hoy pertenecen por su actividad. “Si las críticas vienen de ambos lados, la norma no debe estar tan mal”, ironizan en el Gobierno.
Por otra parte, hay que distinguir entre los llamados “sellos de goma”, las obras sociales que no prestan servicio alguno y sólo sirven para triangular aportes, y las obras sociales que tienen afiliados y prestan tanto servicios.
Desde el Gobierno calculan que la reglamentación del DNU terminará con un negocio de “5 mil millones de pesos por mes”, el dinero que -afirman- hoy se quedan esos “sellos de goma”. Pero desde las prepagas no lo celebran: “Terminar con los sellos de goma fue un reclamo histórico de las obras sociales sindicales”, recuerdan.
Desde los sindicatos, por su parte, al menos para el afuera consideran que la iniciativa es una afrenta política del Gobierno. La paradoja es que la crisis, con un 57,4% de pobreza y el inédito fenómeno de la creciente masa de asalariados pobres, posiblemente termine por transferir más altas que bajas a las obras sociales.
Planteado este escenario, la única certeza a partir de la publicación de la reglamentación del DNU es que los beneficiarios tendrán la posibilidad de elección.
Es probable que a aquellos que triangulan con obras sociales que no brindan servicios les convenga que ese dinero de la intermediación vaya directo a la prepaga. En cambio, los que tienen como intermediaria una obra social con prestaciones, deberán considerar si las mismas son de utilidad: por ejemplo, coberturas que a veces las prepagas se resisten a dar y la obra social allana, o determinadas ventajas sociales y turísticas.
En ese margen seguramente se moverán los beneficiarios más pragmáticos. Luego habrá que considerar al grupo de argentinos más ideologizados, para un lado y otro de la grieta. Desde los que rinden fidelidad al sindicalismo hasta los afines al ya clásico carajeo oficial que vitorea la libertad.w
Al dejar la obra social, ya no se contaría con sus servicios turísticos o recreativos.