¿Ramal que para, ramal que motosierra? Milei va a fondo contra los gremios
El Gobierno podría haber dictado la conciliación en el paro ferroviario, pero no lo hizo. La disputa es política.
La propia concreción del paro ferroviario sorprendió a Omar Maturano, el jefe del sindicato que llamó a la medida de fuerza. Suponía -al igual que el resto de los actores sindicales- que el Gobierno llamaría a la conciliación obligatoria y que las negociaciones salariales seguirían su marcha. No fue así.
Aquí se abren una serie de interrogantes. Según el maquinista Maturano, la administración de Javier Milei inauguró una nueva política: no dictar conciliación y dejar que los conflictos escalen.
En la Secretaría de Trabajo no confirmaron la versión del dirigente gremial, pero su versión parecía cierta anoche al cierre de esta edición: el sindicato de Sanidad llamó a un paro de 24 horas para hoy y el Gobierno tampoco había decretado la conciliación. Los empresarios de la salud están recalientes: dicen que se cansaron de pedir a los funcionarios que la dictasen. “No entienden nada, no pueden hacer política con el sistema de salud. No es lo mismo un paro en una fábrica de empanadas, ni siquiera en los trenes, que en la salud”, dijeron en una cámara patronal.
Maturano es un sindicalista irascible e impredecible; por esas características comparte en el mundillo gremial un apodo con el presidente Javier Milei. Según cuentan, la decisión del ferroviario fue inesperada para el resto de los integrantes del Consejo Directivo de La Fraternidad y para los capos de los otros gremios de la actividad. Aunque no funcionan en tándem, habitualmente negocian juntos.
Estaba previsto que los sindicatos ferroviarios retomaran las negociaciones salariales tras la difusión del índice de inflación, que se conoció la semana pasada. Por eso, la convocatoria al paro descolocó a sus pares de otros sindicatos.
Ayer, los sindicatos y las autoridades del Gobierno estuvieron reunidas. Participaron del encuentro el hijo de Maturano y su segundo, quienes pidieron que en el acta constase que no se había dictado la conciliación. La posición de los funcionarios presentes fue que no se la había dictado porque había abierto un marco de negociación.
Algunos en la CGT interpretan que la decisión del Gobierno de dejar que el paro se concretase muestra falta de pericia y también de política por parte de la gestión Milei. No castigan puntualmente al secretario de Trabajo Omar Yasín pero casi por piedad: sostienen que las decisiones se toman por arriba de él y que carece de poder de negociación. Estaría pintado, según se escucha en los gremios. "No hay con quien hablar", se queja un histórico dirigente cegetista.
Pero lo que pasó con el paro ferroviario parece indicar que la política de confrontación de la Casa Rosada con diputados, gobernadores y sindicalistas es a fondo, sin importar -al menos por ahora- si una medida de fuerza afecta a cientos de miles de personas.
En esa línea, el vocero presidencial acusó a los gremios de tener poca representación y mala imagen en la sociedad. Un clásico de estas peleas.
El periodista de Clarín Gustavo Bazzan resumió, perspicaz, en Twitter la que sería la posición del Gobierno. "1990: ramal que para, ramal que cierra. 2024: ramal que para, ramal que motosierra".
Si se trata de una política, habrá que ver el resultado a mediano y largo plazo. En los gremios entienden que el Gobierno juega con fuego y que no vislumbra los potenciales peligros que enfrentaría en caso de que escalen los conflictos.
Por ahora, eso sí, la CGT ni piensa en volver a convocar a un paro general. En la central lo que sí estiman es que se avecina una explosión de conflictos sector por sector. ¿Será la llamada guerra de guerrillas? En un proceso de brutal y generalizada pérdida de poder adquisitivo, la duda es qué margen tiene el Gobierno -Milei asumió hace apenas 74 días- para confrontar y no aceptar negociar. La pelea no es económica, es de poder. ■