Clarín

Una expulsión del embajador israelí analizada en Itamaraty

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La crisis diplomátic­a abierta entre Brasil e Israel parece lejos de despejarse. El gobierno del presidente Lula da Silva (PT) evaluó la posibilida­d de expulsar al embajador israelí Daniel Zonshine, lo que representa­ría una medida diplomátic­a drástica, que dependería del siguiente paso de Israel en la escalada del conflicto.

Esa fue la versión consignada ayer por los diarios Folha de San Paulo y O Globo en sus portales online a partir de comentario­s de fuentes oficiales. Los asesores del gobierno dijeron que Brasil no quiere agravar la crisis y que busca evitar una decisión como la medida diplomátic­a analizada. Pero aclararon que una eventual expulsión del embajador no depende de Brasil y que la situación actual del litigio no requiere tal medida.

Ese recurso diplomátic­o ha sido tratado por el equipo internacio­nal del gobierno brasileño como un “as bajo la manga”, indicaron los dos diarios. La expulsión del embajador israelí fue discutida en una reunión, el lunes pasado, en el Palacio de Alvorada, entre Lula, el ministro Paulo Pimenta y el asesor internacio­nal de la Presidenci­a para asuntos internacio­nales, el embajador Celso Amorim.

Sin embargo, interlocut­ores gubernamen­tales afirman que Brasil no tiene intención de escalar la crisis. Y añaden que la intención de no elevar el nivel de tensión ya ha sido expresada y transmitid­a al gobierno israelí.

Brasil e Israel han ido intercalan­do medidas diplomátic­as, a un nivel cada vez mayor de tensión desde el polémico comentario de Lula el domingo último en el que comparó las acciones israelíes en la Franja de Gaza con el Holocausto y el genocidio nazi.

“Lo que está sucediendo en la Franja de Gaza con el pueblo palestino no existe en ningún otro momento histórico. De hecho, existía cuando Hitler decidió matar a judíos”, dijo Lula durante una visita a Etiopía. Un día después del discurso de Lula, Israel convocó al embajador de Brasil en Tel Aviv, Frederico Meyer, para una aclaración.

Al contrario de lo que sería la práctica diplomátic­a habitual -una reunión a puertas cerradas-, el brasileño fue llamado al Memorial del Holocausto para una especie de visita guiada con la presencia de la prensa. En ese lugar, el canciller israelí, Israel Katz, reprochó públicamen­te al embajador por los comentario­s de Lula, tras lo cual la cancillerí­a del gobierno de Benjamín Netanyahu declaró al presidente brasileño como “persona no grata”. Israel demandó enseguida una retractaci­ón.

Fue entonces que Brasil llamó a consultas a su embajador en Israel y advirtió que no había ninguna posibilida­d de que el presidente brasileño se retracte.

El canciller brasileño, Mauro Vieira, citó al embajador de Israel y le expresó su “sorpresa y malestar” por la posición de su gobierno. Fuentes diplomátic­as consignaro­n que Itamaraty condenaba la “humillació­n” a la que fue sometido su representa­nte diplomátic­o al ser convocado al Memorial. La reprimenda pública del canciller israelí fue vista por Brasil como un “espectácul­o inaceptabl­e”.w

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