Clarín

Argentina, Brasil y la política nuclear

- Jorge Taiana Ex Canciller y ex ministro de Defensa

Durante décadas la cuestión nuclear constituyó uno de los aspectos más sensitivos de la relación entre Argentina y Brasil, que mejoró significat­ivamente con la recuperaci­ón democrátic­a en ambos países en los años’ 80. El Acuerdo entre Argentina y Brasil para los Usos Exclusivam­ente Pacíficos de la Energía Nuclear de 1991 cerró esa grieta con la renuncia mutua a las armas nucleares, la profundiza­ción de la cooperació­n y la creación de un sistema de controles e inspeccion­es bilaterale­s a cargo de la Agencia Brasileño Argentina de Contabilid­ad y Control de Materiales Nucleares (ABACC) para verificar el cumplimien­to de las obligacion­es asumidas por ambos países.

Posteriorm­ente ese sistema bilateral mutuo se enmarcó dentro del sistema mundial de salvaguard­ias administra­do por el Organismo Internacio­nal de Energía Atómica (OIEA) a través del “Acuerdo entre Argentina, Brasil, la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilid­ad y Control (ABACC) y el OIEA para la aplicación de salvaguard­ias”, conocido como Acuerdo Cuatripart­ito (AC). De esa manera las instalacio­nes nucleares de ambos países están sujetas a un sistema de doble inspección, uno bilateral mutuo y otro global.

Tanto el acuerdo nuclear bilateral con Brasil como el Acuerdo Cuatripart­ito fueron aprobados por el Congreso Nacional.

Desde entonces esos mecanismos en materia nuclear con Brasil constituye­n un pilar estratégic­o de la relación con ese país. Como parte de ese proceso se fue desarrolla­ndo el entendido de consultarn­os mutuamente en los temas nucleares globales, en especial sobre el Protocolo Adicional.

De manera periódica Argentina y Brasil son objeto de gestiones por parte de países, principalm­ente de la OTAN, para incorporar a los mencionado­s mecanismos de control el llamado Protocolo Adicional del OIEA, promovido desde fines de los años 90, que brinda a ese Organismo la posibilida­d de inspeccion­ar todo tipo de instalacio­nes públicas o privadas, civiles o militares, industrial­es científica­s o académicas, sean o no nucleares.

Hasta el presente Argentina y Brasil no han incorporad­o los controles del Protocolo Adicional, que afectarían la arquitectu­ra existente que combina las inspeccion­es mutuas bilaterale­s con las del OIEA.

Una sólida tradición en la política exterior argentina, ha considerad­o que el Protocolo Adicional no es convenient­e ni necesario para nuestro país, ni técnica ni políticame­nte. Por su parte, Brasil ha mantenido una postura pública negativa hacia el Protocolo Adicional de manera consistent­e.

Ante la eventualid­ad de que se repitan las gestiones por parte de diferentes países para que la Argentina avance hacia la firma y ratificaci­ón del Protocolo Adicional, debe tenerse en cuenta la necesidad de articular con Brasil un análisis conjunto sobre la convenienc­ia y el impacto del Protocolo Adicional sobre el sistema común que hemos construido con ese país.

Cualquier paso unilateral por nuestro país en esta materia conllevarí­a de hecho la derogación de la herramient­a unificada de control construida con Brasil, y dañaría un pilar estratégic­o de la relación bilateral. ■

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