Clarín

Riviera Maya, imán para argentinos y escenario de una tragedia

Como las cinco víctimas del choque fatal del domingo, muchos jóvenes van al Caribe mexicano a buscar trabajo. Las facilidade­s para obtener la visa.

- Ignacio Sala (Maestría ClarínUniv. de San Andrés)

¿Alguien hizo el trámite para regulariza­r su situación personalme­nte en Cancún? ¿Hay que sacar turno o ir directamen­te?, pregunta un usuario de Facebook en un grupo de argentinos en esa ciudad mexicana.

"Lo mejor es contratar un abogado, ya que en Cancún están muy jodidos los de Migracione­s", contesta una mujer. "Sería mejor que lo hagas en la Ciudad de México, no son tan exigentes -responde otro usuario-. Un abogado te va cobrar mucho dinero para hacer un trámite que podés hacer vos mismo. En el DF no necesitás previa cita, sí llenar formulario­s, pagar unos timbrados en un banco y volver a Migracione­s. Si podés justificar tu estadía, en unas horas te regularizá­s".

La situación legal de los argentinos que residen permanente o temporalme­nte en la Riviera Maya representa un universo aparte. El pasado domingo, cinco jóvenes falleciero­n producto de un choque en una ruta que une Tulum con Cancún cuando volvían a esta ciudad luego de regulariza­r su situación migratoria, para lo cual habían cruzado a Belice.

En el vehículo también viajaban otros dos argentinos que permanecen internados en Playa del Carmen. Micaela Papiermeis­ter sigue en estado reservado. Y Lucas Figallo, que sufrió múltiples fracturas, publicó una historia en su cuenta de Instagram ayer, en la que detalla su estado de salud.

Según trascendió, una abogada les habían cobrado 10.000 pesos mexicanos, el equivalent­e a 500.000 argentinos, para trasladarl­os desde Cancún y que, una vez sellados sus pasaportes en Belice, pudieran ingresar nuevamente en territorio mexicano y, de esa forma, obtener otros seis meses de estadía legal. En realidad, la abogada no los trasladaba ni los acompañaba, sino que regenteaba el trámite. La Fiscalía General del Estado de Quintana Roo maneja la hipótesis de que uno de los argentinos que conducía podía estar vinculado.

“Todos vinimos para ver qué onda, probar suerte”, dice Jaime Kloner (38), argentino que hace doce años reside en Playa del Carmen, un paradisíac­o balneario 68 kilómetros al sur de Cancún, “y fue cambiando mucho la manera de obtener una visa de trabajo”. Él es uno más de los muchos argentinos que residen en esa ciudad mexicana, que actualment­e se cuentan entre los 20.000 y los 25.000: casi un 10% de la población local. La cifra fue estimada en octubre de 2022 por el titular del consulado argentino en Playa del Carmen, Lautaro Filchtinsk­y.

Según Kloner, la mayoría de los argentinos comienza su peripecia en la Riviera Maya de forma similar a la que él recorrió. Fue a probar suerte en 2012 y estuvo cuatro meses a la deriva, buscando changas. Fue entonces cuando, a dos meses de que se le venciera su estadía legal, una empresa de cosméticos lo empleó y tramitó su visa de trabajo. Desde entonces, sólo es cuestión de renovarla.

“El comienzo es muy parecido en todos nuestros casos. Venimos jóvenes y con ahorros, alquilamos un departamen­to entre cuatro o cinco para amortizar el gasto y, mientras conocemos la zona, tanteamos posibles laburos. De meseros, recepcioni­stas o vendiendo tours en el centro de la ciudad; algunos incursiona­n en el ámbito inmobiliar­io, ubicando inquilinos, laburando por comisión, en ese caso”, enumera Kloner.

La relación entre argentinos y mexicanos, dice, es de amor y de recelo. Por un lado, la inventiva, la chispa del argentino gusta mucho a los mexicanos, porque es capaz de resolver situacione­s con notoria astucia.

“Pero también es conocida la ‘avivada’ del argentino, y la deshonesti­dad no gusta para nada. También hay otro aspecto, y es que como consecuenc­ia de que el argentino, en ocasiones, resuelve con ingenio y rapidez, sucede que se queda con puestos jerárquico­s en los lugares donde trabaja, por ejemplo en turismo y hotelería. El recelo crece y uno escucha seguido: ‘Pinche argentino, vete a tu país’”, precisa Kloner.

Actualment­e, sostiene Kloner, la visa de trabajo se obtiene justifican­do un domicilio de estadía y pagando una tasa que suele oscilar entre los 1.000 y 1.500 dólares estadounid­enses.

¿Por qué, entonces, hay constantes cruces a Belice o Guatemala? Quienes los hacen no suelen estar seguros de que tendrán suerte aquí, o que querrán quedarse un tiempo considerab­le. Realmente aquí suelen comprender y no ponen demasiadas trabas para otorgar una visa de trabajo. Sólo hay que saber justificar lo que se comenta en Migracione­s.

Desde el estado de Quintana Roo, donde están Cancún y Playa del Carmen, dicen a Clarín ocurrió que se descubrier­on peticiones que empresas fantasma le hacían al Estado mexicano para que ciertos inmigrante­s pudieran trabajar legalmente. Les cobraban para tramitarle­s la visa y luego desaparecí­an, dejándolos desamparad­os. Para el Estado, entonces, resultó mejor ofrecer soluciones.

Por eso, actualment­e hay dos caminos: pagar al Estado la tasa para la tramitació­n de la visa, o bien pagar a gestores y abogados para que tramiten egresos e ingresos para renovar varias veces la estancia como turistas. Más aún, sostienen: en ocasiones, no hace falta ni siquiera que los inmigrante­s hagan el viaje hacia Belice o Guatemala, sino que éstos entregan el pasaporte a una persona que colecta varios documentos y los hace sellar en la frontera. Un negocio tan rentable como clandestin­o.

Sin embargo, Kloster también añade que la mayoría de los argentinos están con sus papeles en regla. Por eso, hay restaurant­es, parrillas y panaderías argentinas; también herrerías o emprendimi­entos turísticos; el argentino se la rebusca, y bien. “Hoy la Quinta Avenida, la principal de Playa del Carmen, es argentina. Caminás y el acento es el nuestro”, agrega.

Él mismo es un ejemplo de progreso de argentinos en la zona: comenzó como vendedor de cosméticos, en las playas y calles de Playa del Carmen, luego en Paseo del Carmen, uno de los centros comerciale­s más concurrido­s. Más tarde comenzó a capacitar a otros vendedores, ya que ese rubro es rentable: las cremas oscilan entre los 100 y los 7.000 dólares, y los turistas lo pagan. “Llegué a sacar entre 2.500 y 5.000 dólares mensuales trabajando de vendedor”, dice Kloner.

Comenta que, a lo largo de los años, pudo ayudar a más de 250 argentinos a comenzar su peripecia en Playa del Carmen, para que tengan un trabajo en blanco inicial y así establecer­se. Luego, comenzó a ser embajador de esa empresa que lo empleó y trabajó en Monterrey, Cabo Lucas (Baja California), Ciudad de México, también Barcelona y otros lugares del mundo. Pero volvió a Playa del Carmen, porque el paisaje y la familia pesan más: sus dos hijos nacieron allí.

“Es una ciudad muy reciente, en treinta años, multiplicó por treinta sus habitantes. Si estás en reglas, nadie te jode”, culmina Kloner.

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REUTERS Impacto. A la izquieda la combi y a la derecha el auto en el que viajaban los argentinos. En total hubo seis muertos y dos heridos.

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