Clarín

El mejor estadio provisorio, un lujo para 21.500 espectador­es

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Lo dice Gabriel Gabor, PR de la MLS, y puede sonar exagerado. Pero no lo es. El Chase Stadium, hasta anteayer DVR PNK Stadium, es “el mejor estadio provisorio del mundo”. Y tiene razón este argentino que está afincado desde hace varias décadas en Miami: es un estadio de lujo. Y más todavía si se tiene en cuenta que se levantó en apenas ocho meses y que en unos años dejará de ser usado por el equipo principal de Inter Miami porque se mudará al Freedom Park, que estará pegado al aeropuerto internacio­nal de Miami

La cancha, hecha de estructura­s tubulares, casi que no tiene sotén altuno de hormigón o cemento. Cuenta con un aforo para 21.500 espectador­es sentados que se dividen en cuatro tribunas. Pero no se trata simplement­e de asientos para ver fútbol, sino que es una experienci­a que va mucho más allá.

Se sabe que el deporte acá en Estados Unidos es también un espacio para pasarla bien, comer y beber. Y eso es lo que se puede hacer en el NorthWest Club, que da a uno de los córners. Alli hay un restorán de una conocida cadena de comidas rápidas -que también es auspiciant­e de Messi-, pero también hay una barra para tomar vino argentino. No es tal vez el mejor lugar para ver fútbol, pero sí para pasarla bien.

Donde sí se ve bien el fútbol es en las suites, que están al ras del campo de juego. Es es lugar donde están los propietari­os, los famosos -LeBron James y Serena Williams vieron desde allí el debut de Messi- y los familiares de las estrellas del equipo. Ese es “el lugar” del estadio. Tienen espacio para 14 personas, servicio de comidas y cuesta unos 15 mil dólares.

Hay un segundo piso, que también tiene una especie de patio de comidas, con una muy buena visión que vale 1.200 billetes de Washington. Y un tercero, aún mejor, que también tiene localidade­s agotadas.

Por detrás está la platea preferenci­al que van desde los 160 a los 670 dólares de acuerdo a cuán cerca se esté de la línea que demarca el mediocampo

Del lado de enfrente hay una platea que tiene valores más bajos porque de día pega fuerte el sol de la Florida. Y también están la cabeceras, cuyas entradas valen 140 dólares. Eso sí, se ve bien de todos lados. Y quienes no tiene acceso a los servicios de comida de las suites o de la terraza pueden ir a los foodtrucks que están a la salida. Una lata de cerveza está 15 dólares. Lo mismo cuesta una lata de vino. Por un dólar más se puede tomar un trago a base de vodka o tequila. Una gaseosa sale 6 y un vaso rellenable se consigue por 12. ¿Y comer? Un pretzel 5,75; un balde de pochoclos 9.50. Y también hay comida más elaborada como empanadas dominicana­s o quesadilla­s mexicanas. ■

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