Martínez está bajo presión y tiene varios temas por resolver
El técnico tendrá un partido vital contra River. Debe ganar, definir un equipo titular y afirmar la identidad.
La coyuntura está lejos de ser aquella que imaginó cuando dejó Huracán y llegó a Boca, el sueño pendiente que pudo cumplir gracias al llamado de Juan Román Riquelme. Y como el fútbol argentino es una picadora de carne, el Superclásico será vital para Diego Martínez. No está su continuidad en juego. Sin embargo, el técnico tiene por delante un partido con una gran presión y muchas cuestiones por resolver: definir un elenco estable, afirmar la identidad que asoma difusa, retomar el camino de la victoria y recuperar el nivel de algunas individualidades como el caso de Edinson Cavani.
Boca arrastra una estadística que no sólo es responsabilidad de Martínez, quien bien podría hablar de la “famosa herencia” apelando al discurso de los políticos. Al fin de cuentas ganó siete de los últimos 30 partidos. Un promedio bajísimo si se tiene en cuenta que se trata de uno de los clubes argentinos más poderosos. Al nuevo técnico hay que evaluarlo por los siete encuentros que dirigió: Gimnasia y Tiro (Copa Argentina) y las seis fechas de la Copa de la Liga. En ese contexto ganó tres, empató tres y perdió uno con siete goles a favor y tres en contra.
A pesar del poco tiempo que lleva al frente del plantel, Martínez utilizó 21 jugadores en las seis fechas del torneo. También, tres esquemas (4-1-3-2, 4-2-3-1 y 4-4-2). Sólo cinco futbolistas fueron titulares en todos los partidos: Sergio Romero, Luis Advíncula, Cristian Lema, Nicolás Figal y Miguel Merentiel. Después rotó mucho y nunca repitió la formación. Y no será la excepción en el Monumental.
Martínez todavía no consiguió el “equipo equilibrado” de su preferencia que anunció al principio.
Boca es el equipo con mayor posesión (57,5 por ciento) detrás de River (62,5) y también el segundo con mayor cantidad de pases acertados por partido (373). Claro que esos números no indican un gran caudal de juego. En definitiva, más de la mitad de esos pases (197) se produjeron en campo propio. Y un gran déficit está en el área rival. Marcó los seis goles en 77 intentos. Ninguno de cabeza, ninguno de pelota parada. Dos fueron de contragolpe (por errores no forzados) y el resto por ataque directo.
A pesar de la racha positiva de Miguel Merentiel, que convirtió 12 goles en los últimos 15 encuentros, el resto no acompaña. Tres de los seis goles que ostenta Boca fueron del uruguayo (Sarmiento, Tigre y Central Córdoba), uno lo hizo Darío Benedetto (Tigre), otro Kevin Zenón (Central Córdoba) y el último Lucas Blondel (Lanús). Los volantes, con la excepción del correntino recién llegado de Unión, tienen poca explosión en el área. Ni hablar el centrodelantero estrella que no termina de aparecer. De Cavani se trata.
El uruguayo marcó tres goles en 19 partidos y no convierte desde hace 130 días. Falló seis grandes situaciones. Se lesionó en la segunda fecha, volvió y sigue con la pólvora mojada. Uno de los desafíos de Martínez es ayudarlo a recobrar ese rendimiento. Diego Godín, ex compañero en Uruguay, había declarado hace un par de días: “Edi es testarudo y fuerte de la cabeza. Me encontré en el casamiento de Giorgian de Arrascaeta con él y le dije: ‘Dejá de correr un poquito, dejá de ayudar a todos y concéntrate ahí en el área’”. ¿Se quitará la espina ante River?
Atrás, más allá de la ausencia de Marcos Rojo, Martínez está mejor cubierto. Pero casi no pudo contar con Cristian Medina y Ezequiel Fernández. Y los volantes son clave para su esquema. Contra Lanús no rindieron en toda su dimensión. De su evolución también depende encontrar una mayor dinámica en el medio.
“Jugamos cada tres días; no es excusa”, se atajó Martínez. En parte tiene razón. Es que casi no hay tiempo para ensayos. Aunque mucho menos en Boca, que exige y obliga a los óptimos resultados porque consume rápido.