Clarín

Un poeta que desafió al poder

- Hconvertin­i@clarin.com

Acaba de publicarse en la Argentina un libro de poemas de un autor ruso que murió en 1938 y que el gran público (me incluyo) desconoce. ¿Es un tema para este espacio? Si me dejan contarles la historia, van a ver que sí. El poeta se llamaba Ósip Mandestalm y su libro, “Cuadernos de Vorónezh”, fue editado por Blatt & Ríos, un sello independie­nte de los que mueven en silencio y con mucho esfuerzo las poleas de la literatura en nuestro país. Lo que les voy a narrar está tomado del didáctico prólogo que escribió el traductor Fulvio Franchi y de una pesquisa exprés por Internet.

Mandestalm fue un poeta que se enfrentó al poder de turno. Dijo lo que incomodaba al líder de su época y lo pagó con la vida. Nació en 1891 en Varsovia, cuando esta ciudad pertenecía al Imperio Ruso. Su familia se mudó dos años después a San Petersburg­o, donde él creció. Debió convertirs­e al cristianis­mo para poder ingresar a la universida­d sin pasar por la dura criba que se les imponía a los estudiante­s judíos. Apoyó con moderación la Revolución de 1917 y durante la guerra civil posterior, que se extendió hasta 1922, fue detenido tanto por el Ejército Blanco (contrarrev­olucionari­o) como por el Ejército Rojo (bolcheviqu­e).

El quiebre decisivo en su vida se produce en 1933, cuando escribe un poema llamado “El Montañés”, que cuestiona a José Stalin, el líder soviético. “Vivimos sin sentir el país bajo nosotros / nuestras voces a diez pasos no se oyen”, recita ante un puñado de personas. Satiriza la figura del dictador (“sus dedos gordos, como gusanos, son grasosos “), su forma de hablar, critica la obsecuenci­a de su entorno y señala el placer que Stalin siente con “cada ejecución”.

Lo detuvieron, lo procesaron y, como castigo, lo obligaron a residir en pueblos pequeños y alejados, en un destierro interior que lo desplazaba de los epicentros intelectua­les del país. Intentó suicidarse tirándose desde la ventana de un hospital. Enfermo de asma y con problemas cardíacos, en 1938 regresó a Moscú, ciudad que tenía vedada, para atenderse. Lo denunciaro­n a la policía secreta. En mayo lo arrestaron de nuevo, lo condenaron a cinco años de prisión y lo enviaron a Vladivosto­ck, cerca de la frontera con China, a 9.000 kilómetros de la capital de la URSS. Murió el 27 de diciembre en un campo de concentrac­ión.

Cuenta Fulvio Franchi que Mandestalm fue parcialmen­te rehabilita­do por el Estado soviético en 1956, tres años después de la muerte de Stalin. Y que recién fue absuelto por completo en 1987, en tiempos de Gorbachov. El poeta que se enfrentó al poder llegó a escribir en 1937 una oda al dictador como un desesperad­o intento por salvar su vida. Nadie se la publicó. Su esposa, la también poeta Nadiezhda Jázina, conservó el texto y no quiso destruirlo a la muerte de su marido, como le recomendab­an sus amigos, quienes creían que, de difundirse, podía mancillar la memoria de Mandestalm. El panegírico es tan meloso que algunos creen ver en él un tono paródico. Acaso, una burla disimulada a quien lo perseguía.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina