Ariadna Pastorini: un curioso desfile con artistas envueltos
Se verá esta tarde, en Colección Amalita. Recrea, en una performance, las imágenes que actualmente exhibe allí. Aquí, el foco de la propuesta.
¿No la vieron todavía? La muestra Mutaciones en verde está buenísima. Reúne una serie de fotos y videos sobre performances en las que artistas pusieron el cuerpo, literalmente, para que Ariadna Pastorini los cubriera casi por completo y los transformara en imágenes de esculturas en las que es muy difícil reconocerlos.
No sólo se trata de un juego divertido de envoltura de egos. “Esta es una muestra de performances y de esculturas. Pero, ¿dónde están las performances? En parte, las ves en el video que está expuesto y además, en las fotos de las esculturas que resultaron de ellas. ¿Y qué son acá las esculturas? Imágenes planas, colgadas sobre una pared vestida -con un cortinado verde, estilo cortesano-, ofreciendo un solo punto de vista”, explicó Pastorini a Revista Ñ en la inauguración de la expo en la Colección Amalita.
Bueno, ahora, la obra de Pastorini saldrá de los marcos y recuperará el volumen para desfilar en una de las grandes salas del museo de Puerto Madero. Será en otra performance, Gen Pastorini, en la que la artista “envolverá” a más colegas -de Cristina Coll a Machi Pérez, entre otros-, delante del público.
“Me pueden ver armando las obras sobre los artistas en una especie de transformación espontánea. Después, las 'piezas' van a salir desfilando, al ritmo de una playlist que armé yo misma y harán un recorrido alrededor de la gente. ¿La playlist? Arranca con Mensaje en una botella, de The Police. Será una acción shapeshifters, digo yo”, anticipa Pastorini a Clarín.
Shapeshisfters es un concepto central para acercarse a estas piezas y a la obra de Pastorini. Alude a la capacidad de transformar/se. En la reseña de esta exposición, recordábamos que el término abarca criaturas diversas, desde Zeus asumiendo la forma de un cisne para poseer a Leda en la mitología griega hasta Jekyll y Hyde y, en el mundo real, los peces piedra que se mimetizan a tal punto con el entorno que llegan a crecer algas sobre ellos y sus púas con veneno.
Además, Shapeshifters/ Mutaciones es el título del libro con las fotos de las obras de Pastorini y un texto iluminador de la curadora Laura Casanovas, que acompaña la muestra y que sólo se vende en el museo. Fue diseñado por la artista a pulmón e impreso con apoyo de la Colección Amalita.
Pero la clave es, como explica Casanovas en la presentación, que Pastorini explora, que pasaría si, el cambio, sin tregua.“La mutación como principio a partir del cual tiene lugar la creación”, resume. Y agrega: “En estas Mutaciones, el vínculo o ligazón entre cuerpos y telas logra una obra superadora del binomio. Porque, ¿dónde comienza y termina el cuerpo humano que intuimos por debajo, revelándose en algún caso mediante la aparición de una pierna, un brazo o una cabeza? ¿Dónde comienzan y terminan los materiales?”
Pastorini (Montevideo, 1965) crea joyas con plástico y mantos sacros de nylon, convierte lo pesado en liviano y hace que los centros pasen al margen o al revés. Trastoca. Y así la artista expuso ya en Alemania -donde vivió-, Francia, Canadá, Estados Unidos, España Italia, Brasil, además de Argentina, e integra colecciones públicas y privadas locales y del exterior.
El 20 de marzo de 2020, con el comienzo aquí de la cuarentena por la pandemia del coronavirus, se le ocurrió Performances de encierro, un proyecto en el que creadores de América, Europa y Asia filmaron breves videos en sus casas y los compartieron en las redes sociales.
¿Pero qué quiso esconder y qué quiso desnudar Pastorini al convocar a otros artistas esta vez?
“Apunté a los egos. Yo tengo el mío, por supuesto. Pero trabajo en redes. Hacer con otros me divierte y me enriquece. Convoqué artistas, algunos amigos y otros no, y dejaron que los tapara, que los envolviera, que mostrara a veces un pie o una mano o el pelo, y hasta que los atara. Se sometieron a mis decisiones durante el juego”, agregó.
Decíamos que, al principio, la obra de Pastorini, que va del arte textil -recibió el Konex al Mérito por esta disciplina- a la performance y la escultura, está basada en el placer. Pero va más allá, incluso del otro lado. Porque cuando uno se acerca, aparecen cadenas y mordazas. La silueta de un mendigo. El hueco de una ausencia.
Pastorini experimenta con los cuerpos en vivo. Sigue confiando en las performances. “En el medio artístico quedaron ‘cristalizadas’ pero las reivindico: creo con otros y me divierto”, suele explicar. Además, su obra apunta a reescribir el destino de las telas -su mamá cosía y su papá fabricaba zapatos- y torcer la escultura tras la era de los monumentos.
Así que con sus maravillas de paños baratos, ofrece formas nuevas de lidiar con lo pasajero y las ilusiones de eternidad. ■