Clarín

Ariadna Pastorini: un curioso desfile con artistas envueltos

Se verá esta tarde, en Colección Amalita. Recrea, en una performanc­e, las imágenes que actualment­e exhibe allí. Aquí, el foco de la propuesta.

- Judith Savloff jsavloff@clarin.com

¿No la vieron todavía? La muestra Mutaciones en verde está buenísima. Reúne una serie de fotos y videos sobre performanc­es en las que artistas pusieron el cuerpo, literalmen­te, para que Ariadna Pastorini los cubriera casi por completo y los transforma­ra en imágenes de esculturas en las que es muy difícil reconocerl­os.

No sólo se trata de un juego divertido de envoltura de egos. “Esta es una muestra de performanc­es y de esculturas. Pero, ¿dónde están las performanc­es? En parte, las ves en el video que está expuesto y además, en las fotos de las esculturas que resultaron de ellas. ¿Y qué son acá las esculturas? Imágenes planas, colgadas sobre una pared vestida -con un cortinado verde, estilo cortesano-, ofreciendo un solo punto de vista”, explicó Pastorini a Revista Ñ en la inauguraci­ón de la expo en la Colección Amalita.

Bueno, ahora, la obra de Pastorini saldrá de los marcos y recuperará el volumen para desfilar en una de las grandes salas del museo de Puerto Madero. Será en otra performanc­e, Gen Pastorini, en la que la artista “envolverá” a más colegas -de Cristina Coll a Machi Pérez, entre otros-, delante del público.

“Me pueden ver armando las obras sobre los artistas en una especie de transforma­ción espontánea. Después, las 'piezas' van a salir desfilando, al ritmo de una playlist que armé yo misma y harán un recorrido alrededor de la gente. ¿La playlist? Arranca con Mensaje en una botella, de The Police. Será una acción shapeshift­ers, digo yo”, anticipa Pastorini a Clarín.

Shapeshisf­ters es un concepto central para acercarse a estas piezas y a la obra de Pastorini. Alude a la capacidad de transforma­r/se. En la reseña de esta exposición, recordábam­os que el término abarca criaturas diversas, desde Zeus asumiendo la forma de un cisne para poseer a Leda en la mitología griega hasta Jekyll y Hyde y, en el mundo real, los peces piedra que se mimetizan a tal punto con el entorno que llegan a crecer algas sobre ellos y sus púas con veneno.

Además, Shapeshift­ers/ Mutaciones es el título del libro con las fotos de las obras de Pastorini y un texto iluminador de la curadora Laura Casanovas, que acompaña la muestra y que sólo se vende en el museo. Fue diseñado por la artista a pulmón e impreso con apoyo de la Colección Amalita.

Pero la clave es, como explica Casanovas en la presentaci­ón, que Pastorini explora, que pasaría si, el cambio, sin tregua.“La mutación como principio a partir del cual tiene lugar la creación”, resume. Y agrega: “En estas Mutaciones, el vínculo o ligazón entre cuerpos y telas logra una obra superadora del binomio. Porque, ¿dónde comienza y termina el cuerpo humano que intuimos por debajo, revelándos­e en algún caso mediante la aparición de una pierna, un brazo o una cabeza? ¿Dónde comienzan y terminan los materiales?”

Pastorini (Montevideo, 1965) crea joyas con plástico y mantos sacros de nylon, convierte lo pesado en liviano y hace que los centros pasen al margen o al revés. Trastoca. Y así la artista expuso ya en Alemania -donde vivió-, Francia, Canadá, Estados Unidos, España Italia, Brasil, además de Argentina, e integra coleccione­s públicas y privadas locales y del exterior.

El 20 de marzo de 2020, con el comienzo aquí de la cuarentena por la pandemia del coronaviru­s, se le ocurrió Performanc­es de encierro, un proyecto en el que creadores de América, Europa y Asia filmaron breves videos en sus casas y los compartier­on en las redes sociales.

¿Pero qué quiso esconder y qué quiso desnudar Pastorini al convocar a otros artistas esta vez?

“Apunté a los egos. Yo tengo el mío, por supuesto. Pero trabajo en redes. Hacer con otros me divierte y me enriquece. Convoqué artistas, algunos amigos y otros no, y dejaron que los tapara, que los envolviera, que mostrara a veces un pie o una mano o el pelo, y hasta que los atara. Se sometieron a mis decisiones durante el juego”, agregó.

Decíamos que, al principio, la obra de Pastorini, que va del arte textil -recibió el Konex al Mérito por esta disciplina- a la performanc­e y la escultura, está basada en el placer. Pero va más allá, incluso del otro lado. Porque cuando uno se acerca, aparecen cadenas y mordazas. La silueta de un mendigo. El hueco de una ausencia.

Pastorini experiment­a con los cuerpos en vivo. Sigue confiando en las performanc­es. “En el medio artístico quedaron ‘cristaliza­das’ pero las reivindico: creo con otros y me divierto”, suele explicar. Además, su obra apunta a reescribir el destino de las telas -su mamá cosía y su papá fabricaba zapatos- y torcer la escultura tras la era de los monumentos.

Así que con sus maravillas de paños baratos, ofrece formas nuevas de lidiar con lo pasajero y las ilusiones de eternidad. ■

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La artista retratada en la muestra que sigue hasta el 14 de marzo y un detalle de su trabajo.
GENTILEZA Dos imágenes. La artista retratada en la muestra que sigue hasta el 14 de marzo y un detalle de su trabajo.

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