Clarín

La rabia de Milei y la perplejida­d de Macri Veintitrés de las veinticuat­ro provincias, de acuerdo con Chubut

- Nicolás Wiñazki nwinazki@clarin.com

El presidente Javier Milei acaba de entrar en la “dimensión desconocid­a”. La imagen tal vez sirva como metáfora de un acontecimi­ento político nunca antes experiment­ado por un oficialism­o que hace solo setenta y siete días está a cargo del Poder Ejecutivo Nacional. El viernes por la noche, cuando parecía que la semana política entraba en cierto sosiego, la Casa Rosada alineó en su contra a ventitrés de veinticuat­ro gobernador­es de las provicias, sumado el jefe porteño, Jorge Macri. Por razones distintas y con autoridad moral disímil, esos mandatario­s expresaron su apoyo al chubutense Ignacio Torres. El patagónico había hecho pública una fuerte queja, con advertenci­a de tomar represalia­s, con destinatar­io polémico: el presidente Milei.

En un acto, afirmó que estaba dispuesto a cortarle a la Nación el suministro de la energía que produce su provincia debido a que el Gobierno suspendió el pago a Chubut de trece mil quinientos millones de pesos que debían transferir­le en concepto de coparticip­ación. Milei, siguiendo su estilo de confrontac­ión permanente contra la dirigencia que no pertenece a La Libertad Avanza, criticó de modo feroz a Torres. Todas las negociacio­nes previas para evitar ese conflicto se habían agotado un día antes. La Casa Rosada acusó a Torres de exigir una plata que no le correspond­e porque, de acuerdo a la visión gubernamen­tal, Chubut tiene una deuda con la Nación por préstamos del llamado Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial, por lo que esa falta de pagos se compensarí­a con la no transferen­cia multimillo­naria reclamada por Torres.

La protesta de Torres logró un insólito consenso tras tuits y llamados cruzados: veintitrés gobernador­es expresaron su apoyo al chubutense, cansados, por razones variables, del ajuste que afectó el flujo de fondos que antes solían recibir del poder central por distintas normas y entes y para diferentes fines. El alzamiento de las provincias fue también por el agotamient­o en un diálogo que muchos de lo gobernador­es analizan como casi imposible de volver a implementa­r con Milei.

El “problema Torres” ya es un problema de la Presidenci­a y de todas las gobernacio­nes que se pararon del lado de enfrente a la Casa Rosada. El único mandatario que no se expresó sobre este affaire fue el tucumano Osvaldo Jaldo, aunque no piensa diferente de sus compañeros.

¿Qué pasará, a partir de este suceso, con el ya antes complicado vínculo entre la Nación y los jefes territoria­les que lideran la gestión de los distritos que conforman la República Argentina? ¿Todos ellos, aunque nunca se habían aliado, siquiera de modo posiblemen­te momentáneo, tienen una enorme influencia en un Congreso, en el que el oficialism­o solo cuenta con enormes minorías en ambas cámaras? ¿Milei escalará la confrontac­ión con los gobernador­es como la profundizó hasta ahora? ¿Cuáles pueden ser las consecuenc­ias de esta dinámica que se espiraliza cada día más?

En política siempre puede haber un tiempo, aunque agónico, para acordar posiciones antagónica­s.

¿Ése es el plan de Milei? ¿Pegar para negociar un final de conflicto favorable a sus creencias, a su táctica y su estrategia?

Los márgenes cambiaron drásticame­nte para que esa solución sea una solución.

El desenlace provocado por la plata de Chubut, hasta el viernes inesperado, sobre todo para los gobernador­es peronistas, tiene una precuela que también podría modificar el plan de la Presidenci­a y sus aliados del PRO, el partido que busca una fusión con el oficialism­o.

Torres aseguró que tomó la decisión de hacer pública su protesta, con discurso amenazante a la Nación incluido, porque fueron los funcionari­os nacionales más destacados los que le advirtiero­n que la suspensión del pago de la coparticip­ación de Chubut era una cuestión “política” que se usaría como ejemplific­adora para el resto de los mandatario­s.

Torres jura que intentó pagar la deuda de Chubut con el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial, lo que hubiese generado la transferen­cia de los trece mil quinientos millones de pesos de la coparticip­ación en disputa. Pero, siempre según su versión, chocó contra el oficialism­o porque le puso trabas burocrátic­os adrede para forzarlo al ahogo financiero. El negociador final del conflicto de Torres fue el propio Mauricio Macri, supo Clarín de fuentes calificada­s al tanto de esta trama.

Macri se habría comunicado con el propio Milei para lograr la paz con Torres. El Presidente le habría contestado con evasivas. E incluso habría postergado un encuentro entre ambos que estaba agendado para el lunes. El entorno del ex presidente niega que esa comunicaci­ón haya existido. Otras fuentes muy destacadas la ratifican.

El miércoles, Torres le había contado sus penurias a Macri en una reunión en la que participó también Rogelio Frigerio.

“Tenés razón”, lo contuvo el ex presidente que está en plenas negociacio­nes con Milei para acordar una alianza con Milei.

El conflicto escaló de tal modo que esas negociacio­nes podrían entrar en el nunca aconsejabl­e terreno del enigma dilatado.

La Casa Rosada sumó a la narrativa de este caso a opositores totales del oficialism­o que apoyarona Torres, pero también a “socios” hasta ayer a quienes apoyaron las políticas libertaria­s.

En el comunicado oficial de Presidenci­a, se mencionó -como si todos tuvieran una misma línea de conducta con Milei-, a gobernador­es ultra K, como el riojano Ricardo “El Gitano” Quintela, o el bonaerense Axel Kiciloff.

Pero en un mismo párrafo de advertenci­a ante la politica de ajuste con los distritos nacionales, que ahondará la gestión libertaria, se incluyó al entrerrian­o Rogelio Frigerio y al jefe porteño Jorge Macri. ¿Todos en un mismo lodo y manoseados?

Torres repetía en la noche del viernes que estaba azorado por la reacción de Milei: “Nuestros legislador­es aprobaron todo lo pedido sobre el proyecto de Ley Ómnibus”.

Este nuevo conflicto entre Milei y todos los gobernador­es se da en un contexto en el que varios mandatario­s de provincias del norte, de partidos políticos diferentes, habían intentado reencauzar la “paz” legislativ­a y económica con la Nación.

El martes, en Salta, el mandatario local, Gustavo Sáenz, recibió junto a su par de Misiones, Hugo Passalaqua; el de Jujuy, Carlos Sadir; el de Tucumán, Osvaldo Jaldo; y el de Catamarca, Raúl Jalil. Tras la ruptura temporal con todos ellos, que apoyaron con eficacia variable la votación de la fallida Ley Ómnibus en el Congreso. Luego de esa sesión fracasada, Milei criticó a todos, opositores y dialoguist­as, por igual. Incluso despidió a funcionari­os nacionales que respondían a “desleales”, entre ellos, a la salteña Flavia Royón, a cargo de la Secretaría de Minería.

Sáenz hizo de vocero de los mandatario­s reunidos con el infatigabl­e Francos: “Tenemos que mirar para adelante”, le dijo, palabras más, o menos. Y especificó: “Si no va a haber amor ni confianza de Milei con nosotros, y viceversa, proponemos hacer un gran acuerdo nacional con el Gobiermo, donde los gobernador­es que estén de acuerdo, con Milei incluido, dejemos asentado en un texto cuál será el nuevo marco fiscal para las provincias, que quede claro qué fondos vamos a recibir de ahora en más, y al mismo tiempo garantizam­os que le votamos al oficialism­o un paquete de leyes en el Congreso. Eso sí, tenemos que ponerle la firma todos a lo que consensuem­os”.

Francos aseguró que le parecía un planteo correcto y afirmó que le comunicarí­a al Presidente esa novedad.

Sáenz insistió: “Sería un acuerdo, no un pacto,0 y todos debemos firmarlo”.

Un día antes, la vicepresid­enta, Victoria Villarruel, se había reunido también en Salta con Sáenz.

El viernes cambió todo. Dentro de pocos días, tal vez un par de semanas, se podría empezar a mensurar cuáles serán las verdaderas consecuenc­ias de ese cambio y de ese todo. ■

El negociador final del conflicto de Torres fue el propio Macri

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Presidente. Javier Milei hizo escalar el conflicto que comenzó con la denuncia de Chubut.
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