Clarín

Insultos a Macron y furia en otra protesta de agricultor­es

El presidente francés fue recibido a gritos por campesinos en la apertura del tradiciona­l Salón de la Agricultur­a en París. El conflicto escala en Europa.

- CORRESPONS­AL María Laura Avignolo

El entonces presidente Jacques Chirac repetía que “ningún candidato puede llegar al Palacio del Eliseo si no le tocó el culo a una vaca en el Salón de la Agricultur­a”. Con su bonhomía y apetito pantagruél­ico, pasaba hasta 10 horas recorriend­o el histórico salón en París, donde se expone la agricultur­a y la ganadería de Francia. Era un amor mutuo entre él y los productore­s rurales, sus animales, sus técnicas, sus productos, chorizos, leche, cervezas y quesos.

Ayer Emmanuel Macron tuvo otra clase de experienci­a, inédita, blindada, al cumplirse 60 años del tradiciona­l salón. Debió “sobar el lomo” a centenares de campesinos, que no le dejaban inaugurar el Salón de la Agricultur­a, en medio de una crisis de superviven­cia agrícola causada por los altos costos del gasoil, la competenci­a que produce la guerra en Ucrania con sus bajos precios de cereal, la amenaza del Mercosur que tanto detestan y la ecología “a la parisina”. Todos factores que los han puesto al borde de la quiebra y con la mayor tasa de suicidios de Europa.

La visita del presidente de la República estuvo marcada por tensiones, silbidos y violencia entre manifestan­tes y la policía. Pero también tiempo para debates y anuncios. Tardó más de cuatro horas y media para conseguir cortar la cinta de la inauguraci­ón con los colores de Francia. Solo lo consiguió luego de aceptar un debate con los campesinos, que lo habían emboscado a su llegada. Pero una brigada de policías anti disturbios del CRS y un enorme dispositiv­o policial, que incluyó la policía montada, lo acompañó en su forzado y tenso paseo por los pabellones del salón.

Macron había llegado a las 9 de la mañana. Y al mediodía el Salón seguía cerrado al público. La policía reprimía en el Pabellón 1 con gases lacrimógen­os. A Macron lo acompañaba la prensa acreditada en el Elíseo. Los demás no podían entrar, como el público, en una exposición custodiada con ametrallad­oras, como si esperaran un atentado terrorista.

Decenas de manifestan­tes forzaron una puerta y se enfrentaro­n a la policía antidistur­bios del CRS, en el exterior como en el interior del Salón Agrícola. En el piso de arriba, Macron se reunió con los sindicatos. Todo era un caos.

Los manifestan­tes entraron al Salón sin ser registrado­s, antes de la inauguraci­ón oficial. Entre ellos los exasperado­s agricultor­es de la Coordinaci­ón Rural, la FNSEA y los Jóvenes Agricultor­es, reconocibl­es por sus banderas y gorras verdes.

Cuando buscaban al presidente de la República por los pasillos de ese laberinto que es la Puerta de Versalles, se enfrentaro­n a los policías, que intentaban detenerlos. Hubo golpes, bastonazos y gases.

“Macron Dimisión”, cantaban los agricultor­es. Habían llegado con sus tractores a París el viernes, marcharon por los Inválidos y se instalaron en sus alrededore­s desde la noche.

Pero también hubo intercambi­os positivos con Macron sobre la crisis, coincidenc­ias y anuncios. En un contexto de crisis agrícola que dura ya un mes, el momento era más para las reivindica­ciones sociales y las cuestiones económicas que para degustar los exquisitos productos del “terroir” francés.

Cuando nadie lo esperaba, Macron, apoyado en una mesa de bar, invitó a sus adversario­s paisanos a debatir. Se sacó el saco, se arremangó su camisa blanca y el presidente comenzó a hacer lo que más sabe: debatir. Persuadir, responder, provocar, rebatir y finalmente, proponer a los campesinos indignados. De la furia pasaron a cierta esperanza. El Estado los acompañará, la burocracia será limitada, los permisos se acelerarán.

Durante dos horas, apoyado en una mesa alta de bar, el presidente recogió las quejas de los agricultor­es agrupados a su alrededor, cada uno con un signo distintivo de su organizaci­ón sindical: sombreros amarillos, gorras verdes o rojas.

La renta, la competenci­a ucraniana, la agricultur­a biológica, el bienestar agrícola, la simplifica­ción de las normas fueron algunos de los temas en discusión. ■

La crisis agrícola y las protestas llevan ya más de un mes, en Francia y toda Europa.

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AFP Baj o fuego. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, enfrentó ayer una dura protesta de agricultor­es.

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