Clarín

“El llamado que nadie quiere escuchar”

- Silvia Fredes ASOCIACIÓN MADRES DEL DOLOR silfredes1­6@gmail.com

Parece que fue ayer cuando saliste de casa con tu pelo arreglado tu sonrisa tan hermosa y tu expectativ­a para la película que tenías ganas de ver junto a tus amigos, recuerdo hasta el nombre de la misma, “El niño”, género de terror, como nos gustaba a ambas.

Y recuerdo cada detalle de ese día y me lo repito permanente­mente porque tengo tanto miedo a olvidar. Nos quedaron tus 16 años tatuados a fuego, los 16 años más hermosos pero tan cortos.

Ese 14 de febrero, ese día que debía ser de alegría y anécdotas al volver a vernos, te toco partir. Se convirtió en nuestro quiebre de la vida, ese llamado que nadie quiere escuchar, ese llamado que nos cuenta que Damián Villanueva había terminado con tu vida, y con la nuestra, había pasado el semáforo en rojo a alta velocidad e impactó con tu cuerpo y ahí quedo tu último suspiro. ¿Qué habrás pensado en ese segundo que te separo de este plano?.

Me duele imaginarte ahí tirada en el asfalto sin nosotros, sin tenerte de la mano, sin acariciart­e tu pelo, como lo hacíamos cada noche al irte a dormir, ya no habrá más te amo, ya no habrá más mensajes de WhatsApp. Tu voz me quedó en el teléfono y lo escucho cada tanto porque de verdad no quiero olvidar tu voz, tu risa, tu vida.

Llevamos 8 años sin verte, y te juro que parece que fue ayer, no puedo imaginarte ahora, a veces veo a chicos en el colectivo con sus uniformes y me detengo en el tiempo, mi mente no puede avanzar. Nuestra vida siguió, aunque no lo queríamos estos 8 años siguieron y nosotros también, no sé si está bien o no pero es lo que nos tocó.

Las cosas acá no cambiaron mucho, la gente sigue manejando como Damián Villanueva, a alta velocidad, alcoholiza­da y sin tomar conciencia lo que ocasionan: 25 muertes por día en hechos viales y ni al Estado les importa esa pérdidas, esas familias que quedaron destruidas, esas estrellas amarillas que cada día cubren más y más la ciudad.

Prendemos la tele y seguimos viendo más Martinas, más vidas trucadas, tan poco nos importa la vida propia y la de terceros.

En este tiempo nos rodeamos con familias como nosotros, y tenemos la misma mirada, cuando se dice que el alma se refleja en el brillo de la mirada es cierto porque ya no brillan como antes. Tratamos de concientiz­ar en cada mensaje que damos. En cada charla desde el dolor de la perdida al amor que debemos dar porque nos dejaste tanto, tanto amor que sería egoísta no repartirlo.

Se te extraña tanto Martu, ojalá en algún momento sea como dicen y nos volvamos a encontrar, esto no puede haber sido todo, no sería justo, aunque muchas veces la vida no es justa. Y lo sabemos.

Lo aprendimos de la peor manera, cuando tu cuerpo quedó inmóvil en el asfalto, cuando papá seco una gota de sangre de tu mejilla, cuando llegamos a casa y nunca más volviste a traspasar esa puerta, que horas antes lo habías cruzado sin saber que sería la última vez.

Cumplimos 8 años, la mitad de la vida que nos regalaste.

Te amamos más allá de la Tierra y el Cielo. Otro 14, otro año que nos recuerda tu ausencia y nos comprime más el pecho.

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