Clarín

No llores sobre las páginas

- Raquel Garzón rgarzon@clarin.com

“Estar a media rienda” era la expresión que usaba Hebe Uhart, una de nuestras grandes cuentistas, para definir desde dónde escribir para no perder el control emocional de las páginas. Uhart encontró el giro en un manual para actores de Mijail A. Chéjov (sobrino del escritor ruso) y desarrolló la idea de ahondar en los sentimient­os, analizándo­los y desplegánd­olos, pero sin derramarlo­s, distancián­dolos de la escritura. La literatura crece, parecía decir, cuando se escribe desde el rescoldo y no desde el fuego.

Tessa Hadley escribe así. “Novelas de cámara”, las llama la autora británica, tomando prestado de la música el nombre que refiere a composicio­nes para pocos instrument­os, por oposición a las piezas para orquesta.

Hadley, que empezó a publicar a los 46 años, visitó por primera vez Madrid para presentar El pasado (Sexto Piso), una historia que define como “muy inglesa”, en la que cuatro hermanos se reencuentr­an para compartir tres semanas de vacaciones en la vieja casona familiar. Suena bucólico, pero nada es idílico en sus libros.

El personaje que le permite “desestabil­izar” esta historia es Pilar, la nueva mujer de Roland, uno de los hermanos, Abogada, argentina y sensual, Pilar guarda un secreto que se hunde en el horror de la última dictadura. “Me permitió sumar no sólo erotismo sino también una señal política acerca de realidades distintas de la calma doméstica sobre la que suelo escribir”, definió.

¿Cómo trabaja Tessa Hadley el dolor, el drama, la pérdida? “Lateralmen­te”, afirma. “La tentación es llover sobre la página sin control, con adjetivos o palabras extremas. Pero en la medida en que más lo grites, el dolor es menos creíble. Pilar nunca dice que está sufriendo. Es seca, sucinta. No la dejo sollozar. Prohíbo a mis alumnos que escriban escenas de llanto. Algo que suelen hacer cuando quieren intensidad. En mi experienci­a, no funciona”.

Sus personajes, le dicen, no saben de penurias económicas. “Hay tragedias que no puedes eliminar ni siquiera de una vida muy segura”, replica Hadley. “Tampoco hay crímenes en mis libros. Pero es violento que la muerte de un amigo destroce la relación de los que le sobreviven y es violento que alguien rechace el amor de otra persona, cosas sobre las que sí escribo”. A media rienda, como le gustaba a Uhart, sus novelas revelan “la violencia callada en la vida de todos los días”. ■

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