¿Quién quiere ahora un Estado palestino?
Hasta el 7 de octubre de 2023, la creación de un Estado Palestino junto a Israel parecía una cuestión inexorable para lograr la paz en medio oriente. Esa ya no es más una propuesta realista.
Sin embargo, importantes líderes mundiales hablan y actúan como si esto fuera posible más allá de la realidad política en el territorio. Luego de una visita a Buenos Aires de Mahmud Abbas en 2009, la República Argentina reconoció oficialmente durante la presidencia de Cristina Fernández -siendo Héctor Timerman su canciller- el 6 de diciembre de 2010 al Estado de Palestina “dentro de las fronteras de 1967”.
Desde entonces la cancillería argentina no cambió la posición, afirmando también la necesidad de otorgar un “estatuto especial” a Jerusalén. Estas definiciones oficiales de nuestro país han sido ratificadas por la canciller Diana Mondino a pesar de las reiteradas manifestaciones políticas en sentido diferente del presidente Javier Milei comunicadas en persona a las máximas autoridades del gobierno israelí el mes pasado.
Mas allá de lo que opinen terceros países, la decisión política de crear un Estado Palestino depende de la voluntad de los pueblos que conviven en el territorio, hoy más distanciados que nunca. Por un lado, los documentos constitucionales de Hamas y la OLP nunca reconocieron al Estado de Israel: al igual que otros países y organizaciones de la región, como Irán o Hezbollah, llaman a su desaparición del mapa.
La gran mayoría de los árabes palestinos dentro de las fronteras israelíes (abrumadoramente seguidores de Hamas o la Yihad Islámica) proclaman “Palestina libre del río hasta el mar” lo cual implica la destrucción de Israel.
Desde la masacre de octubre del 2023 ese slogan se ha convertido en bandera de muchos colectivos políticos y sociales a lo largo del mundo, lo cual ha dado una fuerza inesperada a una idea tan radicalizada que hasta ahora parecía inverosímil.
En la sociedad israelí, desde la izquierda pasando por el centro hasta la derecha, en la actualidad más del 90% de la ciudadanía rechaza la propuesta de crear un Estado palestino autónomo, único planteo antes considerado” políticamente correcto” para terminar el conflicto a pesar del histórico rechazo de la contraparte.
La masacre del 7 de octubre cambió todo, con su foco desolador en las comunidades del sur de Israel habitadas principalmente por personas liberales, laicas o simpatizantes del socialismo, defensores de la igualdad de derechos para toda la humanidad, activistas de la paz que invitaban a su huerta y a la mesa de sus casas a los vecinos gazatíes que en ese día fatídico entraron por sorpresa como poseídos por demonios para atacarlos con odio vesánico.
Casi nadie cree hoy en Israel que el auto-gobierno de los palestinos sea un camino para la convivencia en paz, sino todo lo contrario.
Medio Oriente divide políticamente al mundo. Están quienes reclaman un alto el fuego incondicional por parte de Israel, seguido por el reconocimiento de un Estado Palestino (como Rusia o Brasil) y quienes entienden que eso es inviable ante la amenaza constante del terrorismo internacional de origen iraní. Israel, con más o menos ayuda de algunas democracias occidentales, pronto terminará con Hamás en Gaza.
Ojalá que luego se pueda volver a poner el foco en un camino nuevo para la convivencia en paz entre judíos y árabes a partir de una coalición internacional que irradie progreso y estabilidad desde este lugar tan sensible para la humanidad. ■