Costureras y zapateros, dos oficios que volvieron a escena por la inflación y la crisis económica
Las casas de arreglos de ropa y calzado multiplicaron su trabajo. Es porque comprar prendas o calzado nuevos se hizo inalcanzable. La vuelta a clases reforzó la tendencia.
“Nada se tira, todo se repara”. Esa es la premisa que abunda cada vez más en los hogares del país, dado que comprar indumentaria o calzado nuevo no es una opción debido a los grandes aumentos que hubo para estos rubros. Los precios de los arreglos resultan notablemente más económicos que comprar una prenda nueva.
La suba permanente de los precios en el país produce que las personas fortalezcan su capacidad de adaptación para hacer rendir sus pesos. La imposibilidad de gastar en una prenda hace que tengan que reencontrarse con aquellas viejas ropas o volver a darle una nueva oportunidad a ese par de zapatillas que había quedado a un costado por alguna rotura.
Con esta premisas, oficios antiguos resurgen y se convierten en necesarias. “La gente está reparando de todo. Los arreglos son extremos, me llegan a traer hasta sábanas”, relata Angélica González, una costurera amateur que comenzó a coser en plena pandemia, confeccionando barbijos para poder pagar su alquiler, y que de a poco el negocio fue mutando a los arreglos típicos de las prendas de vestir.
“La ventanita de Angélica”, es el nombre que lleva su emprendimiento haciendo alusión a la ventana de su casa en Monserrat. Después de varios años arreglando ropa, la mujer asegura que “en este último tiempo la demanda de trabajo aumentó un 90%”.
“Cuando me dejan las cosas dicen que la situación económica está muy dura y que necesitan salvar la prenda porque no tienen plata para una nueva. Estamos trabajando mucho. E incluso tengo clientas que traen vestidos de novia viejos y los vienen a ajustar”, explica.
Además de los emprendimientos de costura de cercanía, que representan una oportunidad para que los clientes busquen salvar su ropa, también están las tiendas que llevan varios años en este rubro. “Los Ángeles”, desde 1948, se dedica al rubro. “En los últimos tiempos hubo un incremento en los arreglos de ropa. Muchos clientes acuden con sus prendas para arreglar y se van satisfechos, porque les resulta muy costoso comprar”, dice Sabrina Caprara, una de las dueñas.
En el negocio hacen dobladillos, cambios de cierre, de mochilas, etc. Para Sabrina, las prendas que llegan con más frecuencia son ropa de trabajo. “Se la usa mucho, por eso se rompe más. Entonces la gente prefiere arreglarla al máximo antes de comprar nuevo”, remarcó.
Con el comienzo de clases, Sabrina remarca que “mucha gente comenzó a venir con guardapolvos y uniformes, para hacer cambios de cierre y dobladillos en polleras y pantalones colegiales, cambios de cuellos y ribetes de bolsillos en guardapolvos, costura de pitucones en rodillas y codos y además, bordamos el nombre en los pintorcitos y bolsitas de jardín de infantes”, enumera.
“Me agarrás justo con mucho trabajo, hoy no paro de hacer entregas”, dice Nina Sánchez, una zapatera de Recoleta. Ella y su hermano comenzaron en 2007 con el emprendimiento de compostura de calzados “Fabrizio”. “Estoy hace ocho años como zapatera. Por la situación de ahora hay más clientes, prefieren mil veces traer a arreglar. Ahora con el comienzo de clases estamos a full recibiendo mochilas, zapatos y zapatillas”, dice.
En Caballito, Bruno Remotti emprendió “Klean Kicks”, comenzó como coleccionista de zapatillas. Empezó a instruirse en ese rubro y diseñó un limpiador de zapatillas. Hoy en día se dedica a la limpieza y restauración de calzados “para dejarlos como nuevos”. En la cotidianeidad de su trabajo ve que cada día la demanda aumenta, “ahora es el momento de cuidar mucho más la zapatilla”, remarca.
Los arreglos de Bruno llevan un trabajo aún más profundo, que va desde la limpieza, hasta la restauración completa del calzado. “La restauración depende del estado de cada par. Por eso les pedimos foto, por qué también hay cosas que se pueden hacer y otras que no. Hay pares que necesitan pintura u otros trabajos de costura, de molde, pegado, también limpieza o blanqueamiento de suela”, explica.
Comprar un par de zapatillas nuevas representa un gran esfuerzo, porque los precios van desde los $ 30.000 hasta los $130.000. Y las marcas de gama alta llegan a estar entre los $ 150.000 y los $ 300.000.
En cuanto a los calzados, los precios de los arreglos típicos marcan una gran diferencia. El cambio de base de una zapatilla o zapato va de los $ 18.000 a los $ 25.000, las costuras en los calzados $1.800, la tapa de zapato entre $ 4.500 y $ 5.500. Y en cuanto a la limpieza ronda entre los $ 10.000 y $ 15.000.
En el caso de la indumentaria, un cambio de cierre va desde los $ 3.000 a $ 4.000. Un bordado sale $ 2.000 y un dobladillo $ 3.000.
Entre los encargos que le llegan es frecuente el recambio de cierres en camperas, pantalones tipo jeans o mochilas. “Los precios de los arreglos son muy inferiores al costo de comprar una prenda nueva, ya que un jean cuesta de $ 20.000 arriba”, remarca Angelica.