Clarín

Milei y el obvio riesgo de jugar siempre al fleje

- Pablo Vaca pvaca@clarin.com

Son discusione­s de gente muy de cabotaje, yo vengo de una reunión internacio­nal muy importante, no estoy para el chiquitaje”. La frase fue parte de uno de los tantos cruces que el presidente Javier Milei tuvo en los últimos días con Ignacio Torres, gobernador de Chubut. La dijo en Washington, tras participar de la Conferenci­a de Acción Política Conservado­ra, un encuentro mundial de “la derecha” donde Donald Trump fue la estrella.

La expresión les sonó a unos cuantos prima hermana del famoso “Chicos, estamos en Harvard, por favor. Esas cosas son para La Matanza, pero no para Harvard”, que Cristina Kirchner pronunció para la posteridad en septiembre de 2012. Pero lo realmente llamativo, como remarcó un colega de Clarín, es que fue proferida por el Presidente poco después de haber sostenido una fuerte polémica con Lali Espósito.

¿Cuál sería el chiquitaje? ¿Un conflicto federal que afecta el destino de miles de millones de pesos o que una artista haya cobrado del Estado por dar un show?

En verdad, se trató de un nuevo episodio que confirma un aspecto central de lo que será la administra­ción Milei: la gestión irá acompañada de un barullo constante y sonante, tanto en cuestiones esenciales como en las secundaria­s.

Hay que marcar la agenda, y si es a los gritos no importa. La energía será la misma para pelear por un mega DNU que mezcla la derogación de la ley de alquileres con la reforma laboral, por el cierre del Inadi o por el cambio de la hora tradiciona­l del discurso de apertura de sesiones ordinarias ante la Asamblea Legislativ­a

Es un estilo que, resulta innegable, hasta el momento le resultó sumamente beneficios­o, a tal punto que lo sentó en la Rosada. Que sea igual de efectivo para hacer campariesg­o ña que para gobernar queda por verse.

En ciertas ocasiones, el ruido servirá como elemento distractor. En otras, resultará simplement­e irritante.

En muchas, será celebrado por su legión de seguidores, para quienes la actitud confrontat­iva es sinónimo de valentía y decisión. Los mercados, por lo pronto, vienen demostrand­o su apoyo a esta política de exhibirse dispuesto a pelear con quien sea con tal de no ceder en el ajuste fiscal.

Con la excusa real de que él es un animal de otra especie, Milei apuesta a ser siempre disruptivo. Para bien y para mal y caiga quien caiga.

Pero como bien saben los tenistas, el de jugar siempre al fleje es tirarla afuera. Resulta eficiente pelearse con la CGT o dejar en evidencia (“principio de revelación”) algunos de los tantos despilfarr­os que la clase política cimentó a lo largo de décadas. Pero al ir siempre a mil, una vorágine que Milei importó de su larga experienci­a en las redes, corre el riesgo de derrapar mal, como sucedió al darle like a un posteo en X que se burlaba del gobernador Torres retratándo­lo como si tuviera Síndrome de Down.

Por ahora, Milei parece inmune a tales errores. Prevalece que en medio de la crisis económica hay números que indicarían que el camino es el correcto y, sobre todo, todavía no se disipó el recuerdo del espantoso gobierno de Fernández, Cristina y Massa. Por ahora, rechazo a la casta mata precios desatados y sueldos pisados.

La clave del Gobierno será esa: a cuánto tiempo equivale el “por ahora”.w

La gestión del libertario irá acompañada de un barullo constante y sonante

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