Clarín

“No caigo que estoy vivo”, dice un herido en el choque en México

Lucas Figallo sufrió múltiples fracturas en el accidente de Playa del Carmen que dejó 5 muertos, pero está fuera de peligro. Sus recuerdos de la tragedia.

- Ignacio Sala isala@clarin.com

Tiene la voz ronca y dice que le duele todo. Le duele respirar porque tiene nueve fracturas en su torso y le duele pensar, porque es uno de los dos sobrevivie­ntes del choque en Playa del Carmen de hace una semana, cuando murieron cinco argentinos. Una sexta víctima pelea por su vida. Yamil Lucas Figallo (30) cuenta detalles del choque y de su recuperaci­ón a Clarín.

“Llovía mucho. No era un día normal del Caribe, donde se cae el cielo durante una hora o dos y luego vuelve la normalidad. Ese día llovió todo el tiempo”, dice. Lucas refiere al domingo 18 de febrero. Elige, por respeto a quienes iban con él en el auto y murieron, no hacer referencia al viaje de ida. Clarín pudo determinar que habían ido en busca de la renovación de las visas de turistas de seis argentinos en la frontera de México con Belice.

No se conocían entre sí: él, Micaela Papiermeis­ter (que continúa en estado crítico), Nahuel López, Hernan Sibella, Gerónimo Amengual, Paula Silva y Maximilian­o Laviano, cuyo propósito no era el de renovar su permiso de estadía sino el de conducir la Suzuki Artiga

Para que lo atendieran en el hospital, Figallo debió pagar US$ 8 mil.

en que viajaban. “Ese día amanecimos con lluvia en Playa del Carmen y siguió lloviendo durante todo el trayecto de ida y el viaje de vuelta. Yo viajaba en el asiento de acompañant­e, con el cinto de seguridad puesto”, precisa Figallo.

Desde hace tres meses está en Playa del Carmen. Nació y se crió en Mar del Plata y antes de ir a México vivía desde hacía un año y medio en Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires. Dice que conocer el Caribe era un sueño desde chico y que pudo materializ­arlo trabajando de entrenador físico y de modelo.

Le gusta viajar y estuvo en Brasil y España. A México fue con ese propósito: recorrer y conocer, no quedarse a vivir. Fue con ahorros que le permitían quedarse un tiempo más. No lo dice, pero quizás por eso buscaba renovar su visa de turista. Y lo logró el 18 de febrero.

Retornaba a Playa del Carmen por la carretera federal 307 y seguía lloviendo intensamen­te. El viaje de más de cinco horas estaba cerca de culminar. Transitaba­n la zona de

Puerto Aventuras, a una hora de distancia de Playa del Carmen, cuando había pasado media hora de las 12 del mediodía. “Estaba usando el celular y escuché ‘¡no, no!’ Todo se resume a tres segundos: tras el grito del conductor, que pegó un volantazo, la camioneta pegó contra el bulevar, dio vueltas en el aire y terminamos incrustado­s en la combi estacionad­a, en el carril contrario”, comenta Figallo.

Lo siguiente que recuerda son gritos desde adentro y afuera de la camioneta, por parte de automovili­stas que frenaron y pidieron auxilio. También las sirenas. Luego miró sus manos y sus pies, podía moverlos. Llegó a sacarse el cinturón de seguridad y, cuando quiso mover su torso, el dolor intenso lo disuadió. Quiso romper el parabrisas con una débil patada, pero tampoco pudo. Quiso abrir la puerta, pero su fuerza no le alcanzó.

Según trascendió, la violencia del choque fue tal que los rescatista­s tuvieron que trabajar más de tres horas sobre la camioneta en que viajaban. “Los bomberos tuvieron que abrir la puerta con una máquina neumática: entre que estaba trabada por la cerradura y la fuerza del choque era imposible de abrir. Sólo después pudo asistirme el personal médico de emergencia”.

En el accidente “estaba usando el celular y escuché ‘¡no, no!’”.

Estaba consciente cuando lo rescataron y trasladaro­n en ambulancia al Hospital La Joya, de Playa del Carmen. Cuando llegó allí comenzó otra pesadilla. “Me ingresaron a la sala de urgencias y lo primero que me preguntaro­n fue si tenía cobertura médica que solventara la atención. Yo contraté un seguro de viaje antes de partir de Argentina, por lo que les pedí que contactara­n a la empresa asegurador­a. Les dijo que no cubriría los gastos y que éstos debían debitarse a las asegurador­as de los autos del choque”.

No movieron su camilla hacia la sala de atención médica hasta que Lucas abonó 8 mil dólares, casi todos sus ahorros. Todo lo gestionó en soledad: nadie lo acompañaba en México, su madre y su hermana viven en España y no tiene relación con su padre. Agrega Figallo: “Además de que estaba consciente, tuve la muchísima suerte de tener mi celular encima. Tuve que empezar a hacer movimiento­s de guita de aquí y de allá, juntar todos mis ahorros y, mientras estaba hecho mierda, pagar al hospital. Hasta que no vieron impactado el pago no me ingresaron”.

Luego le dieron el diagnóstic­o: tres vértebras quebradas, dos lumbares y una dorsal, además de seis costillas fracturada­s, tres de cada lado. La Policía lo visitó durante la primera hora de su internació­n para consultarl­e detalles del incidente vial, para poder esclarecer algo al respecto. Fue cuando entonces pudo relativiza­r su suerte, aunque algo intuía: supo que cinco de sus acompañant­es resultaron fallecidos y que Micaela estaba grave.

Horas más tarde envió un mensaje a su mamá y a su hermana, en España. Luego, otro mensaje a familiares de Mar del Plata, que celebraban el cumpleaños de una tía. Dilató el aviso tanto cuanto pudo, antes de pensar que sería mejor contar lo que pasó por cualquier eventualid­ad que pudiera ocurrir.

Cinco días y medio de internació­n antes del alta del sábado. “Todavía no me doy cuenta de que estoy vivo y con todas las facultades: puedo hablar y oír, no me falta ningún miembro. Sólo tengo, además de las fracturas, un raspón en el codo y un cortecito en la nuca. No creo en los milagros. Esto fue algo de película, una locura”.

Pese a que agradece seguir vivo y sin mayores secuelas, dos cuestiones le preocupan. Por un lado, la salud de Micaela Papiermeis­ter, la otra sobrevivie­nte, que aún lucha por su vida: además de múltiples fracturas sufrió el colapso del bazo, por lo que tuvo que ser operada. Su salud, desde la intervenci­ón quirúrgica, aún no parece haber mejorado. Los papás de ella pudieron visitar a Lucas, mostrarle su apoyo y conocer el de él para la recuperaci­ón de Micaela. En su cuenta de Instagram @lucas.yf difunde noticias de la salud de ella y recibe mensajes de apoyo para ambos.

A Lucas le preocupa su subsistenc­ia económica. El seguro que pagó no lo asistió, aunque debía hacerse cargo de los costos de estas eventualid­ades. Por eso está en litigio con la empresa que contrató. El tema está en manos de un abogado en Buenos Aires. Si bien su voz suena ronca y débil se alza cuando se refiere a esa cuestión.

“Casi todos mis ahorros los tuve que poner para la internació­n, aún cuando contraté un seguro en noviembre, antes de viajar hacia México ¿para qué lo pagué? Me dejaron tirado”, se enoja. Su abogado presentó un recurso de amparo y sostiene que hasta desde el Consulado argentino de Playa del Carmen le dan la razón. Cree que la asegurador­a dilata el trámite hasta que todas las excusas se esfumen.

Además de perder sus ahorros, para Figallo está el problema de la subsistenc­ia económica: casi no tiene dinero y está en otro país encarando una rehabilita­ción que lo tendrá inmoviliza­do varias semanas más. Algunas lesiones que sufrió tardarán meses en curar.w

 ?? ?? A salvo. Lucas Figallo nació y se crió en Mar del Plata, vivió un año y medio en el barrio porteño de Belgrano y lleva tres meses en la Riviera Maya.
A salvo. Lucas Figallo nació y se crió en Mar del Plata, vivió un año y medio en el barrio porteño de Belgrano y lleva tres meses en la Riviera Maya.

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