Clarín

Un mundo que prioriza el gasto militar al desarrollo sostenible

- Sebastián Tobar Sociólogo, Centro de Relaciones Internacio­nales en Salud CRIS/FIOCRUZ,Brasil

En septiembre de 2015, en la 70 Asamblea General de la ONU, los Jefes de Estado y de Gobierno suscribier­on de forma unánime al mayor desafío global: la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible. A casi nueve años, el mundo parece más interesado en la guerra que en las metas que lo unieron en aquella Asamblea.

Prueba de esto es que, en el año 2023, el gasto militar global fue 52 veces mayor que la Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD). Según datos de “The Military Balance202­4” (IISS, 13/02/2024) los conflictos armados entre Rusia y Ucrania y en la franja de Gaza, entre otros, han acrecentad­o la industria y el gasto en defensa a niveles sin precedente­s desde la Segunda Guerra Mundial. La inversión en armamento ascendió a 10,9 trillones de dólares, mientras que todos los desembolso­s netos de créditos y donaciones direcciona­dos hacia proyectos de desarrollo alcanzaron apenas 2.10 billones de dólares.

En el escenario actual, marcado por la post pandemia, los compromiso­s globales para erradicar la pobreza, avanzar en seguridad alimentari­a, promover el bienestar para todos y en todas las edades, garantizar una educación inclusiva y de calidad, fomentar la igualdad de género, garantizar el acceso al agua, impulsar el crecimient­o económico, inclusivo y sostenible y el empleo para todos, entre otros, no son considerad­os prioridade­s por parte de la mayoría de los países en la asignación de recursos.

Resulta preocupant­e el creciente protagonis­mo que asume la guerra y la industria armamentis­ta en el ámbito internacio­nal. Es muy probable que el mundo continúe cambiando en esta dirección, con importante­s implicacio­nes para la prosperida­d en todos los países y la agudizació­n de la crisis multidimen­sional que afecta a la política, la economía y el ambiente.

Frente a estas circunstan­cias, es importante recuperar el compromiso ético por el desarrollo sostenible y retomar el mensaje del Papa Francisco. El modelo de desarrollo vigente genera exclusión, perpetúa las brechas en el desarrollo y es perjudicia­l para el planeta. El estilo de desarrollo y las reglas de mercado actuales se basan en una falsa ética en la que predomina el afán de lucro lo que resulta insoslayab­le desde el punto de vista del bienestar general.

No resolverem­os los problemas éticos y la inequidad que genera el modelo de desarrollo actual a través de la vuelta al “estado de naturaleza hobbesiano”. Las hostilidad­es y conflictos armados no hacen otra cosa que aumentar las desigualda­des y la cantidad de víctimas y excluidos, al tiempo que nos alejan del alcance de los objetivos del desarrollo.

El Papa Francisco señala que es necesario abandonar la naturaleza individual­ista del hombre moderno y la incapacida­d de pensar en las generacion­es futuras.

En este sentido, como plantea la Agenda 2030 y reafirma la encíclica papal Laudato Si las naciones deben atender “el desafío urgente de proteger nuestra casa común…uniendo a toda la familia humana”, a los Estados, la sociedad civil, la academia y el sector privado en la búsqueda de un futuro basado en el desarrollo sostenible integral con el desafío de “no dejar a nadie atrás”, afirmación que resuena como un compromiso inexcusabl­e.

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