Analizan una huella encontrada en la escena del crimen en el country de Pilar
Creen que Roberto Wolfenson fue asesinado el viernes 23 de febrero entre las 13 y las 17. Hay pocas pistas.
Tras una semana del crimen de Roberto Eduardo Wolfenson (71), todavía surgen incógnitas en la casa de barrio La Delfina, a la altura del kilómetro 50 de la ruta 8 (ramal Pilar de la Panamericana), en Derqui, partido de Pilar. Mientras buscan si hay un móvil detrás del crimen, esperan pericias complementarias y toman declaración a los vecinos que asistían con él a clases de gimnasia.
Wolfenson fue hallado muerto el viernes de la semana pasada alrededor de las 17, cuando su profesor de piano se presentó para su clase semanal. El hombre, un ingeniero electrónico que asesoraba a empresas dedicadas a la fabricación de baterías, fue visto con vida por última vez el jueves.
La autopsia determinó que murió entre las 13 y las 17 del viernes, pero desde la tarde del día anterior nadie pudo comunicarse con él. Tres puntos generan dudas en la investigación: el asesino se llevó el teléfono de la víctima -que se activó dos veces-, no está claro si quien lo tiene lo prendió o si alguien activó las redes de manera remota y por eso ingresaron mensajes de Whatsapp que habían quedado “con una sola tilde”.
Un testigo se presentó espontáneamente en la Fiscalía N°3 de Pilar y manifestó sus dudas sobre esta cuestión. Se trata de un vecino que compartía clases de gimnasia con la víctima todos los días. “Vio la noticia en televisión y contó que Wolfenson no fue a la clase prevista. Intentó comunicarse con él el jueves a la noche para invitarlo a cenar, pero no le entraban los mensajes”, confiaron fuentes de la investigación.
Otro dato extraño para quienes lo conocieron fue que tenía la misma ropa que el jueves, cuando la empleada doméstica se retiró de la casa. “Es llamativo que tuviera la misma ropa porque no hubiera usado dos días seguidos la misma prenda”, cuestionaron. Ese testigo dijo creer que “lo mataron el jueves” y que por eso estaba vestido con esa ropa y no le llegaban los mensajes.
Los estudios complementarios a la autopsia permitirán establecer con más certeza la data de la muerte y confirmar si efectivamente falleció el viernes, como indicó la primera pericia.
Los hijos de Wolfenson, Laura y Esteban, delegaron su representación en el abogado Tomás Farini Duggan y aportaron tarjetas de crédito, cuentas bancarias y datos de un fideicomiso y de una cuenta en el exterior, para verificar si hubo movimientos extraños con el dinero de la víctima.
Además pidieron que “se libre un oficio al Banco Central de la Republica Argentina a los efectos de que requiera a todos los bancos del país que informen si la víctima posee o poseía cuentas y que aporten extractos correspondientes a 2023 y 2024”.
También solicitaron confirmar si hubo registros de testamentos otorgados por Wolfenson ante alguna escribanía de la Ciudad o de Provincia de Buenos Aires, para tratar de detectar un eventual
móvil económico detrás del crimen. El cadáver estaba boca arriba en un cuarto de invitados, con la ropa del día anterior, descalzo y con ojotas Crocs apoyadas sobre sus piernas. La cabeza estaba debajo de un radiador sin manchas de sangre, a pesar de que el rostro estaba golpeado.
El informe de la autopsia precisó que tenía lesiones en cuatro dedos de la mano izquierda -como si la víctima hubiera intentado evitar que lo asfixiaran- y un corte en la zona cervical, de alrededor de 7 centímetros de largo, que podría haberse producido con la tanza con la que lo ahorcaron, en un forcejeo. Además tenía golpes en la nariz, una ceja y en la frente, cortes en un pómulo y dentro de la boca, más una lesión en la parte interna de una mejilla, según detalló la autopsia.
Los golpes refieren a una pelea, en la que el empresario intentó defenderse. Pero no se encontraron manchas de sangre en las paredes ni en otros lugares de la casa. Y ningún ambiente estaba desordenado ni tenía roturas.