Clarín

Por kilo, las monedas argentinas cuestan hasta 30 veces su valor

El Banco Central dejó de acuñarlas en marzo de 2021. Y como ya no sirven para comprar, les surgió otro destino.

- Emilia Vexler evexler@clarin.com

No fue hace tanto. Hubo una época en Argentina en la que esperábamo­s las monedas del vuelto. Nos enojaba que en el súper las compensara­n con caramelos. Hoy preferimos el caramelo. Pero no va llegar, porque supera en valor a su antiguo oficio como sustituto.

En el auge de las billeteras virtuales, cargar “plata chica” se percibe como un peso muerto. La inflación hace que todo efectivo sea voluminosa­mente molesto. Pero es mucho peor si esa presencia pesa.

A las monedas no las quieren ni las máquinas de café, ni las de gaseosas, ni las maquinitas para sacar peluches. Todo ese rubro se pasó a las fichas o al pago con QR. Si aparece una en el piso, es más caro agacharse a levantarla.

¿Dónde están las monedas? Un ejercicio redondo comprueba su extinción: preguntarl­e a quien esté al lado ‘¿Tenés una moneda?’. No habrá sorpresa.

No están ni en los almacenes. Ni en las estaciones de servicio. Ni en los frascos de propina. Ni en las gorras de artistas callejeros.

Salvo las de $10, que puede que se avisten en los kioskos o en las cadenas de supermerca­dos, sería exótico ver una de $ 1, de $ 2 o de $ 5 en un ya mítico monedero. Ni hablar de las de $ 0,25 y $ 0,50.

Pero en algún lado tienen que estar. Aunque hayan cambiado de forma. Es que fundidas y según su composició­n, por kilo valen hasta 30 veces más que su valor monetizado.

Según pudo confirmar Clarín, en Casa de Moneda ya no se fabrican monedas. Sobrestock­eados de estos metales, por lo menos desde marzo de 2021 que el Banco Central decidió no acuñar ni una sola más.

Ya habían frenado la producción de todo el resto y estaban enfocados en las “nuevas”, de $ 10, que se lanzaron junto a las de $ 5 entre fines de 2017 y diciembre de 2018, con materiales más económicos.

La moneda de diez pesos es una aleación de alpaca plateada, 65% de cobre, 10% de níquel y 25% de zinc. Pesa 4,75 gramos.

Como una sola de esas no alcanza para comprar algún producto, se puso de relieve algo que pasaba desde hace tiempo y empeoró: hacerlas es mucho más caro que su valor facial (nominal): cuesta entre u$s 0,03 y u$s 0,05. Y que la gente sólo las quiere para venderlas por kilo a las metaleras. Aunque esté prohibido por la ley 11.179.

Hasta el Banco Central estuvo a punto de violar esa ley, en 2022, cuando puso en subasta casi una tonelada de monedas “para que sean inmediatam­ente destruidas”, por una cifra inicial de US$ 3,5 millones. Pero se echó para atrás, sin dar explicacio­nes. El blooper quedó en anécdota.

Más allá de Mercado Libre, donde el “Compro por kilo” corre por parte de los dueños de depósitos de acopio y/o fundición de metales, los grupos de Facebook donde se ofrece venderlas se convirtier­on en verdaderas subastas virtuales de monedas.

“Tengo 35 kilos de bicolor (las de $ 1 y $ 2 más antiguas) y 15 de bronce. ¿Cuánto pagan retirando del Mercado Central?”. La publicació­n de Megan (de las de mayor volumen) arrancó en “te pago por kilo $ 4.700”, subió a $ 170.000 ($ 4.857 el kilo) y llegó a “$ 200.000 y las paso a buscar” ($ 5.714 el kilo).

“Hasta el lunes no hay precios fijos... están en baja los metales”, advirtió otro usuario en una publicació­n que ofrecía: “80 kilos de las de níquel y 90 de bronce”.

Las billeteras virtuales y la inflación acabaron con las monedas.

Ivan -que comenta en todos los grupos- apostó a ganar con “$ 6.100 el kilo de crupo (cruponique­l: cobre y niquel) y $ 4.400 el bronce”.

Leo aporta informació­n para novatos vendedores: “Se compran las de $1 y $2 bicolor, las de 25 y 50 centavos doradas y plateadas. Y en general retiran a domicilio a partir de 400 monedas, no hace falta apilarlas y ponerles cinta scotch”.

“Las de 25 y 50 centavos las compro a $ 11 cada una, la de $1 peso dorada y plateada, a $12, la de $ 2, a $13. Por la de $ 10 pago $16, y mínimo, compro 500 unidades. Si no, no”, explica Brenda a Clarín.

Estos grupos existen porque los depósitos y pequeñas metalúrgic­as no acepan “un par de monedas”, dice la compradora. Entonces, quienes pagan por monedas “buscan hacer cantidad y ahí llevarlas”.

Diego, que tiene un depósito de chatarra en Palomar, es exigente: “Sólo compro monedas de $ 1 y $ 2 bicolor. Desde $ 5.100 el kilo, precio por mayor, a partir de 100 kilos. Y no retiro a domicilio”.

De yapa, en estas comunidade­s se aprenden datos curiosos: “A ver... para los nuevos: en un kilo entran 158 monedas de $ 1, y entre 140 y 142 monedas de $ 2 pesan un kilo”.

“Nosotros acuñábamos todos los meses. Dependía de la demanda de los bancos. Hoy no ves monedas en la calle. No es una cuestión de clase. No alcanzan para nada. Te diría que en los bancos ya no se manejan monedas”, cuenta a Clarín Augusto Ardiles, ex director de la Casa de la Moneda durante el gobierno de Mauricio Macri.

Fabricar las de $ 1, $ 2 y $ 5 o $ 10 y distrubuir­las por el país, describe, “es sustancial­mente más caro que el valor que representa­n”.

¿Cuánto saldría hacer cada moneda hoy?

“El costo del material es a precio de dólar oficial. Pero lo que se calcula que sale hacer cada moneda sólo es el valor del cospel y de acuñarla (como se hace con las máquinas de Casa de Moneda, es en pesos y eso no las encarece). Después hay que sumar el valor de la logística, que es muy variable, según si las tenés que mandar a Ciudad y el GBA o si la tenés que enviar a Salta”, explica Ardiles. ■

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Para todos los gustos. Doradas, plateadas y bicolor, las últimas que habitaron en los bolsillos de argentinos.

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