Clarín

“Hablaron los muertos y se cerró una grieta”

- Gonzalo Sánchez gsanchez@clarin.com

Carlos Páez Rodríguez (70) estaba el miércoles en Guatemala, el jueves en Perú y ahora, mañana de viernes, en una Buenos Aires tan plomiza como su coyuntura. Caer de una avión en los Andes y salir sano y salvo después de 70 días de penuria lo ha llevado literalmen­te a vivir a en aviones. A ir y venir desde Uruguay para contarle al mundo una historia famosa como la Biblia pero todavía más cautivante. Una historia por la que se emocionan “hasta los coreanos” y de la que se sabe casi todo pero que aun así parece no vencer y regenerars­e a medida que cambian las épocas.

El hijo de Carlos Páez Vilaró -fallecido en 2014- pide café y asume que la posibilida­d de un Oscar le da un nuevo carácter al relato, lo tiñe de una cierta novedad. También las redes: al sobrevivie­nte, convertido en vocero del grupo de los que volvieron, lo asombra la cantidad de seguidores que ahora tiene en Tik Tok.

En parte, se lo debe al estreno impactante de La Sociedad de la Nieve, película que arrasó en Netflix, acaso la definitiva sobre la gesta uruguaya, realizada por el español Juan Carlos Bayona.

“Pasé de 20 mil seguidores a tener 301 mil”, confiesa “Carlitos”, recién levantado, sin acusar cansancio de ningún tipo. Es envidiable el entusiasmo que lo atraviesa. Parece como si de la montaña lo hubieran rescatado ayer.

-¿Hay algo que cambió? ¿Una novedad?

-No es que la historia haya cambiado porque es esencialme­nte la misma. Pero creo que el hallazgo de La Sociedad de la Nieve, el hallazgo del director Bayona, fue darle voz a los que falleciero­n…

-Hablaron los muertos.

-Sí. Y los que murieron fueron tan importante­s como los vivos. Ese es el gran tema. Siempre fuimos los sobrevivie­ntes de los Andes. Cuando se estrenó la película en Montevideo, para todos las familias el aplauso fue cerrado. Eso habla de unidad y es bueno como mensaje para el mundo. Pero que el narrador sea Numa Turcatti, que muere, es algo no usual. El narrador siempre vive. Pero en este caso no es así. En Viven, el relator soy yo, John Malkovich hace de mí. Pero yo vivo…

-Entonces pareciera que se salda algo, ¿no?

-Se cierra una grieta. Una grieta que había entre los que salimos vivos de la montaña y el resto…

-¿Era una incomodida­d?

-Y sí, en el sentido en que hubo escritos 26 libros, tres películas, nueve documental­es, todos los años hubo un motivo para volver a contar la historia, para abrir de nuevo las heridas... y ahora todos están satisfecho­s y contentos con la película. Muchos han viajado a Venecia para verla en el Festival de Cine y esa grieta se cerró.

-¿Para usted encarnar a su padre qué significó?

-Lo más duro que me pasó en la vida. Cuando me lo pidió Bayona, le dije que me dejara consultar con mi psicólogo. Bayona me dice que era un proyecto sanador. El psicólogo me dijo lo mismo, que era sanador. Pero yo no soy actor. Te cuesta actuar. Te tenés que meter en todo de lleno. Me tuve que meter en la historia de mi padre, que era el tipo más conocido de la historia de Uruguay en ese momento, te tenés que meter en la piel de un monstruo…

Carlitos Páez, sobrevivie­nte de los Andes, reflexiona sobre el filme “La Sociedad de la Nieve”.

-Pareciera lograrlo porque el momento en que lee la lista de sobrevivie­ntes es muy verdaderam­ente emotivo…

-Lo logro después de nueve tomas. De pelearme con Bayona. Para mí fue algo muy fuerte…

-Es impactante que haya sido su padre el que da la lista oficial de sobrevivie­ntes. Usted podría no haber estado entre los vivos…

-Sí, cuando él dice “Carlos Paez Vilaró, mi hijo…” Yo podría no haber estado. La relación era de uno a tres.

-¿Nunca abandonó su padre la convicción de que usted vivía?

-Nunca, pero un poco impulsado por mi madre, por esa cosa del pálpito de una madre. Hizo una locura, moverse a la cordillera a buscar un avión perdido. Pero lo hizo…

-¿Por qué cree que volvemos a esta historia una y otra vez? Pareciera que nadie se cansa de escucharla, que no tiene fecha de caducidad…

-Es una historia que le pertenece al mundo. Es una historia extraordin­aria, protagoniz­ada por gente común. Vos podrías haber estado ahí y ese es el valor. Gente que tiene la capacidad de adaptarse a una situación adversa y salir adelante. Yo era un chico que no servía para nada y pasé de golpe a ser un chico útil. El otro día un periodista me hizo la mejor pregunta que me hicieron en toda mi vida.

-¿Cuál?

-Me preguntó cuándo naciste, el 13 de octubre, cuando se cayó el avión, o el 22 de diciembre, cuando los rescataron. Y yo dije: el día que se cayó el avión… A mí, papá me resolvía la vida, también mi mamá… yo era un malcriado que desayunaba en la cama.

-¿Y qué fue lo primero que apareció o que percibió en usted?

-Lo primero fue notar el dolor, yo no tenía idea de nada y lo miré a (Roberto) Canessa y le pregunté: “Canessa, ¿esto es lo que se llama un desastre?” Y después afloró mi papel, el de ponerle color e ilu

sión a los días. Mi papel fue el de “La Vida es Bella”. Después de la avalancha se acentuaron los roles y la historia se convirtió en lo que fue. Nos transforma­mos en una máquina para poder vivir.

-¿Cómo gestionaba­n del dolor?

-En equipo. Cuando uno se caía, había otro que lo levantaba. Cuando alguien tenía alegría para compartir se ofrendaba al resto del grupo. Era trabajo en equipo ciento por ciento.

-Siento que no hay nada que no le hayan preguntado. ¿La historia es fascinante siempre, pero hay algo que no haya contado?

-Creo que me preguntaro­n todo. Pero ahora en las redes sociales hay dos preguntas que apareciero­n por la película. Una es ¿por qué fumaban tanto? Parece una ridiculez pero en el avión iban dos dueños de una tabacalera que llevaban dos valijas repletas de atados de cigarrillo­s para regalar. Y la otra pregunta es ¿por qué no hicieron fuego? ¿Sabés lo que es hacer un fuego ahí, prender fuego una goma en la nieve? Teníamos un encendedor y había que prender en el momento en que viniera un avión, en el momento indicado. Era difícil.

-¿La era de las redes le dio una mayor magnitud a la historia?

-Claro, el TikTok nos puso en diálogo con nuevas generacion­es, que no conocían esta historia. Los chicos ahora me paran en los aeropuerto­s. Es una locura. Chicos de 13 o 14 años que ahora mueren con la historia. Explotamos de seguidores. Hay una locura y además se disparó la demanda de conferenci­as. Yo daba 40 conferenci­as por año y este año tengo 100 por lo menos…

-¿Siempre es la misma respuesta cuando le preguntan por la manera en que resolviero­n comer carne humana?

-Soporto archivo. Lo tengo bien armado porque es lo que es.

-En la película hay una escena que es perturbado­ra. Dura muy poco, pero se ven las costillas de todos los muertos que se han comido. Las costillas peladas. La pregunta es: ¿Fue así? ¿Fue hasta el hueso?

-Es así. Fue todo lo que se pudo. Una vez que te acostumbrá­s… es un proceso hacia la naturalida­d. De no haber visto un muerto en tu vida… pasás a normalizar todo. Una escena clave es cuando Canessa prueba comida y nota que se está empezando a descompone­r. Pero está en un prado verde y ya no la necesita, entonces la tapa y la entierra. Es lo que marca que ya no va a ser necesario seguir adelante con esto.

-¿La Sociedad de la Nieve es producto de un azar, de una espontanei­dad?

-Sí, surgió espontánea­mente de la misma manera que te hubiera surgido a vos.

-¿Le falta un Oscar a la historia?

-No lo sé. Creo que el Oscar ya se lo dimos nosotros. Viven fue una película muy respetuoso, pero demasiado Gringoland­ia. Ésta, en cambio, es otra cosa. Hay un grupo de 70 mil fanáticos enojados. No hay forma de hacerles entender que esta es la película total.

-Cada día, al despertar ¿tiene recuerdos de la montaña?

-Siempre, siempre se me cruza una imagen en algún momento del día.

-El libro que escribió su padre, “Entre mi hijo y yo, la luna”, merece también una película…

-Y es lo que vamos a hacer. Mirá, a Casa Pueblo la visitan 200 mil personas por año. Cien mil quieren saber la historia de nosotros.

-¿Y cómo fue la relación con su padre después del rescate? Digo, su padre fue el héroe de un momento de la historia hasta que apareciero­n ustedes y ese lugar les correspond­ió…

-La competenci­a natural que tenés con tu viejo. Mi viejo era un tipo fuera de lo común. Hubo un carril para mí y otro para él. Mi papá era el tipo más famoso de Uruguay. Pero después de muchos años de terapia, las cosas se superan.w

“Todos los días se me cruza alguna imagen de la montaña”.

 ?? MARIANA NEDELCU ?? Con Clarín. “Siempre fuimos los sobrevivie­ntes de los Andes y con la película queda claro que los muertos fueron igual de importante­s”, dijo Páez.
MARIANA NEDELCU Con Clarín. “Siempre fuimos los sobrevivie­ntes de los Andes y con la película queda claro que los muertos fueron igual de importante­s”, dijo Páez.
 ?? ?? Rescatados. Solo 16 de los 45 ocupantes del vuelo se salvaron.
Rescatados. Solo 16 de los 45 ocupantes del vuelo se salvaron.
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Cubiertos de nieve. Los hallaron 72 días después del accidente.

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