Clarín

Diferentes formas de ser cómplices

- Silvia Fesquet sfesquet@clarin.com

Si bien había tenido ya un escarceo con otro connotado personaje de la política, su salto a la fama, por así decirlo, llegó de la mano de unas fotos que la mostraban navegando por el Mediterrán­eo a bordo del Bandido, un lujoso yate en el que disfrutaba de vacaciones, champagne del mejor y algunos otros placeres junto a Martín Insaurrald­e, por entonces jefe de Gabinete del gobernador Kicillof. En plena campaña electoral, las fotos, que la misma protagonis­ta, Sofía Clérici, subió a las redes, desataron un escándalo. Sobre todo cuando trascendió que en su declaració­n jurada, el ex de Jesica Cirio juraba no tener ni un dólar. Tampoco un euro. Como parte de la investigac­ión, un allanamien­to en la casa de Clérici en un country arrojó un resultado no menos sorprenden­te: entre otras cosas, la Justicia incautó US$ 657.900, $ 2 millones, joyas y otros artículos de lujo. Lo notable es que estaba inscripta como monotribut­ista de la categoría más baja. En fin, una que sabemos todos. Pero el punto es otro. Hace unos días Clérici -hay que redoblar la apuesta para no perder protagonis­mo- contó en las redes que tomaba sangre humana para mantenerse “como una muñeca de porcelana”. No vamos a abrir juicio tampoco sobre este dato. El tema no es Clérici; el tema son los que le dan like, le piden más datos sobre cómo la consume y se interesan por su secreto en vez de interesars­e por la marcha de la causa, o pedirle explicacio­nes por tantas cosas no debidament­e aclaradas. Clérici es apenas una gota en un mar de irregulari­dades-por así decirlo- en el que nos acostumbra­mos a navegar, naturaliza­ndo todo. En definitiva, convalidán­dolo.

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