“La cultura, la expresión más elevada constructora de la sociedad”
cultura es a menudo vista cual un “adorno” de nuestras sociedades. Muy lejos de ello, esta cultura, que se despliega a través de innumerables expresiones del arte, replica en el cerebro humano, lo construye con la dinámica que le aporta hacia objetivos personales. Un disparador de opciones a desarrollar, dentro o fuera de la cultura, un alentador en el encuentro del despliegue personal, sea cual fuere, arriba al entendimiento del potencial que cada ser humano. El entendimiento del “ser trabajador”, lejos de ser una actividad unilateral, en su esencia es dinámica, arte y observador. Se conjugan, se enriquecen permanentemente. La cultura son las voces del pueblo, crean de manera poco entendida un sinfín de posibilidades que nacen desde el arte hacia la sociedad.
No siempre Europa es un parámetro de su accionar. Sí lo es en este aspecto, no por nada a fines de la Segunda Guerra Mundial los países europeos ponen el foco antes que ningún otro en la reinversión de la cultura. Supieron elevarla a su lugar perdido, con el claro conocimiento que al activar su cultura/arte velozmente crearía un efecto dominó sobre todas las áreas humanas perdidas. Eso es la cultura, la expresión más elevada, constructora de la sociedad. No llega para ornamentar, nunca; por el contrario, alberga el movimiento y la evolución de cualquier sociedad que lo comprenda, y si no lo comprende, ya es hora de aggiornarse. Adornar es salpicar una base férrea. Arte es el pilar social, no decorativo, sustancial. Un cambio de paradigma iluminaría la formación de las sociedades que no lo comprenden. Hay un momento para reflexionar y revertir, desde la revaluación de su concepto. Errar es humano, corregir también lo es...