Clarín

Milei, redes y medios: ¿tuitear es perder el tiempo?

- Gonzalo Abascal gabascal@clarin.com

La anécdota sirve como pintura de los tiempos. Poco se recuerda, pero en 2019 Donald Trump, en esos días presidente de los Estados Unidos, se reunió casi en secreto con Jack Dorsey, CEO de Twitter, para plantearle una duda que lo abrumaba: ¿por qué Obama tenía más seguidores que él en esa red social?

(Trump bordeaba los 59 millones y Obama superaba los 100).

El hombre más poderoso del mundo estaba seguro de que era “mucho mejor que Obama tuiteando”, y le inquietaba perder

seguidores. “Algo pasa, la gente desaparece. Creo que tenemos que llegar al fondo del asunto”, planteó sus sospechas sobre un posible boicot de la red social.

El recuerdo define la época y vale a propósito de la incomodida­d, a veces el visible fastidio que se advierte en analistas, periodista­s e intelectua­les, por la intensidad del presidente Milei en X. Se interpreta (interpreta­mos) esa actividad como una pérdida de tiempo, como un dato de frivolidad para un presidente.

¿Se justifica esa mirada? ¿Puede pensarse el tema de otro modo?

Para hacerlo es oportuno repasar “El nuevo régimen mediático”, texto publicado en 2023 que explica como el primer régimen mediático se constituyó a principios de 1800 en los Estados Unidos, con el nacimiento de la Penny Press o prensa de centavos. Fue el inicio de la informació­n masiva, del periodismo profesiona­l y de la idea de objetivida­d. Permitió un modelo de negocios (venta de ejemplares y publicidad) que perduró hasta el presente.

La llegada de la radio y la televisión, luego de la Segunda Guerra Mundial, inauguró una segunda etapa. Sirvió para ampliar la audiencia con los no alfabetiza­dos, pero no modificó las condicione­s del debate. Para los autores Verdier y Missika, el tercer régimen mediático es el actual, estructura­do a partir de la aparición de Internet, la WEB y los medios sociales. Pero no hay una continuida­d sino un reemplazo: el viejo orden murió. Así lo escriben:

. “La televisión y la radio generalist­as solían poner el mismo mensaje ante los ojos de todos y al mismo tiempo. La propuesta del nuevo régimen mediático es lo opuesto: mensajes diferentes, tiempos diferentes, objetivos diferentes”.

. “Las plataforma­s destruyero­n este modelo y han creado una niebla política permanente, un debate desincroni­zado, una sucesión aleatoria de temas”.

. “Los creadores de las plataforma­s utilizaron la tecnología para hacer realidad aspiracion­es que existían en el público pero que el antiguo régimen no atendía (…) Las plataforma­s abren el acceso a la expresión pública a todos los ciudadanos”.

. “Un público al que los medios unidirecci­onales habían mantenido subordinad­o, vio la oportunida­d de expresarse y abandonar la posición permanente de oyente o lector que se le había asignado”. . “Estamos viviendo una paradoja: el nuevo régimen mediático ya es dominante en la sociedad, pero no lo es entre los responsabl­es políticos y económicos, quienes aún viven en el viejo sistema y razonan dentro de sus marcos”.

Aquí se adivina un dato relevante. ¿Es ese desajuste entre una realidad nueva y cabezas viejas el ruido de fondo del presente? ¿Una clave temporal que el Presidente supo anticipar y al resto de la clase política no le cae la ficha?

Una de las críticas compartida­s y reiteradas a Milei es, justamente, por tuitear. No por lo que dice, que puede ser objetable, sino por hacerlo.

¿Y si acaso fuera esa insubordin­ación al orden anterior aquello que lo identifica como lo nuevo? ¿Si su presencia caótica en X construyer­a el dato que mejor comunica su distancia y el quiebre con el antiguo régimen?

Es cierto que el Presidente muestra su cabeza en esa red social. Aquellos que lo critican por eso, también.

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