Clarín

Una educación con pocos nutrientes

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Ayer fue el Día Mundial de la Obesidad y la fecha puede servir para recordar lo mal que comemos los argentinos. El último relevamien­to nacional de factores de riesgo se hizo en 2018 y mostraba que más del 25% de los argentinos es obeso y 36% tiene sobrepeso. Tras la pandemia, los expertos coinciden que ese porcentaje aumentó. Los riesgos para la salud pública son evidentes.

Las deficienci­as alimentari­as de los argentinos ya fueron documentad­as por expertos como el nutricioni­sta Sergio Britos, quien habla de un consumo excesivo de harinas, planificad­os y cereales muy refinados, hortalizas como la papa y también carnes; así como bajo consumo de verduras, frutas, legumbres, y en menor medida de lácteos.

Si bien el Estado mínimo ahora es casi una religión a la que adscribe la mayoría, cuyo mantra “No hay plata” se respeta sin chistar, es bueno tener en mente lo mucho que sí se puede hacer desde las políticas públicas para torcer esta realidad.

En primer lugar, la educación alimentari­a. A causa de la crisis, creció 21% en 8 años la cantidad de alumnos que comen en las escuelas. Hoy la mitad de los chicos pobres recibe almuerzo en el colegio y ahí hay una oportunida­d. Pero la calidad nutriciona­l de la comida de los comedores escolares dista mucho de ser lo que debería ser. Se repiten los patrones alimentari­os de las casas y no hay capacitaci­ón ni control para sus encargados, explican los expertos.

Nada de esto parece haberse tenido en cuenta desde el ministerio de Capital Humano nacional cuando revisaron y ajustaron las partidas para los comedores escolares. La semana pasada, 11 ministros provincial­es de Desarrollo Social reclamaron por el ajuste en esos fondos, que complement­an el aporte que las mismas provincias deben hacer para los comedores escolares.

A esto se suma que la situación socioeconó­mica actual no favorece en nada a una alimentaci­ón saludable de las familias. Si hay algo que aumentó mucho más que el promedio de la inflación es, justamente, las frutas y verduras. Muchas de las cuales hoy son casi inaccesibl­es.

Diversas investigac­iones muestran que hay una relación directa entre buena alimentaci­ón y resultados educativos. Desde el Gobierno nacional dicen que están organizand­o un ambicioso plan de alfabetiza­ción en todo el país, que excede a las escuelas. ¿Puede tener éxito sin prestar atención a una alimentaci­ón que se deteriora día tras día?w

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