Clarín

El secreto del sillón mágico que viaja de su living a sus videos

El popular cantautor acaba de lanzar “Quiero mejor”, que presentará el 17 de mayo en el teatro Coliseo. Y sigue dando shows con el dibujante Liniers.

- Marcelo Fernández Bitar mbitar@clarin.com

En el living de la casona donde vive Kevin Johansen hay un sillón. Pero no es un sillón cualquiera. Examinándo­lo de cerca, tiene rueditas. Raro.

Una segunda mirada hace recordar que es el mismo que aparece en el video de Vals de la luna, lanzado hace cinco meses atrás, como primer anticipo de un nuevo álbum. Ahí se sienta Kevin durante una supuesta clase relajación llamada “Encuentra tu living interior”.

También está omnipresen­te en el flamante clip de Quiero mejor, la canción que da título al disco que se acaba de editar. Esta vez tiene un rol protagónic­o, gracias a sus rueditas: recorre distintas locaciones en Miramar mientras Kevin canta el tema, una deliciosa rumba con voces, palmas, guitarras y violín del conjunto español Las Migas.

Pensándolo bien, es una buena metáfora para el estilo de música de Kevin Johansen. Casero y sofisticad­o a la vez. Lo-fi y hi-fi. Moderno, original y nuevo, pero también con sabor a vintage. Son básicament­e canciones, pero pueden ir de la balada a la bossa, del jazz al country, o incluso al rap. Canta principalm­ente en castellano, pero también es inglés y en francés.

Una vuelta de tuerca

Ya pasaron 24 años desde la aparición de su primer disco The Nada, donde estaban temas como Guacamole, En mi cabeza y McGuevara´s o CheDonald´s. (Más atrás, cuando tenía 21 años integró el dúo pop Instrucció­n Cívica, que tuvo un minuto de gloria en 1985).

Después llegaría el segundo trabajo como solista, con el hit televisivo Down with my baby, que fue la cortina de la novela Resistiré. Luego vinieron discos como

City Zen y Logo, donde se consolidó un sonido.

Ahora, con el lanzamient­o de

Quiero mejor, Kevin se anima a una nueva vuelta de tuerca: lo presentará en vivo en un formato nuevo que bautizó Feng Shui Project, junto con sus productore­s Panda Elliot y Marcelo “Coca” Montes. El debut oficial será el 17 de mayo en el teatro Coliseo.

A la vez, sigue dando shows por Latinoamér­ica y Europa con su habitual grupo The Nada y también con el dibujante Liniers.

Quiero mejor es atrapante y único, con una variedad de ritmos y estilos que reflejan las diferentes facetas de la personalid­ad musical de este gran cantautor “casi” argentino, nacido en Alaska, con una adolescenc­ia en Buenos Aires y sus veintitant­os en Nueva York. Cosmopolit­a al palo.

La historia del sillón

Sentado en el mismo siilón de sus videos, en el living de una casona en Belgrano R, Kevin cuenta que, “es un sillón bien estilo Homero Simpson, al que le puse ruedas para el videoclip de Vals de la luna.

Tiene el estilo de un sillón de mis abuelos, y vino con la casa donde estamos hace ya 11 años. Yo la llamo La Casa Mar del Plata porque se parece a la casa a Mar del Plata de mis tías”.

Detenerse en el sillón le hace reflexiona­r que, “como dice uno de los temas nuevos, no hay que salir de la zona de confort sino entrar. Ahí es donde caen las ideas, cuando uno está en el sillón con un vinito o mirando un partido de fútbol con los seres queridos cerca. Y aparecen los duendes”.

A un costado del living hay un piano vertical y del otro lado una gran biblioteca con fotos de familia, un viejo equipo de audio, vinilos y compacts.

El tesoro musical, sin embargo, lo tiene en otra parte de la casa: la batería del legendario músico Enrique “Zurdo” Roizner, que murió en enero a los 84 años. No solo integraba The Nada sino que antes llegó a tocar junto a artistas de la talla de Vinícius de Moraes, Toquinho, Gato Barbieri y Astor Piazzolla. Hasta acompañó a Frank Sinatra en su visita a Argentina.

“Fue un regalo de su familia, para mi hijo Tom, todo un honor”, explica. Y agrega: “Estuvimos tocando juntos apenas unos días antes de su muerte, porque teníamos un grupo que llamábamos The Guey Stripes y estuvimos en el Torcuato Tasso a fin de año. Nos quedaron dos fechas por hacer. Todavía no caigo sobre su ausencia”.

-Tocaste casi 20 años con el Zurdo, cantaste con David Lebón y en este disco grabaste con Nito Mestre. Hay una constante ahí.

-Me pasó de ir colecciona­ndo figuras paternas, o tener al Zurdo un poco como un hermano grande. Más allá del rock o la canción, soy muy fan de la gente que es muy lúcida, como David o Rubén Rada.

A Nito me lo crucé un par de veces, y siempre me pareció un señor muy agradable en su trato, muy respetuoso. Fue muy lindo grabar con él porque yo obviamente escuchaba esa voz emblemátic­a desde chico. Es un poco como un Caetano Veloso nuestro, con una suavidad que ahora no se estila tanto.

-¿Cómo fue la gira del disco anterior, “Tu ve”?

-Fue un ejercicio lindo, a instancias del productor Juan Campodónic­o, que propuso que el disco tuviera un sonido grande, pero

“Hay mucha vulnerabil­idad y sinceridad en el disco”.

con pocos elementos. Más minimal, pero grandilocu­ente. O sea, al revés de lo que yo vengo haciendo, que tiene muchos elementos y timbres con The Nada.

Entonces toqué en vivo como trío, con Pablo Bonilla disparando tracks y tocando percusión, y Paco Leyva, en guitarra, flauta y teclados. Fue un ejercicio de trabajar con líneas que nunca había hecho, y también de descubrir que todavía podía adaptarme a nuevas sensacione­s tecnológic­as.

-Habían empezado en Chile y llegaron hasta Europa, ¿no?

-Sí. Dimos una algunas vueltas. Bastantes teatros, o sea una gira muy teatral. Recuerdo siempre lo que me dijo una vez el dueño del famoso club CBGB: “No te veo haciendo arena rock, pero si haces las cosas bien podés hacer teatros para 2-3-4 mil personas”. Y yo pensaba “¿Dónde firmo?”. Fui encontrand­o mi formato, como se suele decir, boutique. .

-Cuando terminaste te metiste a hacer este disco nuevo con una banda nueva, sin dejar los shows con The Nada y Liniers.

-Sí. Me dieron ganas de juntar el material que siempre se junta. Ya era hora. Fue muy fortuito porque empecé a grabar en El Mejor Estudio. Un día Panda. Elliot, una de las productora­s del disco, me dijo “Tengo un tema, me gustaría que cantes”, y pegamos onda. Después se sumó Coca Montes.

Yo tenía temas hechos pre, durante y post pandemia. “Quiero cerrarlo, quiero hacer un disco”, les dije. Junté el material y me parecía que era bastante congruente todo lo que lo que decía.

-¿El álbum se te va armando tipo Tetris o arrancás con un hilo de escribir pensando en tal concepto?

-Se va armando medio como un Tetris, y después por supuesto que te das cuenta de que hay un manojo de temas que tienen que ver con ese momento de necesidad o que hay esa capacidad de sorprender­se todavía.

Me pareció que había mucha vulnerabil­idad y sinceridad en el disco. También una cosa de búsqueda de la canción y ser escueto, sintético, muy al grano. Por eso lo del feng shui como nombre del quinteto que completan Martín en teclados y Lucho en la batería.

-¿El título estaba desde el principio?

-No. El título que yo tenía en mente era Puntos equidistan­tes, pero era demasiado cerebral. La gente alrededor decía que Quiero mejor era superior. Tiene que ver con una búsqueda medio vital también de la edad.

-Quizás un artista más joven dice “Quiero todo, quiero más”, pero decir “Quiero mejor” es más maduro...

-Quiero mejores y distintos de calidad de vida. Exacto. Fue por ahí.

-¿Te parece que llegás a esa conclusión por edad o por haber atravesado la pandemia?

-Bueno, justo en mi caso van de la mano. Pero sí, también me encuentra más grande y y queriendo, como dice Lebón, un mundo agradable. Esa búsqueda dentro del caos, tanto de uno como del mundo alrededor. Es como decir “Quiero que el Feng Shui armonice este caos de algún modo.w

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ARIEL GRINBERG Una búsqueda dentro del caos. Así define su nuevo rumbo musical, desde el interior de su casa.
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Su zona de inspiració­n. “Es un sillón bien Homero Simpson”, bromea.

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