Clarín

La orgía de Insaurrald­e es una sombra para Kicillof

- Héctor Gambini hgambini@clarin.com

El día que recorrió la Riccheri, horas antes de embarcarse con una modelo en el yate

Bandido y saltar al vacío de su ocaso político, Martín Insaurrald­e se hizo llevar a Ezeiza por un chofer en una camioneta del municipio de Lomas de Zamora, donde estaba de licencia por ser el jefe de Gabinete de Kicillof.

Es un detalle ínfimo en el cúmulo de pruebas de corrupción en su contra que acaban de difundir los fiscales que lo investigan, pero muestra el grado de impunidad del funcionari­o promedio que encarna la fantasía monárquica de Luis XIV: L’État, c’est moi (El Estado soy yo).

El dato mayor de la investigac­ión judicial en curso es que Insaurrald­e gastó

más de 120.000 dólares en viajes durante dos años mientras ganaba 1.800 dólares mensuales, sin otros ingresos declarados. Los números no cierran.

Sólo alquilar el Bandido en Marbella le costó 13.716 euros, unos 15.000 dólares. Para ese paseo de apenas ocho horas, Insaurrald­e debió invertir ocho meses y medio

de su salario como funcionari­o público. Aquí empieza una interesant­e danza de nombres de empresas, tarjetas de crédito extranjera­s y otras herramient­as destinadas a esconder a Insaurrald­e, más otros datos de empresas contratist­as de Lomas que eran extraordin­ariamente generosas con el intendente que les daba las obras: le cedieron -al menos- una camioneta importada, una casa en un country y un departamen­to en Puerto Madero.

El volumen y las ramificaci­ones de esta verdadera orgía económica llevaron a los fiscales Diego Velasco y Diego Mola a solicitar esta semana una ampliación de la prueba con pedidos de informació­n a Suiza, Estados Unidos y España.

Es para intentar clarificar “la interposic­ión de personas jurídicas y humanas para disimular el origen ilícito de los fondos”.

La hipótesis de los fiscales excede largader mente la teoría del placer hedonista del combo modelo-yate-champán: creen que Insaurrald­e estaba lavando dinero sucio.

El gobernador Kicillof -que ahora recurrió a la Corte para pedirle a la Nación más envío de fondos públicos- dijo tres cosas curiosas sobre su ex jefe de gabinete: que se enteró del escándalo por las redes sociales, que su función no es “espiar a los funcionari­os, como Macri” (una torpeza en la debilidad) y, finalmente, que Insaurrald­e impuesto por Máximo Kirchner- “es parte de la coalición Unión por la Patria... no es

el gobierno de Axel Kicillof ”. Ajá. Sobre el escándalo de las tarjetas truchas de Chocolate, dijo que “es un tema del polegislat­ivo”. Si el Legislativ­o no es su problema y el Ejecutivo tampoco, porque no sería suyo sino de “una coalición”...,

¿cuál sería el problema de Kicillof?

Quizá, que Insaurrald­e sigue en su “nueva” gestión a través del director legal de la Lotería de la Provincia -el juego es su territorio- , del tribunal de cuentas y de la ministra de Ambiente. Y que también está en la Legislatur­a con la presidenci­a en Diputados de Alejandro Dichiara, justo cuando el caso Chocolate avanza buscando responsabl­es hacia

arriba. Kicillof no puede asegurar que el dinero que los fiscales creen que lavaba Insaurrald­e no era de ninguna caja suya.

Por las dudas, acaba de entrar a la causa Chocolate -como defensor de los punteros de Sergio Massa, Facundo y Claudio Albini- el abogado Maximilian­o Rusconi, que defendió a Lázaro Báez, a Julio De Vido y a Diego Lagomarsin­o por el crimen de Nisman. La coalición a la que pertenece Kicillof está preocupada.w

La Justicia avanza sobre los casos Insaurrald­e y “Chocolate” con derivacion­es insospecha­das.

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