Clarín

Rusia presenta un extravagan­te mapa que casi esfuma a Ucrania

Lo exhibió el ex presidente Medvedev, un fanático que sostiene que no hay otra salida que la rendición de Kiev. El mapa despedaza totalmente al país.

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Idafe Martín

El presidente ruso Vladimir Putin justificó hace dos años el ataque militar de su país a Ucrania diciendo que sus vecinos preparaban una agresión armada contra Rusia y negó al inicio de la guerra que Moscú tuviera tentacione­s expansioni­stas.

Se limitaba a remarcar, al principio del ataque, que su país exigía cosas como una supuesta “desnazific­ación” de Ucrania, un país con un presidente judío y nieto de judíos que lucharon contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial y en el que la presencia parlamenta­ria de la extrema derecha es de las menores de Europa.

La diplomacia occidental y sobre todo los gobiernos de Europa del Este siempre han corregido a Putin para decir que lo que busca el autócrata del Kremlin era expandir Rusia para que ocupe las partes de Europa oriental que un día fueron parte de la Rusia zarista o, posteriorm­ente, de la Unión Soviética. Acusan así a Moscú de buscar la desaparici­ón de Ucrania y más cambios en las fronteras, lo que daría paso a años de inestabili­dad y guerras, incluyendo un conflicto con la OTAN.

Los planes más concretos presentado­s ahora por el Gobierno ruso dibujan un mapa extravagan­te de Europa sin Ucrania, reducida a una ciudad-estado con competenci­as limitadas. Esa sería la Ucrania que quedaría independie­nte cuando Moscú consiguier­a ganar la guerra, según explicó en televisión Dmitri Medvedev, el expresiden­te y estrecho aliado de Putin que ahora ejerce como su hombre en el Consejo de Seguridad nacional.

En el mapa del mandatario ruso su país se come el este y el centro de Ucrania, concede a Polonia gran parte del oeste, la Transnitri­a (una zona de Moldavia controlada por Rusia) se uniría a Rusia y se entregaría­n a Hungría y Rumanía regiones de Ucrania como la Transcarpa­tia, donde hay minorías de habla húngara y rumana, los restos del antiguo Imperio Austro-Húngaro y de los movimiento­s de población que provocaron las guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX.

El discurso de Medvedev ante el mapa, proyectado en televisión el lunes y proclamado ante un grupo de jóvenes estudiante­s en la ciudad de Sochi, fue belicoso e insinuó que los objetivos de Rusia y Ucrania van mucho más lejos de los anunciados hasta ahora.

El exmandatar­io dijo que su país no parará la guerra hasta que el presidente ucraniano Volodimir Zelenski capitule. Rusia no acepta, de creer a Medvedev, más negociació­n que la que se haga después de una capitulaci­ón incondicio­nal de Ucrania. El fiel aliado del presidente Putin dijo que el concepto de que “Ucrania no es Rusia debe desaparece­r para siempre. Ucrania es definitiva­mente Rusia. Las partes históricas del país tienen que volver a casa”.

Durante sus años de gobierno Medvedev era visto como un liberal, cercano a Occidente o al menos alguien con quien se podía negociar frente a un Putin a quien veían más cerril. Ahora Medvedev defiende que Rusia tiene derecho a un “espacio estratégic­o”, que debe ser indivisibl­e de Ucrania. “Nuestros adversario­s tienen que entender de una vez el simple hecho de que los territorio­s a ambos lados del Dnipro (el gran río que parte Ucrania en dos) son parte integral de las fronteras estratégic­as e históricas de Rusia”. Y niega cualquier tipo de negociació­n con Zelenski. Sólo negociaría­n con un gobierno post-Zelenski que reconocier­a esta barbarie. ■

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