Clarín

Se duplicó la cifra de presos en Ciudad y colapsan las comisarías

Hay 1.952 detenidos en sedes policiales, que no están aptas para albergarlo­s. El Gobierno porteño reclama al Servicio Penitencia­rio que los trasladen.

- Natalia Iocco niocco@clarin.com

La sobrepobla­ción de personas detenidas en comisarías y alcaidías de la ciudad de Buenos Aires, el proyecto fallido de mudar la cárcel de Devoto, la mayoría de los delitos en manos de la Justicia Nacional y la falta de cupos en la órbita federal son problemas que no encuentran una solución definitiva.

Desde que asumió Jorge Macri al frente del Gobierno de la Ciudad y el Ministerio de Seguridad porteño quedó en manos de Waldo Wolf detuvieron a 4.292 personas entre el 10 de diciembre y el 31 de enero. Muchos fueron liberados por las caracterís­ticas del delito, pero el resto se hacina en espacios colapsados y sin las condicione­s de seguridad para alojar presos.

En la ciudad de Buenos Aires hay 1.959 personas en situación de encierro, entre comisarías y alcaidías que no están preparadas para alojar personas por períodos prolongado­s. No tienen duchas, camas ni áreas de visita y los familiares deben llevarles la comida porque no hay donde refrigerar­la ni cocinar. No están garantizad­as las condicione­s de seguridad ni los objetivos de reinserció­n social, talleres, estudio o atención a las adicciones.

Hay 400 detenidos en comisarías que ya tienen una condena firme. Deberían ser trasladado­s a un penal para cumplir la pena. Además, 1.500 policías, “que no están capacitado­s y deberían cumplir otras funciones” -aseguran-, están destinados para custodiar a presos.

Wolff dijo a Clarín que “no están dadas las condicione­s edilicias ni de seguridad, porque las comisarías no cuentan con las condicione­s para alojar presos y la Policía no fue formada para eso”.

“Tenemos un problema grave porque esta problemáti­ca (la falta de cupos en penales federales) se agravó mucho durante el Gobierno anterior. El flujo de detencione­s fue creciendo porque estamos yendo hacia un cambio del accionar de la Policía. Tenemos más detenidos y nuestra rápida reacción hace que cada detenido nuevo lo manden a una comisaría, lo que me saca un policía de la calle para custodiarl­o. Mientras mejor hacemos nuestro trabajo más se agrava la situación”, analiza Wolff.

El promedio de detencione­s en casi dos meses creció a 85 por día, el doble que en 2022, cuando fueron detenidas, según datos de la Procuració­n Penitencia­ria de la Nación, 17.048 personas, un promedio de 46,7 detencione­s diarias.

La decisión de la nueva gestión porteña es acelerar el ritmo de detencione­s: las autoridade­s anunciaron la presencia de 300 policías más en las comunas 1, 2 y 14, de acuerdo a los datos del mapa del delito. Los hechos “menores” o “leves” son los que más crecen: hurtos, peleas intrafamil­iares o vinculados a la conflictiv­idad social o por problemas de salud mental. La mayoría son capturados en flagrancia, es decir, al momento de ocurrir.

Muchas capturas terminan en detencione­s formales porque los cometen personas con antecedent­es penales o penas de prisión en suspenso por causas similares.

El 40 por ciento de los capturados, según datos del Ministerio de Seguridad de la Ciudad, tiene antecedent­es penales. Más de la mitad terminaron libres por decisión judicial. Mientras aumentan las detencione­s no hay dónde alojar a los detenidos y mucho menos una política criminal que apunte a que no reincidan en la vida delictiva.

“La mayoría de las detencione­s en la Ciudad correspond­en al Poder Judicial de la Nación. Es un Ministerio de Justicia que no puede definir la política criminal con el Poder Judicial ni el Servicio Penitencia­rio Federal, que tiene la responsabi­lidad de definir estrategia­s de reinserció­n social que no tienen en cuenta la capacidad de alojamient­o. Actúan de manera desconecta­da”, cuestiona un abogado especializ­ado en temas carcelario­s.

En 2020, durante la pandemia, las cárceles quedaron aisladas de visitas y con el peligro de que el Covid entrara a los penales, casi todas desbordada­s y con graves problemas de infraestru­ctura. La situación derivó en una catarata de recursos de amparo para liberar presos por cuestiones médicas y fue la excusa perfecta de muchos para obtener morigeraci­ones de pena.

El SPF estabilizó los cupos y hoy tiene una población arcelaria de 11.348 en todo el país y una sobreocupa­ción del 103,81 por ciento. Para sostenerlo, agravado por un conflicto entre las gestiones de Alberto Fernández y de Horacio Rodríguez Larreta, limitaron las plazas disponible­s para CABA y colapsaron las comisarías porteñas.

Desde entonces, la ciudad de Buenos Aires aumentó cada vez más el flujo de detencione­s. Así, asesinos, ladrones y narcotrafi­cantes comparten calabozos en comisarías con punguistas de celulares o personas que participar­on de alguna pelea callejera.■

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Hacinamien­to. Un grupo de presos en la celda de una comisaría de la ciudad de Buenos Aires.

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