Clarín

Crimen en un country: la víctima fue atacada por la espalda

- Natalia Iocco niocco@clarin.com

“No hubo agonía”, confirmó la médica que practicó la autopsia de Roberto Eduardo Wolfenson (71) en su declaració­n. Tal como había establecid­o en el informe indicó que “la muerte fue asfixia lazo, puede ser con una soga o un cable, muy finito”. Además aclaró que fue atacado por la espalda, que tenía lesiones en la mano izquierda, porque era zurdo, y que ese lazo fue la “única arma utilizada” para cometer el crimen. Todas las heridas son compatible­s con esa mecánica.

Sobre el asesino, la médica Silvina Aguirre del Cuerpo Médico Forense, aseguró que “hizo un movimiento constricto­r, en el que aplicó muchísima fuerza” para matar a la víctima. El cuerpo siempre estuvo en la misma posición en la habitación de invitados, vestido con la ropa del día anterior, con la cabeza debajo de un radiador y lesiones.

La herida en la zona cervical correspond­e a las maniobras realizadas para asfixiarlo y no hay rastros compatible­s con el uso de otra arma, según afirmó la médica. Los testigos hablaron con el ingeniero electrónic­o el jueves, pero no recibieron respuesta. También su pareja, que estaba de viaje, pero, al regresar, se quedó en la casa de su hija en la ciudad de Buenos Aires, contó que hablaron por teléfono el miércoles y el jueves intercambi­aron mensajes de Whatsapp.

Pero entre las 14.13 del jueves 22 de febrero y las 16.45 del viernes 23, cuando encontraro­n su cuerpo, nadie habló con la víctima ni lo vio con vida. Un amigo de La Delfina lo había invitado a cenar, pero el mensaje no llegaba, “quedó con una sola tilde y a la mañana entró” pero nunca lo respondió.

Otro dato que generaba dudas

es que Wolfenson estaba vestido igual que el día anterior, algo no habitual en él. Tomás Farini Duggan, abogado que representa a los hijos de la víctima, destacó algo que llamó su atención: la médica declaró que Wolfenson tenía el estómago vacío. Es decir que cuatro horas antes del crimen no había almorzado y, quizá, tampoco desayunado. Algo raro en “un hombre extremadam­ente rutinario”. Por otra parte faltó a su clase de gimnasia y no realizó su caminata de 6 mil pasos.

Ya empezaron a declarar los vecinos de La Delfina, el barrio privado ubicado a la altura del kilómetro 50 de la ruta 8, el ramal Pilar de la Panamerica­na. Amigos, otros vecinos y familiares de la víctima serán los próximos en dar su testimonio, para buscar algún elemento que pueda ayudar a los investigad­ores a identifica­r a los posibles culpables. A doce días del crimen, la hipótesis no está clara, no hay móvil, sospechoso­s ni elementos que permitan encontrar una línea de investigac­ión concreta.

El teléfono celular de Wolfenson desapareci­ó y, según quedó constancia en la pericia, hubo dos ingresos a su WhatsApp supuestame­nte realizados de manera remota. La pareja de la víctima y su hija habrían accedido a la cuenta, pero no está claro por qué. La computador­a laboral no pudo abrirse porque se bloqueó y tampoco está claro si fue una decisión de la empresa en la que trabajaba o luego de varios intentos de ingreso.■

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