Clarín

“Todos somos extraños”, pero el protagonis­ta ve gente muerta

Adam es un gay adulto que no cerró el duelo por el accidente donde perdió a sus padres. La protagoniz­an Andrew Scott y Paul Mescal (“Aftersun”).

- pscholz@clarin.com

Si copiarse a sí mismo es estilo, como acuñó la frase Alfred Hitchcock, ahora su compatriot­a, el británico Andrew Haigh, lo refuerza. Es que por 2011 estrenó

Weekend, la historia de un joven gay que vivía en un edificio y buscaba algún tipo de conexión… humana. Una docena de años más tarde, el director vuelve a un condominio de lujo casi vacío en Londres.

Y si Weekend, que era algo morosament­e discursiva y se transformó en un clásico del cine gay, Todos somos extraños cumple con los mismos parámetros.

Ahora el protagonis­ta es Adam (Andrew Scott, de Fleabag y Oslo) un tipo algo aburrido. Es un guionista que quiere escribir sobre su familia, pero en vez de sentarse ante su notebook con mayor asiduidad, prefiere quedarse viendo la tele y comiendo comida chatarra hasta altas horas de la noche.

Hasta que un encuentro fortuito -sí, como ocurría en Weekendle cambia la existencia. Es Harry (Paul Mescal, candidato al Oscar como actor protagónic­o por Aftersun, y este año lo veremos como Lucius en Gladiador 2), un extraño que sería el único otro habitante del edificio. Tras los coqueteos, llegan el sexo, y Adam se pone como meta escribir sobre su familia. No es fácil: sus padres murieron en un accidente automovilí­stico cuando él tenía 12 años.

Así que cuando visita la casa en la que convivió, que está vacía, se encuentra con papá y mamá (Jamie Bell, de Billy Elliot, y Claire Foy, la reina Isabel en las dos primeras

temporadas de The Crown). La sorpresa que causa ese primer encuentro en el espectador es grande, porque el actor Andrew Scott, el hijo, es al menos 10 años mayor que Bell y Foy.

Las edades no dan y sí, estamos ante otro caso de alguien que ve gente muerta. Adam se relaciona con sus padres, que no saben nada de él desde su muerte. Mamá no sabía que era gay, papá medio que lo intuía.

Todos somos extraños no es para nada un filme de terror, aunque juegue con esa presencia fantasmal. Y también con el duelo no cerrado de ese niño adolescent­e convertido en adulto. Porque los padres de Adam es como si hubieran estado esperando que su hijo regresara a casa. Vamos a descubrir la vida de Adam a través de las preguntas de los padres, que ansían saber qué ha sido de su vida, cómo ha crecido, y del relato de él.

La otra pata es Harry, y con sus inquisicio­nes y las respuestas de Adam se va armando el retrato de este hombre huérfano y a la deriva. No puede deshacerse del dolor por sus padres y siente que esa existencia, vacía, tiene sus por qué.

Pero en la película por momentos parece que el director tomara distancia de Adam, quien está más metido en el mundo espectral que en el real. Las actuacione­s de los cuatro intérprete­s son sumamente valiosas.w

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Adam. El protagonis­ta es intepretad­o por Andrew Scott, y vive solo en un departamen­to en Londres.

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