El regreso a Sderot, uno de los escenarios del brutal asalto terrorista
Es la ciudad más cercana a Gaza. Sus habitantes debieron evacuar y ahora regresan y conviven con los recuerdos.
Carmela reza en la terraza de su casa en la ciudad israelí de Sderot, la más cercana a la Franja de Gaza, mientras sostiene entre sus manos, decoradas con anillos, La Torá. De vez en cuando, alza la vista del libro sagrado para ver a los curiosos que asoman la cabeza por las rejas de su patio. Se siente todavía desorientada, hace solo cuatro días que ha regresado a su hogar tras cinco meses fuera.
”No me siento bien todavía, el miedo no se va”, cuenta a EFE esta anciana israelí. “Rezo por los rehenes que siguen secuestrados por Hamas. Espero que salgan pronto”. Como ella, otros casi 18.000 habitantes de unos 30.000, según datos del ayuntamiento, han ido regresando en las últimas semanas a esta urbe, donde se incrustó el horror el pasado 7 de octubre: Sderot fue la última ciudad a la que lograron llegar los terroristas de Hamas.
Durante horas, se movieron por las calles con furgonetas o a pie y abrieron fuego contra edificios, casas y coches. Al menos setenta personas murieron, y a día de hoy, más de 150 días después y una guerra devastadora en Gaza, los residentes aspiran a lograr pasar página y despojarse de esos episodios de terror. Pero saben que no es una tarea fácil.
“Vas caminando por la calle y todo te recuerda a lo que ocurrió aquel sábado negro. Piensas ‘aquí mataron a unos vecinos, allá a otros más’. Estamos reviviendo todo el tiempo lo que ocurrió aquel día. Ese es ahora nuestro problema: el trauma”, lamenta Gitit Botera, una mujer de 41 años recién llegada de Tel Aviv, donde como la mayoría se había estado alojando gracias a hoteles rentados por el gobierno.
El pensar que la ciudad pueda ser atacada en cualquier momento es lo que más sigue atormentando a Botera. “Me noto que estoy siempre en alerta por si suenan las alarmas. Si voy conduciendo no me pongo el cinturón, ni tampoco a mi hija de cuatro años. Tenemos cincuenta segundos para salir y buscar un refugio. Vivir así es muy complicado”, indica.
La misma sensación invade a Timor, una joven de 22 años, que cada día se desplaza desde su ciudad natal de Netivot para realizar sus prácticas en un despacho de abogados. La oficina se encuentra en la planta baja de un edificio agujereado por el impacto de un proyectil. “No sabíamos cómo íbamos a encontrar la ciudad después de tantos meses. Yo admito que me siento asustada todo el rato. Hace dos días volvieron a sonar las alarmas por la llegada de cohetes”.
Hay sin embargo cierto aire de tranquilidad en Sderot. Se ve a la gente limpiando sus casas y haciendo reparaciones y los colegios y guarderías reabrieron sus puertas el pasado domingo. ■