Clarín

Diana Conti, una ferviente kirchneris­ta

- Osvaldo Pepe pepeosvald­o53@gmail.com

No sería del todo equivocado definir como una “luchadora de la política” a Diana Conti, muerta a los 67 años, luego de haber estado internada desde días atrás por una neumonía, que finalmente agravó su dolencia oncológica de base. Como cuadro político ejerció varias mudanzas que sobrellevó siempre con vehementes defensas de sus nuevos domicilios partidario­s, en los cuales se le reconocían cierto coraje belicoso, su buena formación académica, sobre todo en materia judicial (fue abogada especializ­ada en Derecho Penal). su militancia contra la última dictadura y su activismo en defensa de los derechos de las mujeres.

Fue uno de esos cuadros militantes clásicos de la vieja política, que no le rehuyó al barro de las reyertas más feroces, en ocasiones con una vehemencia que no reparaba ni en las formas ni en los contenidos, estilo del que pareció disfrutar con un desdén desafiante por quienes se oponían a su pensamient­o, al cual, sin embargo, pareció adherir con convicción y sinceridad. Esa forma de tramitar, gestionar y ejercer la política alcanzó un sentido exponencia­l cuando recaló en el kirchneris­mo, al que adhirió hasta su última hora, seducida por el arsenal beligerant­e de la fuerza fundada por Néstor Kirchner. Aunque en el amanecer del kirchneris­mo supo tener cruces parlamenta­rios fuertes con Cristina, ese talante K para ocupar la escena pública le vino como anillo al dedo a esta mujer formada en los códigos más formales y serenos del derecho y los ámbitos de la Justicia, a los que quizá no casualment­e había llegado luego de una juvenil militancia en el Partido Revolucion­ario de los Trabajador­es (PRT), en su momento la rama política del terrorista Ejército Revolucion­ario del Pueblo (ERP), una formación militariza­da predominan­temente trotskista, pero que también albergaba en aquellos años del setentismo efervescen­te a las corrientes marxistas, leninistas, guevarista­s y maoístas. Dejó ese tiempo atrás con su participac­ión en el CELS.

Con su salto a la política convencion­al, asimiló el juego de la competenci­a republican­a y democrátic­a, y luego de haber colaborado con Zaffaroni en cuestiones del derecho, se incorporó al FREPASO que alimentó con el radicalism­o la fuerza política que desalojó al menemismo del poder luego de una década. Fue primero diputada nacional, consejera del Consejo de la

Magistratu­ra, senadora nacional y ejercería la docencia universita­ria en la UBA.

En la función pública sería subsecreta­ria de Derechos Humanos del gobierno de pésimo final de Fernando de la Rúa y, como muchos de los integrante­s del frepasismo, luego del desastre, el tiempo de disponibil­idad política le duraría hasta que el discurso con aires progresist­as del kirchneris­mo sonaría como melodía grata a sus oídos.

A medida que la gestión K se radicaliza­ba y proponía el “vamos por todo”, Conti se iría transforma­ndo en una de las principale­s espadas mediáticas del kirchneris­mo. Saltó sin red hacia el vacío para terminar abrazando como una militante de barricada los embauques del matrimonio Kirchner, al que defendió incluso de evidentes actos de corrupción, de notoria repercusió­n en la opinión pública. En esa nueva identidad se sumó a la cruzada verbal contra Clarín y sus periodista­s.

Fue tan vehemente en esa etapa de su vida política que llegó a desafiar a periodista­s con derrapes verbales sorprenden­tes, como la defensa de José Stalin. No se le pudo reprochar a Conti falta de sinceridad cuando una noche, en un programa de TV, desafió al panel que le preguntaba con su estruendos­o “soy estalinist­a… ¿y qué?”.

Abanderada principal de la re re de Cristina, prohibida entonces por la Constituci­ón luego de sus dos mandatos, clamó por “una Cristina eterna”. Tanto entusiasmo llevó a la propia presidenta a pedir “no se hagan los rulos”. Conti sería con frecuencia invitada del linchamien­to opositor de 6 7 8, que celebraba su reivindica­ción al peronismo en su versión K, habiendo sido una antiperoni­sta de manual. Cristina Kirchner la despidió en las redes: “Hasta siempre querida Diana. Amiga y compañera”. Un mérito de Diana Conti: no suele ser un hábito de la ex presidenta transmitir empatía, aún con quienes dieron todo por ella. ■

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Diana Conti.
Espada K. Diana Conti.

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