Exageraciones con las bombas atómicas en el espacio
En 1982, el presidente Ronald Reagan estaba considerando lo que se conoció como “La Guerra de las Galaxias”, un plan para proteger a EE.UU. de los misiles soviéticos mediante el despliegue de armas en el espacio. Décadas después, Reagan y la Unión Soviética han desaparecido, pero la ansiedad por una explosión nuclear a gran altitud sigue viva, reavivada por los ostensibles objetivos bélicos del presidente ruso Vladimir Putin.
El mes pasado, las agencias de espionaje estadounidenses dijeron al Congreso, así como a sus aliados extranjeros, que Putin podría desplegar y utilizar una bomba atómica en el espacio que desactivaría miles de satélites. No sólo estarían en riesgo los enlaces de comunicación militares y civiles, sino también los satélites que espían, rastrean el clima, habilitan mapas de teléfonos móviles, forman conexiones a Internet y docenas de otras tareas modernas. La mera afirmación de tal despliegue puede ayudar a Putin a asustar a sus adversarios. “Su propósito es el mismo que Star Wars fue para nosotros en los años 80”, dijo Jonathan McDowell, un astrofísico. “Es para asustar al otro lado”.
Pero para librar realmente una guerra, dicen los analistas, el paso es difícil de imaginar, a menos que Putin quiera que algunos de sus aliados y partidarios más importantes enfrenten la perspectiva de un dolor indescriptible. En un estudio de 2010, cinco expertos nucleares explicaron cómo los astronautas alcanzados por los rayos más potentes experimentarían entre dos y tres horas de náuseas y vómitos antes de que la enfermedad por radiación los dejara frente a “una probabilidad de muerte del 90%”.
La Estación Espacial Internacional suele albergar a siete astronautas: tres estadounidenses, un extranjero y, como habrá adivinado, tres rusos. Stephen Younger, ex director de los laboratorios que ayudan a fabricar las armas nucleares del país, dijo que una explosión espacial rusa podría cegar los satélites de reconocimiento de China y así poner fin a la principal forma que tiene ese país de rastrear la Flota del Pacífico de la Armada estadounidense. “Es no va a caer bien. Es una fanfarronería. Putin no es estúpido”.