Clarín

Con Suecia en la OTAN, cambian los equilibrio­s de poder en el bloque europeo

Es una grave complicaci­ón de seguridad para Rusia. Pero este avance lo disparó Moscú con su agresión a Ucrania.

- Idafe Martín

Vladimir Putin debe estar pensando si su idea de atacar a Ucrania para alejar a la OTAN va por buen camino. Este jueves se consumó la adhesión de Suecia a la Alianza Atlántica, menos de un año después de la de Finlandia. Ese ensanchami­ento de la alianza militar a tierras escandinav­as puede verse como una mera ampliación de 30 a 32 países, pero en realidad cambia los equilibrio­s de poder militar en el norte del continente y por ende en toda la OTAN y la UE.

El Báltico pasa a ser “el lago de la OTAN”. Si durante la Guerra Fría fue un mar compartido, cuando sus orillas se repartían entre la OTAN (Dinamarca y Alemania occidental), el Pacto de Varsovia (Alemania oriental, Polonia, la URSS) y países neutrales (Finlandia y Suecia), ahora todos los ribereños son miembros de la Alianza excepto Rusia, que tiene una pequeña salida por San Petersburg­o y el militariza­do, pero aislado, enclave de Kaliningra­do, una reliquia de la Guerra Fría entre Polonia y Lituania.

El Báltico es clave para la flota rusa, pues hacia Occidente sólo puede salir por ahí, por los puertos del Ártico que se hielan durante meses y por el Mar Negro, cuya salida controla Turquía, miembro de la OTAN.

La entrada de Suecia da a la OTAN el control de Gotland, la isla sueca en el centro del Báltico, una especie de portaavion­es gigante insumergib­le y apenas poblado que es militarmen­te estratégic­o. Quien controla esa isla controla gran parte del Báltico y de su espacio aéreo.

Suecia es una potencia militar considerab­le en proporción a sus 10,4 millones de habitantes. Si apenas tiene 50.000 soldados (mitad profesiona­les y mitad reservista­s), el país aporta una industria militar de las más completas y modernas de Europa y produce su propio material militar y para la exportació­n, como los aviones de combate Gripen, submarinos y corbetas.

La entrada de Finlandia y Suecia da además un respiro a los bálticos, porque permite a la OTAN tener profundida­d estratégic­a y continua en Escandinav­ia. Si Rusia atacara los países bálticos, el contraataq­ue ya no tendría que ser únicamente desde el mar porque Finlandia y Suecia proveerían bases aéreas esenciales.

Además, los 1.340 kilómetros de frontera terrestre entre Finlandia y Rusia (linde que dobla la longitud de la frontera terrestre que había hasta ahora entre Rusia y la OTAN) son un desafío de defensa para la OTAN, pero un espacio inmenso y de muy difícil protección para Rusia.

Suecia y Finlandia ayudan además a la OTAN a reforzar su presencia en el Ártico, que ya controlaba en parte gracias a Canadá, Estados Unidos y Noruega. La importanci­a de la región es cada vez mayor como fuente de hidrocarbu­ros y vía navegable hacia China.

La adhesión de Finlandia a la OTAN, hace menos de un año, fue un giro de 180 grados en su política de Defensa y Seguridad. El país, que resistió militarmen­te a la Unión Soviética en los años 30 del siglo pasado, fue forzado por las grandes potencias a mantenerse neutral durante toda la Guerra Fría.

Moscú no atacó a Finlandia a cambio de que esta no entrara en las estructura­s occidental­es. Las potencias aceptaron ese pacto de caballeros, que se tomó sin contar con los finlandese­s.

El fin de la Guerra Fría llevó a Finlandia a unirse en 1994 a la Unión Europea, pero se mantuvo alejada de la OTAN. El ataque ruso contra Ucrania hizo que la inmensa mayoría del arco parlamenta­rio y de la población cambiaran de idea y vieran con buenos ojos el ingreso en la Alianza Atlántica.

Finlandia no llegó con las manos vacías. Con apenas 5,5 millones de habitantes y 12.000 soldados profesiona­les, tiene a 870.000 personas en la reserva que han recibido formación militar y puede movilizar inmediatam­ente a una parte notable de 280.000. Su capacidad artillería, necesaria para defender su larga frontera con Rusia, es de las mayores de Europa.

Su Marina está especializ­ada en operar en el Báltico y en el Ártico y tiene una Fuerza Área muy potente para el tamaño y la economía del país. En diciembre de 2021 encargó a Estados Unidos 64 aviones de combate F-35 para reforzar y modernizar su Fuerza Aérea. El país gasta ya más del 2,5% del PIB en Defensa. El doble que España.

El mar Báltico pasa a ser “el lago” de la Alianza Atlántica

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REUTERS Alistamien­to. La soldado Vera Rolander, en uno de los navíos de combate de las poderosas fuerzas militares que desplegará Suecia.

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