Bases para el desarrollo nacional
El pasado 23 de febrero se cumplieron 66 años del triunfo electoral de Arturo Frondizi, abriendo una de las épocas de mayor prosperidad, orientada especialmente al desarrollo nacional. La propuesta de Frondizi presidente se puede sintetizar en estos términos: integración equilibrada del agro, la industria y la minería, aceptando que la industrialización es un proceso social complejo que implica decisiones, capacidad, experiencia, organización, infraestructura y orden jurídico.
Fue así que logró triplicar la producción de petróleo logrando el autoabastecimiento energético, duplicar la producción de caucho, impulsar las industrias petroquímica, automotriz, los gasoductos, oleoductos, la metalúrgica, las maquinarias, y tecnificar el agro en una expansión sin precedentes.
Aprovechó en forma integral los recursos naturales y rechazó por razones morales toda solución económica fundada en provocar desocupación o la miseria de cualquier sector social.
Al decir de Don Arturo, “los efectos de la economía recaen sobre seres humanos, y si el efecto es negativo debe leerse desamparo y sufrimiento, en vez de alegría y bienestar”.
La política educativa dio aliento a las Universidades Nacionales, y al INTI, el INTA y el CONICET, refundado en febrero de 1958 bajo la dirección del Doctor Bernardo Houssay, Premio Nobel de Medicina.
La ciencia y la técnica avanzaron con pasos gigantescos, desde la actividad aeroespacial hasta la novedad del armamento nuclear en medio de las tensiones entre Washington y Moscú que se trasladaría del campo militar al económico y político.
Precisamente, las relaciones internacionales fueron otro modelo a seguir a partir de la lúcida percepción de que debía establecer una relación “madura” con Estados Unidos
y al mismo tiempo forjar buenas relaciones con todos los países, incluidos los del Este.
Su programa de gobierno fue elaborado por un gran equipo, la “Usina” en la jerga de los íntimos, encabezada por Rogelio Frigerio, cuya actuación fue fundamental tanto en la elaboración de las propuestas como en el desarrollo de las políticas del gobierno.
Hoy todos, pero especialmente quienes crecimos y aprendimos de ellos, debemos tener la valentía de hacer una autocrítica que incorpore fe desarrollista, racionalidad de pensamiento y coraje para explicarnos la razón por la que se detuvo ese proceso que nos hubiera conducido a ser una de las grandes naciones.
Hace seis décadas la Argentina se autoabastecía y ahora se endeuda para importar; fabricaba aviones y transporte de diseño propio y ahora desequilibra su balanza de pagos para comprar autopartes y ensamblarlas, 1 de cada 30 argentinos estaba bajo la línea de pobreza y ahora 1 de cada 3, es decir: 10 veces más.
El presidente Frondizi decía, y hoy lo comparto especialmente con los jóvenes que son presente y futuro, que para hacer política es imprescindible que los ideales estén acorde con los fines, y que necesitamos libertad política, honradez administrativa, y saber que el poder sale de la sociedad en la cual hay que insertarse. ■