Un grupo de argentinos en Nueva Zelanda copó un equipo de fútbol, ascendió 7 veces y llegó a Primera
Juegan en el Waiheke United y llegaron a la máxima categoría en 2022. La mayoría son jóvenes que trabajan en construcción, jardinería y gastronomía.
Los argentinos llevan en la sangre su ferviente pasión por el fútbol. Y eso se percibe con facilidad vayan donde vayan. Así sucedió en la cancha del Waiheke United –el equipo de la isla Waiheke, ubicada al norte de Nueva Zelanda– conformado, en su mayoría, por jóvenes argentinos que emigraron y lograron cumplir el sueño de jugar en primera.
“Esto es una familia más que un equipo”, cuenta orgulloso Miguel Yacar (32), uno de los argentinos del plantel, oriundo de Ramos Mejía. Es que no se trata solo de jugar a la pelota, algo que les fascina, sino también de replicar un modo de vida que llevaban en su país natal y que los identifica notablemente: festejan, se reúnen a diario, comparten entre amigos, viajan, se divierten, se acompañan.
Así le sucedió a Emiliano Candía. Tiene 38 años y es de Concordia. Trabaja como psicólogo y, a su vez, se dedica al mantenimiento de piletas en Waiheke. Siempre le gustó el fútbol. De hecho uno de sus grandes sueños era poder jugar de manera profesional.
Cuando llegó en 2013, se asentó en Auckland, la ciudad más importante de Nueva Zelanda, a cuarenta minutos en ferry de la isla. Cuatro años después, se integró al equipo y empezó a viajar dos veces a la semana para entrenar.
“Escuchaba historias de que había un equipo latino en la isla, vi videos en YouTube y me empezó a tentar”, narra quien todavía integra el Waiheke United con mucho orgullo. Y prosigue: “Pasaron miles de historias. Al principio, estábamos en la tercera división y terminamos segundos, hicimos un buen torneo con muy buen equipo y ascendimos. Ese año, después de la increíble experiencia, decidí mudarme en marzo de 2018 a la isla”.
Al poco tiempo de ser parte, Emiliano pudo notar que la esencia futbolera argentina sigue intacta. Según relata, la hinchada que alienta en cada partido lo hace sentir “como en casa”. “Hay un montón de gente gritando y cantando sin parar un solo minuto”, explica.
Toda esa energía puede verse en su canal WaiheTV, en YouTube, en el que publican videos de los jugadores, los partidos y la hinchada. Nunca faltan los colores y las banderas: algunas con inscripciones como “Waiheke is family” y otras con la cara del Diego.
“Nos siguen, organizan movidas con bombos y banderas a todos lados. Traemos la pasión de Argentina, que acá no hay porque celebran de otra manera: no hay grupos, ni
“Los rivales nos dicen que les gusta venir por la hinchada”.
canciones ni banderas; la gente de acá asiste con remeras y banderas muy pequeñas. En muchos casos, parece más un teatro que una cancha”, suma Miguel.
Y recalca: “Los distintos equipos de acá nos conocieron y nos dijeron que les gustaba venir porque veían el color y la alegría. ‘Está bueno ir a jugar a la isla’, nos decían. Además la cancha es hermosa, es todo abierto y está rodeada de colinas y viñedos”.
“Cada año se suman más chicos para jugar”, explica Emiliano haciendo alusión a los jóvenes que, cada vez más, eligen Nueva Zelanda para vivir. “Nos llevamos muy bien entre todos y cuando finaliza un torneo, viajamos juntos”.
Jugar a la pelota en Waiheke también les permitió conocer otra faceta de este deporte. “Acá aprendés otros valores y es notable que bajan los niveles de violencia, directamente no los hay. No es una guerra, es un juego. Te cruzás a los mismos jugadores en otro equipo y no tiene ningún sentido que el juego sea violento, ni siquiera hay por qué pelear con los réferis que están haciendo su laburo”, dice.
“Acá no son fanáticos. Los que siguen a un club son los padres de los chicos o gente del barrio”, cuenta y concluye: “Lo mismo pasa con los partidos políticos”.
El Waiheke United ya logró siete ascensos en toda su trayectoria y cumplió el objetivo de jugar en primera división en 2022. Actualmente se encuentra en la segunda división. Ahora, el foco de los jugadores está puesto en prepararse para lograr un nuevo ascenso.
“Para el 2020 nos acomodamos un montón. Este club es mucho a pulmón, lo hacemos los argentinos que estamos acá desde 2013, cuando llegaron los primeros chicos que impulsaron esto. Después se sumaron muchos jugadores porque se fue corriendo el rumor de boca en boca. Así empezamos a crecer y avanzamos mucho. Empezamos a tener mejores pretemporadas, sumamos un grupo de chicas de Waiheke que nos ayudó mucho, una kinesióloga y una nutricionista que nos hicieron mejorar un montón”, recuerda Emiliano.
Son muchos los que quieren competir formalmente en el equipo. Sin embargo, existe una reglamentación que los complica: solo cuatro extranjeros pueden hacerlo dependiendo de la categoría en la que se juegue. Es decir, esta norma rige para la primera y segunda división. “Acá todo el tiempo se reinventa el fútbol y sus reglas”, señala Yacar. “En su momento, con la regla de los 4 extranjeros, tuvimos que salir a buscar kiwis y, al ser una isla, donde no hay universidad, vive poca gente entonces no había muchos jóvenes que jueguen”, explica Miguel.
Muchos de los jugadores están a la espera para realizar los trámites correspondientes a la ciudadanía y poder competir. En este caso, tanto Emiliano como Miguel pudieron jugar. “Tuve la suerte de que me saliera la ciudadanía hace dos años”, relata Candía.
La pasión es su motor. “Todo es ad honorem”, dicen. Sin embargo, son felices haciendo lo que tanto aman en otro país, a más de 9 mil kilómetros. Los miembros del Waiheke United ordenan sus días para trabajar en uno o hasta dos lugares –la mayoría se dedica a la construcción, jardinería y gastronomía– y, después, ir a entrenar entre tres y cuatro veces a la semana. Ahora, están de vacaciones pero con la mente puesta en algo muy grande. Todos comparten una meta: volver a jugar en primera.w