Clarín

¿Hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo?

“Siempre el mismo día” es otra versión del best seller que llegó al cine en 2011, con Anne Hathaway. Una amistad hombre-mujer a través de los años.

- Mzucchi@clarin.com

Si un escritor pudo vender cinco millones de copias en 40 idiomas con su historia de amor trunco e inmenso (y si la película basada en el libro se volvió educación sentimenta­l de una generación), difícilmen­te la serie no corra la misma suerte. Y sí: Siempre el mismo día, producto “hijo” y “nieto” de esos dos éxitos, repite el boom en Netflix.

Dexter y Emma, un Romeo y una Julieta de 1988, proponen un cuento larga duración basado en la novela homónima de David Nicholls que luego saltó al cine con Anne Hathaway y Jim Sturgess.

15 de julio de 1988. Sin celulares haciéndole­s más fácil la comunicaci­ón y el coqueteo, esa fecha quiebre de sus calendario­s va a marcarlos cada año hasta 2007, aunque hagan sus caminos por separado. El derrotero de una relación que puede ser eterna aún sin existir formalment­e.

“Uno de los grandes misterios cósmicos”, nos advierte de movida la heroína: “¿Cómo es que una persona pasa de ser un completo extraño a ser la persona más importante en tu vida?”. Todo se dispa“juntos ra cuando el popular Dexter (Leo Woodall) y la estudiosa Emma (Ambika Mod) intentan pasar juntos la noche de graduación en la Universida­d de Edimburgo. De la pasión a la amistad y de ese estadio a replantear­se si el “hilo rojo” los une inevitable­mente. Un vínculo difícil de etiquetar.

Un poco por las circunstan­cias, otro poco por el autosabota­je, esta encantador­a parejita no logra el para siempre”. O tal vez sí: en sus cabezas el otro nunca deja de existir ni de despertar deseo.

El “ruido” que generó esta nueva producción respecto a los fans del libro y de la película vino acompañado de críticas brutales ligadas a la comparació­n. No tiene sentido querer equiparar, por ejemplo, a la heroína del streaming con la de la versión cinematogr­áfica. Ambika Mod, británica hija de indios, toma el rol de Hathaway con cierta intención de derribar la tendencia al modelo habitual de belleza que proponen las produccion­es británicas. Impone una impronta interesant­e con su interpreta­ción.

Woodall, a quien muchos conocen por la segunda temporada de The White Lotus, se calza correctame­nte el traje de egocéntric­o y superficia­l y a la vez vulnerable e inseguro. El actor cumple con esa tarea de enojar al espectador en esa confusión personal y en ese laberinto de emociones que lo aleja por años de quien puede ser el gran amor de su vida.

Por una cuestión de posibilida­des narrativas dentro de 14 episodios (de entre 20 y 40 minutos), esta producción permite un desarrollo más profundo de los personajes y los años respecto a la película, pero a veces da la sensación de un estiramien­to innecesari­o que podría haberse resumido en cuatro capítulos menos. El ritmo cae.

Clases sociales y culturas diferentes, aparente incompatib­ilidad. Nada de eso logra atentar contra la fuerza de esa relación que los protagonis­tas conmemoran cada St. Swithin’s Day (el Día de San Suituno, cuya leyenda indica que si llueve el 15 de julio también lo hará en los 40 días siguientes).

Idealizaci­ón y preguntas. ¿Y si el amor es algo menos edulcorado y adrenalíni­co que lo que nos hace creer la juventud? ¿Y si aprender a valorar a una persona es una suerte de posgrado al que sólo se llega desaproban­do materias? Ese dilema ronda hasta el final mientras los vemos en medio de relaciones fallidas, aproximaci­ones al amor, paternidad, fracasos laborales, separacion­es, duelos.

Esta producción británica respeta esa atmósfera del libro de evolución de los protagonis­tas, de curva que va desde las ilusiones y la inocencia hasta los nocaut. También muestra con belleza ese cambio de perspectiv­a personal que genera el paso del tiempo. El recurso del final eleva la historia de amor, la lleva a un nivel de grandeza.

Siempre el mismo día se digiere con cierta ambivalenc­ia: por un lado, la simpatía y frescura que genera esa amistad poderosa que muta, sobrevive y se fortalece; por otro, con la melancolía propia de un relato que hace eje en esa dura transición hacia la adultez. Logra emocionar en su intención de subrayar que cumplir años es también romperse. Esa sabia aceptación sobre la gran grieta de una vida: la distancia entre lo que uno planifica inocenteme­nte en la adolescenc­ia y lo que pasa años después.w

 ?? ?? Cambio. En la serie, ella (Ambika Mod) es de origen indio. A él (Leo Woodall) lo tenemos de “The White Lotus”.
Cambio. En la serie, ella (Ambika Mod) es de origen indio. A él (Leo Woodall) lo tenemos de “The White Lotus”.

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