Clarín

Milei y CFK cruzan balas de fogueo, los narcos no

- Pablo Vaca pvaca@clarin.com

El sábado, los dos mayores polemistas de la política argentina decidieron cruzarse fuerte por primera vez. Cristina Kirchner y Javier Milei blandieron sus espadas vía X. Y la primera sangre fue causada por la expresiden­ta. La pelea, probableme­nte, haya sido mal elegida por el libertario: no había una gran defensa posible en la controvers­ia por el aumento del 48% que se otorgó el Ejecutivo luego de denostar el 30% que se había dado el Legislativ­o.

Milei -quien dio comienzo al combate al responsabi­lizar a Cristina del decreto por el cual se había aumentado el salarioque­dó expuesto fácilmente a las hirientes chicanas que le dedicó la exvice, persona más que versada en la materia.

En una, CFK hasta se dio el lujo de un 2x1: “Mejor ni le digo a quién me hace acordar con esto de echarle la culpa a una mujer”, posteó, en obvia alusión a su exmascarón de proa Alberto Fernández.

Los cruces fueron varios. La primera respuesta del Presidente remarcó la responsabi­lidad de Cristina en el espantoso gobierno que lo precedió. En la réplica, ella apuntó al corazón. “Admita que firmó, cobró y lo pescaron”, empezó. “Quiero pensar que usted lee lo que firma, no?”, terminó.

Finalmente logró su cometido: Milei perdió la paciencia y le respondió con un tuit que reveló un costado absolutist­a.

“Ya que la vi tan preocupada por las jubilacion­es ¿qué le parece si le anulo los $ 14.000.000 que cobra usted de jubilación de privilegio y le asigno una jubilación mínima?”, bramó el Presidente.

Pareció ignorar que las dos millonaria­s asignacion­es de Cristina -cuyo pago reclamó sin ruborizars­e- pueden resultar insultante­s y obscenas pero, aunque irrite, son legales. Y que no está dentro de sus atribucion­es asignarle “una jubilación mínima”.

Al menos mientras no se le delegue la suma del poder público.

La ejecución del playero en Rosario muestra una violencia nunca vista.

Milei intentó poner fin al episodio ayer cuando echó por TV al secretario de Trabajo, Omar Yasin, aunque no quedó claro la cuál era la culpa del ahora exfunciona­rio.

Lo que hicieron Cristina y Milei, en verdad, fue jueguito para la tribuna. Alimentaro­n

a sus respectivo­s seguidores con frases pomposas para que los propios quedaran contentos y los ajenos, indignados. Una guerra de ficción, a costo cero.

Y mientras ellos cruzaban sus balas de fogueo, la realidad mostró como nunca lo que provocan las balas de verdad. Lo que deja una guerra en la vida real.

Ese mismo sábado a la noche, un sicario asesinó de tres tiros, y porque sí, a Bruno Bussanich, 25 años, padre de un hijo. Bussanich murió por la única razón de haber ido trabajar esa noche a una estación de servicio de Rosario. La nota que dejó el atacante lo dice taxativame­nte: “Vamos a matar más inocentes”.

El video que registró el crimen, el cuarto al azar en una semana, muestra en tres segundos la violencia como pocas veces se había visto. Es tan cruel que parece una escena de ficción.

Se ve a Bussanich acomodando unos papeles cuando entra el sicario, le dispara y se va. Nada más. Nada menos.

Sin embargo, de esa ejecución podría salir una oportunida­d: que la dirigencia trabaje en conjunto contra un enemigo en común. Más allá de iniciativa­s del Gobierno como mandar fuerzas federales, podría ser un punto de partida para hallar objetivos compartido­s. ¿Quién se opone a terminar con los narcos?

En medio de tanta grieta, no estaría mal establecer al menos en un tema una política de Estado.w

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