Clarín

Secretos y silencio: la Omertá del Chiqui Tapia en AFA

- Gonzalo Abascal gabascal@clarin.com

Chiqui Tapia reunió el lunes en Ezeiza a dirigentes de 28 clubes de la Liga Profesiona­l, entre ellos a muchos presidente­s, los agasajó con un asado con él en la cabecera y los hizo sonreír en las fotos, para decirles de buen modo lo mismo que su mano derecha, el tesorero Pablo Toviggino, grita con signos de admiración y mayúsculas de tono amenazante en la red social X: “El QUE MAS PIDE-MUERE PRIMERO”.

Toviggino, hasta hace unos días empleado de alta categoría en la Cámara de Diputados contratado por Sergio Massa, es menos político que su jefe Tapia (aunque hay dudas sobre quién es jefe de quién), y a la hora de “apretar” a dirigentes y entrenador­es esquiva las sutilezas: los amenaza de muerte (deportiva, elegimos creer).

Lo saben Carlos Tevez, a quien hace unos días escrachó con una supuesta dificultad en el examen en la escuela de técnicos, la Brujita Sebastián Verón y el presidente de River, Jorge Brito, a quien “matoneó” por la osadía de criticar la organizaci­ón de los campeonato­s con casi 30 equipos en Primera División.

El tesorero de la AFA muestra una particular fijación con la muerte, a la que recurre en X como recurso persuasivo de las voces críticas. Hombre de extremos, entre reposteos de publicacio­nes en la cuenta del papa Francisco que invitan a la concordia, y otros de la cuenta “Perón, el legado” que reproducen frases históricas del General (algunas de las cuales no invitaban a la concordia, vale decirlo), se despacha con amenazas y chicanas que buscan disciplina­r cualquier disidencia.

“Todo libremente! Rápido toman un micrófono, insultan, desprestig­ian y agreden verbalment­e justifican­do sus errores. Sienten que tienen la impunidad para hacerlo? Cuando es del lado propio, el silen

El presidente de la AFA juntó a los dirigentes para exigirles silencio y complacenc­ia.

cio los expone! Todos esos, sin pedir, igual se van a Morir Primero. Te lo prometo!”, apretó en octubre pasado.

El lunes Chiqui Tapia cambió las formas pero no el fondo.

Al contrario, lo agravó.

Frente a los cuestionam­ientos justificad­os a los arbitrajes, con el partido entre Independie­nte y Barracas Central como último ejemplo de sospechas extendidas, el pésimo comportami­ento del árbitro Dóvalo al insultar a un futbolista, y los cruces entre Tevez y el propio Toviggino, el presidente de la AFA no tuvo mejor idea que reclamar silencio, puertas cerradas, y la cancelació­n de cualquier discusión pública.

No es lo mismo que matar, claro, pero en términos expresivos se le parece bastante.

“Si quieren hablar de los árbitros, acá, a todas las reuniones viene Beligoy. Me llaman, levantan el teléfono y hablan conmigo. Tienen alguna duda, la seguimos entre todos...”, fue el mensaje de Tapia.

Es decir, Omertá pura y dura (el código mafioso que prohíbe hablar de las actividade­s fuera de los miembros del grupo) disfrazada de buenas intencione­s y de espíritu de camaraderí­a. Secretismo para acrecentar las sospechas.

Lo opuesto de lo que necesitan el fútbol y el arbitraje, que sufren de un problema primordial: falta de credibilid­ad.

Para recuperarl­a se requiere transparen­cia, decisiones abiertas a las miradas de los hinchas, discusione­s públicas.

Todo lo que Tapia y Toviggino intentan gambetear.

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