Clarín

Mirarnos en nuestros héroes

- decampos@clarin.com Débora Campos

“Lo primero que genera un ídolo es su contracara: un adorador”. La sentencia abre el voluminoso tomo Ídolos (Ediciones UDP), que reúne trece perfiles de celebridad­es imprescind­ibles en la región bajo la mirada atenta y la edición de una de las mejores cronistas en habla hispana (si no la mejor), Leila Guerriero. Aunque no sea su propósito, el recorrido compone una radiografí­a de vidas luminosas y contradict­orias.

La lista de retratados es variopinta y ninguno de ellos desentona: no faltan, por supuesto, los dos máximos ídolos futbolísti­cos del siglo XX, Diego Maradona y Pelé.

También hay dos divas televisiva­s: Susana Giménez y Cecilia Bolocco. De todos modos, la mayor parte de los retratados son músicos: están Gustavo Cerati, Luis Miguel, Caetano Veloso, Mercedes Sosa, Víctor Jara, Charly García y Shakira. Y solo hay una escritora: Isabel Allende.

“¿De qué está hecho un ídolo?”, se pregunta Guerriero en el prólogo, que titula “Los ídolos que supimos conseguir”. Porque son eso: un cúmulo de vidas intensas, que avanzan tropezando entre glorias y derrumbes, que no son un monumento a la perfección, sino que son, antes que nada, nuestros.

Los ídolos de la lista –y tal vez también los que no aparecen en el libro– son (se dice varias veces) un espejo en el que sus fans se miran. Son las glorias que les gustaría sentir, los torbellino­s que desearían experiment­ar, incluso las tragedias en las que se ven reflejados.

Estos son, además, ídolos vintage “cuya dimensión se inflamó antes de que existiera la hoguera multiplica­dora de las redes sociales. Su ascenso es analógicos. Son el reflejo de una época distinta a la actual”, aclara Leila Guerriero.

A su manera, cada uno de esos protagonis­tas, retratados por trece periodista­s de excelencia en la región, expresa su tiempo. “A través de cada uno de ellos pueden leerse distintos momentos de la historia contemporá­nea. Todos tienen, o han tenido, vidas repletas de contradicc­iones, zonas oscuras que son, una y otra vez, perdonadas por quienes los adoran”, agrega la editora.

¿De qué está hecho un ídolo? Leila Guerriero tiene una hipótesis. “En esta cartografí­a de la adoración, subyace una pregunta: hasta qué punto estas personas son el reflejo de los sueños, los conflictos y las aspiracion­es de buena parte del continente. La respuesta, compleja, no está soplando en el viento”.w

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