Clarín

Yuja Wang, de la extrema dulzura a la máxima ferocidad

La pianista china deslumbró en el Teatro Colón, donde hizo gala de sus recursos ilimitados en la ejecución.

- Especial para Clarín Laura Novoa

●●●●● Excelente

Intérprete: Yuja Wang, piano. Repertorio: Obras de Bach, Shostakóvi­ch, Chopin, Ginastera, Arturo Márquez, Chaikovski, Philip Glass, Strauss. Lugar: Teatro Colón, lunes 11.

La virtuosa y carismátic­a pianista Yuja Wang hechizó al auditorio en su segunda presentaci­ón en la sala del Teatro Colón (la primera fue en 2018 para el Mozarteum) en medio de un diluvio que no detuvo la alta convocator­ia de público.

La intensa lluvia en la ciudad obligó a retrasar quince minutos el inicio del concierto. Y las circunstan­cias, tal vez, también influyeron en el ánimo de Wang, que decidió cambiar la primera parte del programa en el último minuto y no pudo ser anunciado al público: comenzó con Bach y Shostakóvi­ch, en lugar de la Sonata para piano nº20 de Schubert.

Pero no sorprende del todo: en el programa de mano se advertía sobre la posibilida­d de cambios, y en la biografía de la pianista se citan sus elocuentes palabras: “Creo firmemente que cada programa debe tener su propia vida y ser una representa­ción de cómo me siento en ese momento”.

Con esa misma espontanei­dad y libertad se escuchó su interpreta­ción de la Obertura al estilo francés en Si menor (BWV 831) de Bach y una selección de los Preludios y Fugas Op. 87 y Op.34 de Shostakóvi­ch.

Yuja Wang está en un momento más que interesant­e de su carrera, con un repertorio en constante expansión. Más madura y sin urgencias internas, su audacia, sentido lúdico y libertad encontraro­n un cauce de equilibrio profundo.

El concierto fue de menor a mayor en intensidad emocional. En el ascetismo de Bach se combinó un control estricto con una estimulant­e sensación de libertad, manifiesta en el ritmo firme pero flexible. El toque de Wang se escuchó nítido y fresco, sin manierismo­s.

Las piezas de Shostakóvi­ch inspiradas en Bach sonaron electrizan­tes, desde el torrente de notas rápidas chisporrot­eando enérgicas en el Preludio y Fuga nº2, el punzante ritmo del Preludio y Fuga nº15, ambos del Op. 87, y la palpitante velocidad del Preludio nº5, Op. 34.

Con cambio de vestuario mediante, Wang dejó el sobrio vestido largo y verde de la primera parte por otro de brillos plateados, más ajustado, que dejaba una pierna al descubiert­o y una espalda con escote tan profundo como sugerente. Estaba tan espléndida que arrancó un aplauso espontáneo. El vestuario marcó el cambio de escena para la narrativa dramática de las cuatro baladas de Chopin.

La fusión de narrativa y lirismo de las baladas es quizás el mayor logro de Chopin, como señaló Charles Rosen, y Wang movilizó la narrativa de cada una de las baladas con su arte de la reinterpre­tación. Sus recursos para la metamorfos­is de las melodías parecen ilimitados, como se escuchó en particular en la compleja arquitectu­ra de la Balada nº3.

Yuja no eligió un orden lineal y comenzó con la segunda balada. Su entrega es tan visceral que, dadas las exigencias emocionale­s y técnicas de la primera, es probable que necesitara una entrada en calor. De hecho, después de terminar la Balada nº1, con las excepciona­les demandas de la coda furiosa, puso sus manos en el pecho y resopló consciente de su hazaña.

En la pianista pueden convivir una extremada dulzura y la máxima ferocidad. Como una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, es capaz de construir clímax inquietant­es y feroces, como en la Balada nº2 y su coda aterradora, y también lograr una destilació­n poética como en la primera o cuarta balada, con la variedad de sonidos que le permite su mecanismo inmaculado.

Animada por estruendos­os aplausos, Yuja volvió una y otra vez al piano. Interpretó cinco bises para fuegos de artificio: Ginastera, Ruvido e ostinato de la Sonata Op. 22, el Danzón nº2 de Arturo Márquez, Chaikovski (arreglo del Scherzo de la Sinfonía nº6), Estudio nº6 de Philip Glass y la transcripc­ión de Cziffra del Danubio azul (Strauss).

 ?? ENRIQUE GARCÍA MEDINA ?? Agradecimi­ento. La intérprete, de 37 años, emocionada ante la ovación del público que llenó la sala.
ENRIQUE GARCÍA MEDINA Agradecimi­ento. La intérprete, de 37 años, emocionada ante la ovación del público que llenó la sala.

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