Clarín

Una plataforma sanitaria al servicio de la salud

- Ignacio Katz Doctor en Medicina (UBA)

Una de las claves para revertir el desorden sanitario y salir del laberinto caótico que oculta el entramado de intereses y negocios corporativ­os sería cambiar el enfoque. En lugar de limitarnos a reseñar los obstáculos, pasar a advertir las potencias que anidan incluso en los aspectos problemáti­cos. Porque no será eludiendo el conflicto que lograremos sortear la crisis, sino atravesánd­olo con las herramient­as que tenemos disponible­s, aunque a veces un poco oxidadas, o haya que readecuarl­as.

¿Con qué contamos? Con una revolución digital y una ciencia de datos que dan un salto adelante respecto a la informátic­a de hace veinte años, con avances de ciencia y tecnología permanente­s, que deben, por ello mismo, ser vigilados; con nuevas formas de funcionami­ento económico, llamado “plataformi­zación” o economía de plataforma­s.

El término refiere a una novedosa asociación en red de empresas y clientes en donde estos pasan de ser simples consumidor­es a ser parte del proceso productivo. Traducido al área de salud, sería, por ejemplo, darle el lugar que se merece a las historias clínicas de los pacientes. Es decir, una posibilida­d de transforma­ción que busca congeniar y asociar partes de manera colaborati­va para obtener un producto que aporte un plus en lugar de un subóptimo.

Veamos un ejemplo. Llegó al país una nueva droga para casos avanzados de un tipo de cáncer de pulmón: el amivantama­b, un anticuerpo monoclonal, que prolonga la vida de pacientes en estado avanzado de la enfermedad. Pero se debe dar con la especifici­dad de cada paciente para evaluar su adecuación, y para ello hace falta un relevamien­to pormenoriz­ado que no tenemos: los testeos genéticos, que requieren de un estudio de secuenciac­ión de ADN. Existe una propuesta para que sean los mismos laboratori­os que producen estas drogas los que financien los estudios moleculare­s que arrojarían como resultado a qué pacientes esta droga les brindaría hasta cinco años de sobrevida.

Es decir, una economía de plataforma­s al servicio de una política pública sanitaria preocupada por las inequidade­s en el acceso transversa­l e intersecto­rial a los avances terapéutic­os, en donde los privados también pueden hacer un negocio legítimo.

Lo contrario de abandonar a cada sector por su cuenta, en un ilusorio y mal entendido liberalism­o que supone que el óptimo social se cifra en la convergenc­ia de agentes egoístas.

El gobierno nacional decretó que la Superinten­dencia de Servicios de Salud (SSS) se retire de su rol de intermedia­ria entre hospitales públicos y obras sociales en lo concernien­te al cobro de prestacion­es. Que cada efector cobre como pueda. Las ineficienc­ias que hubiere deberían corregirse, pero de ninguna manera obliterar el rol de monitor y garante de cobro intersecto­rial que además de lo netamente monetario, funciona como forma de transparen­tar los servicios médicos efectuados. Lo que se denomina a veces “factura sombra”: facturar el detalle de lo hecho (y brindarlo al paciente por más que éste no lo pague), dejando así un registro para que se cobre lo que efectivame­nte se hizo, ni más ni menos; y al tiempo que sirve como primer paso de la auditoría médica.

En suma, la indispensa­ble reorganiza­ción sanitaria debe integrar (mas no fusionar) sus partes, buscado mecanismos operativos que se adapten al desafío de encausar un funcionami­ento que los potencie no en sus intereses inmediatos, pero sí en el objetivo final: la salud. En otras palabras, pasar del círculo vicioso a una espiral virtuosa que nos eleve sobre el laberinto.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina