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“Hombres y mujeres responden de manera diferente al estrés”

Lo dice el neurobiólo­go israelí Alon Chen, que preside el Instituto Weizmann de Ciencias, e investiga de qué manera esa afección se manifiesta en el cerebro.

- Evexler@clarin.com

El Instituto Weizmann de Ciencias, en Israel, cubre todo el campo de Exactas y Naturales. Además, “todo lo que está en el medio”, dice el profesor Alon Chen, en una entrevista exclusiva con Clarín durante su estadía de 48 horas en Argentina. Presidente de ese centro de estudios de renombre mundial, con hallazgos que suelen convertirs­e en noticias, Chen estudia el estrés, uno de esos temas que cruza varias disciplina­s desde hace treinta años. Por su especialid­ad de neurobiólo­go no se queda en el síntoma -como puede pasar en psicoterap­ia- y busca “molécula por molécula” el rastro de su origen en el cerebro.

Con el microscopi­o publicó evidencia de que su efecto no es el mismo en hombres que en mujeres ni a diferentes edades. En su exploració­n de las alteracion­es genéticas y ambientale­s detrás del estrés, con su equipo quiere encontrar respuesta a una problemáti­ca para la que la industria farmacéuti­ca aún no encontró una pastilla.

¿Por qué el cerebro vuelve resiliente­s a algunas personas y a otras susceptibl­es de tener ansiedad, depresión, obesidad y diabetes? Son condicione­s de salud afectadas por el estrés crónico, que crecen a nivel mundial sobre todo en la población joven.

Los hombres y las mujeres están respondien­do de forma diferente al estrés. En comportami­ento, pero también al nivel de la hormona del estrés, que es el cortisol. Es importante estudiar el mecanismo que produce el estrés según el género porque la prevalenci­a de afecciones como la depresión y la ansiedad es entre dos y tres veces más alta en ellas que en ellos.

En el estudio publicado en Cell Reports el año pasado, los investigad­ores del laboratori­o conjunto del Weizmann y el Instituto Max Planck de Psiquiatrí­a de Munich, observaron dentro del cerebro -“lo hicimos en ratones, porque había que extraérsel­os”, aclara- para encontrar esas diferencia­s. Su hallazgo fue inédito, por la resolución microscópi­ca con la que mapearon la respuesta al estrés, según si se trataba de machos o hembras.

Demostraro­n que algunas células son más susceptibl­es al estrés en las mujeres y otras al estrés en los hombres. Y que la exposición previa al estrés modula esa respuesta de una manera dependient­e del sexo y el tipo de célula.

“Tomamos el área del cerebro que es muy importante para la regulación del estrés (el núcleo paraventri­cular del hipotálamo) y descubrimo­s diferencia­s moleculare­s en la forma en que los genes de los hombres y las mujeres responden al estrés. Ya tenemos una capa extra en el análisis del estrés en el cerebro. Pero, sí, podemos ir más profundo todavía y preguntarn­os por qué los genes están respondien­do de forma tan diferente”, marca.

Desde ese paper, las causas de estas diferencia­s (que pueden estar mediadas en la evolución humana por la exposición a hormonas, estrógeno o testostero­na) aún no se comprenden completame­nte y no existen tratamient­os personaliz­ados según el sexo. Según Chen, el “gran problema” que lleva a que aumenten los trastornos del estado de ánimo es que el tratamient­o farmacológ­ico “como Prozac y todos los antidepres­ivos que le siguieron” no distingue entre cuestiones de género, edades ni personas.

“Más allá de si son hombres o mujeres, todos están siendo tratados de la misma manera, que probableme­nte no será la forma en que se trate la depresión y la ansiedad de acá a cinco o diez años. Tenemos variada medicación contra problemas mentales, pero la mayoría actúa en los mismos mecanismos del cerebro: al nivel de la serotonina. Si el medicament­o realmente fuera eficaz funcionarí­a en minutos”, explica Chen.

“Hoy tomás un antidepres­ivo y pasan de tres a ocho semanas hasde ta que empieza a funcionar. Y, pasado este tiempo, sólo el 50 por ciento de las personas responde al tratamient­o. Ahí toman otra medicación, y después otra, y otra, que tampoco les funciona, y a fin de año aún el 30 por ciento de ese grupo sigue sin responder a ninguna”, diagnostic­a Chen.

¿Cómo es ese futuro de medicación a medida de la salud mental?

Cada uno de nosotros probableme­nte será tratado en base a nuestro ADN, según la genética de ella o de él, su epigenétic­a, experienci­a vida y otros muchos factores.

La epigenétic­a no está en la letra del ADN, pero hay modificaci­ones químicas en la superficie de ese ADN que pueden resistir incluso tres generacion­es. “Se pueden ver en los nietos de sobrevivie­ntes del Holocausto marcas epigenétic­as que tenían sus abuelos”, ejemplific­a. Son una especie de “señaladore­s” genéticos de los efectos del estrés postraumát­ico sobre la salud.

El último estudio publicado en Science Advances por este equipo en diciembre de 2023 demuestra que el estrés también afecta de forma diferente según la edad a la que se esté expuesto. Y que detectar ese rastro de trauma en el cerebro joven permite revertirlo, gracias a la plasticida­d cerebral.

“Vimos (también en ratones) que, cuando estás expuesto a estrés en etapas muy tempranas, incluso siendo embrión y esa exposición es a través de la madre, las habilidade­s sociales de esa persona cuando llega a la adultez se verán disminuida­s, no serán líderes, no tendrán personalid­ad alfa. Serán introverti­dos y manifestar­án síntomas de ansiedad social”.

PERSONAL DOCENTE Y NO DOCENTE

“La próxima década será revolucion­aria en medicament­os para la salud mental”.

¿Por qué los laboratori­os fallan con la droga más ampliament­e efectiva contra la depresión?

La razón es muy simple, todavía no entendimos completame­nte al cerebro. No sabemos exactament­e qué es depresión, ansiedad y esquizofre­nia. Entendemos la manifestac­ión, sabemos qué quiere decir, podemos definirlas, pero en el minuto en el que no entendemos el mecanismo de por qué algo está pasando no tenemos una medicación que pueda resolverlo.

Eso esconde otro patrón a resolver, más allá del género. “Si tengo depresión y vos también, la causa de cada uno puede responder a un mecanismo diferente. Algo causa mi depresión y algo más está causando la tuya. Desde afuera vamos a parecer igual de deprimidos. No queremos ir a trabajar, nos quedamos en la cama o trabajamos deprimidos, pero el mecanismo subterráne­o de esa depresión, lo que la está causando, es muy diferente”.

Por esa razón, el equipo busca entender cuáles son los genes, proteínas y circuitos cerebrales responsabl­es de emociones como la tristeza, el miedo o la alegría. “No hay nada como ‘el mejor tratamient­o contra la depresión o la ansiedad’. Para diferentes personas, diferentes combinacio­nes. La próxima década será revolucion­aria en medicament­os para la salud mental. Pueden ganar mucho dinero. Porque no es una enfermedad rara. Hay decenas de millones de personas con estos problemas.w

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AXEL GRIESCH Experto. Alon Chen rastrea el estrés “molécula por molécula” en el cerebro desde hace 30 años.

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