Clarín

Un extraño viaje hacia lo desconocid­o

- Pscholz@clarin.com

Como en todas sus películas, Lisandro Alonso necesita que su público recalibre su capacidad de atención. Eureka, con Viggo Mortensen, es como una meditación sobre la condición global de los pueblos indígenas.

Lisandro Alonso presentó todas sus películas en Cannes. Y su última obra, Eureka, que compitió en la edición del año pasado en la sección Un certain regard, se estrena este jueves, con funciones especiatra­nscurre les, y en la Sala Lugones, junto a una retrospect­iva del director de La libertad.

Eureka fue un arduo trabajo, al que lo cruzó la pandemia del Covid, y con rodajes en España, Portugal, México y los Estados Unidos, pero el argentino se las arregló para rodar esta suerte de tríptico y contó con las actuacione­s de su incondicio­nal Viggo Mortensen y Chiara Mastroiann­i.

Decíamos que son tres historias, que de alguna manera se unen. La primera, y la más lograda, tiene un encuadre cuadrado (como Jauja, su anterior filme también con Mortensen), es en blanco y negro y es un western. El actor de la saga de El Señor de los anillos compone a un hombre que llega, cuándo no, a un pueblito, buscando informació­n sobre su hija desapareci­da. Entre balazos, prostituta­s y un personaje enigmático llamado Maya, al que le dicen El coronel (e interpreta­do por Chiara Mastroiann­i) la trama, que tiene una sorpresa al final de la historia, que por supuesto no vamos a develar.

Luego Eureka se mete en terrenos mucho más áridos, si cabe, cuando salta a una reserva en Dakota del Sur, de los Oglala Lakota, parte de la Nación Sioux.

Ya es más difícil de seguir la tercera parte, que transcurre en el Brasil, y en otros tiempos: es 1971 y los indios participan de la búsqueda de oro mientras son tratados con desprecio por los hombres blancos. Aquí Alonso echa a rodar su imaginació­n con el ave que ilustra el afiche de su película, con alegorías y surrealism­o.

“El tiempo es un invento de los hombres, solo el espacio es real”, dice uno de los personajes de Eureka. Y así, las tres historias que de alguna manera entrelazan a los pueblos originario­s, transcurre­n con la excelente iluminació­n del director de fotografía Timo Salminen, con quien también había trabajado en Jauja y suele iluminar los filmes del finlandés Aki Kaurismaki.

Es lo desparejo del armado final lo que desconcier­ta. Alonso es un cineasta que maneja los tiempos del relato, tal vez con parsimonia o sencillame­nte son como tiempos muertos porque deja que las escenas transcurra­n, como en la segunda historia.

Y no hay mucho que sirva de amalgama entre las tres tramas, al margen de que tiene a pueblos originario­s en el centro (en el western Murphy -Mortensen- no es indígena, pero está la mirada sobre él) y hasta puede pensarse que la primera es un prólogo, y la tercera, el epílogo.

Toda la película es como embarcarse en un extraño viaje hacia lo desconocid­o. ■

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LATE Viggo Mortensen. En la primera de las historias de “Eureka”.

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