“La Constitución no es un chicle que se adapta al deseo de cada uno”
El legendario ex presidente socialista Felipe González se había opuesto a este pacto que, además, está lejos de saciar la voracidad del separatismo.
Junt coquetea con que Puigdemont regrese a tiempo del exilio para pelear por el poder
A años luz de lo que él mismo suponía, la amnistía que Pedro Sánchez concede al independentismo catalán no saciará la voracidad del separatismo. Y convierte en un “chicle” la Constitución española, imagen cuyo copyright es del ex presidente socialista Felipe González, una de las voces históricas dentro del PSOE que se opuso a la amnistía desde que se comenzó a hablar de ella.
“Es posible que la Constitución tenga un margen de flexibilidad pero no es un chicle que se adapta al deseo particular de cada uno”, dijo el ex presidente. Sin embargo, con algo de fórceps y cuatro meses de maniobras, el PSOE hizo cuadrar un texto que dejó conforme a los catalanes, que este jueves celebraban en el hemiciclo con los brazos en alto la aprobación de la ley con mayoría absoluta, pero que no le dará respiro a la Legislatura que está atascada.
Sucedió un día después de las elecciones generales de julio del año pasado. Apenas se dio cuenta de que los números lo le daban para volver a ser presidente sin el apoyo del independentismo, Sánchez se autoconvenció y trató de “venderle” a los españoles que amnistiar a quienes habían intentado fundar la república de Cataluña sería el antídoto contra las divisiones y una inyección de convivencia y reconciliación.
No en vano la bautizó “ley orgánica de amnistía para la normalización institucional, política y social en Cataluña”, un compendio de buenas intenciones que quedan en stand-by hasta ver cómo se acomodarán las fichas en el tablero político catalán después de las elecciones regionales del 12 de mayo. Porque la decisión de adelantar los comicios -previstos para el año que viene- que el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, precipitó el miércoles cuando no logró la confianza del Parlament para aprobar los presupuestos para 2024, desató una marea de especulaciones.
Y evidenció, una vez más, hasta dónde Sánchez deberá recalcular el rumbo. Así como Aragonès, sin presupuestos convocó a nuevas elecciones, el presidente del gobierno de coalición PSOE-Sumar ya anunció que no fatigará para que el Parlamento le apruebe los suyos.
Catalanes y vascos entran en precampañas para perfilar sus candidatos a las autonómicas -País Vasco, 21 de abril y Cataluña, tres semanas después-, y esos socios indispensables para la aprobación de las cuentas públicas tendrán la cabeza en otros asuntos.
Sánchez, sin Presupuestos Generales del Estado, podría seguir los pasos de Aragonès y apelar a un adelanto electoral, tal como él mismo hizo en 2019. “Un gobierno tiene la obligación de cumplir con su tarea: aprobar leyes, gobernar, avanzar. Cuando algunos partidos bloquean la toma de decisiones, hay que convocar elecciones”, dijo Sánchez entonces.
Sin embargo hoy, cinco años después, cambió de opinión y le resulta más práctico prorrogar los presupuestos del año pasado. Y pedirle a su equipo económico que comience a delinear los que presentarán en 2025.
El destino de su gobierno estará unido, más que nunca, al resultado que obtengan en las elecciones Esquerra Republicana, el partido que gobierna hoy Cataluña, y cómo le vaya a Junts, la fuerza del ex presidente catalán Carles Puigdemont.
Sánchez cuenta en Cataluña con un candidato fiel, el ex ministro de Salud, Salvador Illa, que ganó las últimas elecciones pero que luego no pudo formar el gobierno que sí lograron los independentistas uniéndose.
Junts coquetea con que Puigdemont, su “president” en el exilio belga desde la declaración unilateral de independencia de 2017, sea su candidato y llegue a tiempo para asumir si el manto que todo lo borra de la amnistía entra en vigor en mayo.
“Es un pacto de investidura y no de Legislatura”, recuerdan, siempre que pueden, los independentistas catalanes sobre el apoyo que brindaron a la reelección de Sánchez en noviembre a cambio de un rosario de concesiones que el presidente del gobierno aceptó. ■